Artìculo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación de los sábados 13, 20 y 27 de octubre de 2021. Todos los derechos reservados.
Probablemente usted, amable lectora o lector, sea de los que creen algunas cosas que se dicen del cerebro en forma de corrillos y conversaciones "de sobremesa". Y es que las Neurociencias ya ocupan un lugar en nuestras charlas cotidianas, por suerte y gracias a la difusión de medios como este, que se preocupan por hacer llegar el conocimiento neurocientífico a todos los públicos, Una vez más, gracias La Nación...!!! Sin embargo, no todo lo que uno dice o escucha tiene asidero científico, y sobre todo, está demostrado o comprobado. Aquí les tiro unos cuantos "neuromitos" que, a la luz de los casi dos años que llevamos compartiendo juntos esta columna semanal, debemos saber con total justicia. En estas semanas destruiremos algunos de las informaciones erradas que manejamos como verdaderas dentro del apasionante mundo de nuestro mejor órgano: el cerebro.
- SOLO USAMOS EL 10% DE NUESTRO CEREBRO: es de mis neuromitos preferidos. Si lo pensamos bien, es sumamente motivador pensar que si usáramos el 90% restante seríamos poco más que Einsteins, entonces ya ha sido base de numerosos pseudo cursos de aprovechamiento cerebral donde se han enriquecido muchos falsos gurúes del cerebro. Solamente pestañeando, el cerebro usa más del 10% de su superficie cortical motora. ¿Entonces? Agrego más: incluso cuando se supone que no se está haciendo nada, el cerebro está haciendo mucho, ya sea controlando funciones como respirar y el palpitar del corazón, o recordando cosas por hacer. El origen de esta mentira descontrolada está en una conferencia del psicólogo William James, quien dijo que las personas normales, en sus quehaceres cotidianos, no llegan a usar más del 10% de su potencial intelectual. Con esto quería decir que esas personas no usan sus recursos mentales, por falta de entrenamiento o desarrollo, pero no que solo usasen una pequeña parte de su cerebro. No hay zonas en las que el cerebro ponga el cartel de «cerrado por vacaciones». De hecho, se puede decir que usamos el 100% de nuestro cerebro las 24 horas del día para ejercer las funciones cambiantes que tiene asignadas en aras de la supervivencia del individuo.Obvio, falso.
- EINSTEIN TENÍA EL CEREBRO MÁS GRANDE POR ESO ERA MÁS INTELIGENTE: alguna vez escribí en esta columna la historia del cerebro de Einstein. Les conté que había sido "secuestrado" post mortem, y estudiado en pedacitos. Y que era un cerebro absolutamente normal en conformación celular, en peso, tamaño y desarrollo de sus partes a simple vista, incluso en su número de neuronas que no sobrepasaban la media por unidad de tejido respecto a cualquier mortal simple cuyo cerebro haya sido estudiado. La diferencia estaba absolutamente dada por la cantidad, no de células, sino de conexiones entre ellas: el cerebro de Einstein tenía un 30% más de sinapsis entre sus neuronas que un cerebro promedio. Entonces, el tamaño no importa... si hablamos de cerebro.
- EL CEREBRO ES TAN PEQUEÑO COMPARADO CON OTROS ÓRGANOS QUE CASI NO CONSUME RECURSOS: Nada sobra en el cerebro, según lo averiguado por los científicos. El cerebro es un órgano extremadamente caro, en términos energéticos. Su peso asciende al 2% del total cuerpo, pero consume la energía obtenida con el 20% de todo el oxígeno que respiramos. De hecho, lo hace en gran parte para mantenerse funcionando mediante el mantenimiento de la funcionalidad de su membrana neuronal. Y agrego más: estudiando intensamente, exigiendo de más al cerebro, hasta podemos quemar calorías que nos permitan no subir de peso, aún con nulo ejercicio físico. ¿O nunca pensaron por qué muchos "científicos locos" son extremadamente delgados, aún sin hacer actividad física? No solo es contextura, a veces el cerebro "quema calorías" por demás.
- EL CEREBRO DERECHO ES CREATIVO, EL CEREBRO IZQUIERDO ES ANALÍTICO: Según el neuromito, la mitad del cerebro es mucho más aburrida que la otra Según el mito, la mitad del cerebro es mucho más aburrida que la otra. Estamos cansados de leer que las personas más creativas, intuitivas e imaginativas tienen un hemisferio cerebral derecho más fuerte, mientras que la gente analítica y racional tiene un hemisferio izquierdo dominante. Es tal nuestro afán de clasificar y poner etiquetas para todo, de dividir a las personas en categorías, que se da por sentado que quien es analítico no es creativo, y viceversa, o que no existen grises y puntos medios. Pero, el verdadero secreto del , el cuerpo calloso, que permite una constante transferencia de información y que hace que el cerebro prácticamente funcione como un todo. Así que, la próxima vez que le digan que usted es de tal o cual cerebro, recuerde que depende más de la conectividad entre ambas mitades que de lo que puedan hacer una u otra.
LOS TRES PRIMEROS AÑOS SON DECISIVOS: dice la leyenda urbana que conviene exponer a los bebés a conceptos, palabras, historias y percepciones complejas en esa etapa... como si alguna mamá ha expuesto a su hijo a interminables sesiones de Mozart o a contemplar pinturas de Dalí buscando que sea artista como ellos. Si viste algunos padres así, probablemente esos pobres niños sean víctimas del mito de que los primeros tres años de vida son absolutamente críticos para el desarrollo del cerebro, y que, por ello, hay que atiborrarles de estímulos. Se considera que así se puede lograr que sean personas brillantes, inteligentes, exitosas y competitivas más adelante. Estimadas y estimados: no hay ninguna evidencia científica que avale estas presunciones. Es cierto que a esas edades se aprende. El cerebro sufre entonces profundos cambios en las conexiones y la forma de sus neuronas y otras células. La información contenida en los genes y todo lo que el niño toca, ve y oye, produce estas transformaciones. Los bebés aprenden desde que nacen, pero van a su ritmo. En ese tiempo, el cerebro pasa de llegar a unos 400 ó 500 gramos, en el nacimiento, a alcanzar los 1.000 gramos a los tres años. A esa edad, el número de sinapsis en el cerebro crece a una tasa de entre 30.000 y 50.000 por segundo en cada centímetro cuadrado de la corteza cerebral. Pero, a estas edades, los niños se relacionan con el ambiente a través de las emociones y mecanismos básicos de refuerzo (placer y evitación del dolor), el afecto y el juego, no hay códigos o mecanismos cerebrales, para captar lo abstracto, las ideas, los conceptos. Por ello, en los primeros años, el niño debiera aprender especialmente de modo directo, de la propia naturaleza, usando sus sentidos. No será hasta los seis o siete años, cuando podrá comenzar a comprender conceptos e ideas complejas.
ESCUCHAR A MOZART HACE DE LOS BEBÉS MÁS INTELIGENTES: No hay evidencias científicas que sugieran que escuchar a Mozart en bucle aumentará su coeficiente intelectual. Parte de culpa de este mito la tiene un estudio publicado hace más de dos décadas en la prestigiosa revista Nature, en el que se concluyó que los universitarios que escucharon una sonata para piano del compositor vienés aumentaron temporalmente su capacidad intelectiva. Desde entonces, surgió el mito del «efecto Mozart», según el cual la música de este prodigioso compositor puede potenciar la inteligencia. Estudios posteriores han mostrado que, paradójicamente, el efecto Mozart no es exclusivo de la música de Mozart. Otros tipos de música agradables y placenteros –algunos excluirían a Maluma, yo absolutamente excluiría a Arjona de forma categórica–, la lectura de pasajes de alto contenido emocional y una taza de café también pueden provocar esa activación. En general, hoy se acepta que, de tener el «efecto Mozart» pequeñas consecuencias sobre el razonamiento abstracto o el procesamiento espacio-temporal, estas pueden ser activadas por cualesquiera estímulos que resulten «ligeramente excitantes». Bastarán para activar el sistema nervioso autónomo y producir una respuesta de «despertar» o excitación agradable. Otra cosa que se ha averiguado es que tocar un instrumento musical, es una actividad muy beneficiosa. Esta práctica requiere de la participación simultánea de áreas de la corteza relacionadas con la visión, la audición y el tacto, junto a áreas motoras. Por ello, más que oír a Mozart, ejecutar un instrumento repercute de modo positivo en las habilidades cognitivas de los niños, en particular en el lenguaje y los procesos atencionales. Pero también en la propia percepción y discriminación de estímulos además de en la memoria de trabajo y el control motor
EL CEREBRO ES UNA COMPUTADORA: Decir que el cerebro es como una computadora es como comparar la huerta de mi abuela con el planeta Tierra. Sabemos que el cerebro recibe información, que la procesa y que produce una respuesta. La computadora es una máquina cuya estructura y funcionamiento se conocen totalmente, mientras que el cerebro humano es un órgano cuyo funcionamiento "íntimo" no se conoce aún. Es el resultado biológico (no final) del proceso evolutivo, consecuencia de millones de años de azar y reajustes en ese duro banco "real" del prueba-error que es la naturaleza. No puede compararse a un ingenio informático, cuyo origen se remonta, como mucho, a unos cien años, mientras que el cerebro es un órgano elaborado por la naturaleza durante millones de años. A pesar de todo lo que se sabe sobre neuronas y regiones cerebrales, el funcionamiento efectivo y como un todo del cerebro es desconocido. Se sabe que su complejidad es tal, que es capaz de ser «flexible y abierto» y de elaborar procesos mentales conscientes. El resultado es que es extremadamente versátil, y que no se comporta de la forma rígida y limitada de una máquina. Por ejemplo, cada una de las 80.000 millones de neuronas que existen –unas pocas menos que estrellas hay en la Vía Láctea–, por término medio, en un cerebro, están decidiendo, computando y dialogando de forma dinámica con las otras neuronas en todo momento. De hecho, cada conexión entre neuronas cambia constantemente su microestructura física y química, su funcionamiento y su anatomía, en períodos de 24 horas en el maravilloso proceso que conocemos como neuroplasticidad. Al final, el trabajo de este complejísimo órgano logra –en la mayoría de los casos– que su poseedor permanezca vivo y consiga sus objetivos en un mundo complejo, peligroso y cambiante. ¿Qué computadora tendríamos que construir para lograr lo mismo? ¿Cuál sería capaz de sentir emociones, evitar un accidente, analizar información y sacar conclusiones, tener nuevas ideas o amar?
EL PODER MAGICO DEL PENSAMIENTO: Algunos creen que la telepatía es una especie de Zoom de emergencia para el cerebro. No existe ningún estudio bien documentado y fundamentado en investigaciones sólidas, utilizando el método científico, que avale la existencia de poderes mentales, como la telepatía, la clarividencia, la precognición o la telequinesia. Es decir, todo lo que se dice en torno a estas es, de nuevo, una "farreada". Al menos hasta que se demuestre lo contrario. Las investigaciones sí han mostrado, sin embargo, que las sociedades que ven amenazada su seguridad y que sienten miedo y desánimo –¿le parece conocido?– tienen niveles más altos de pensamiento mágico, en el que se da por real lo sobrenatural. Curiosamente, o quizás no tanto, los niveles de aceptación de este pensamiento son menores si hay sensación de seguridad, una buena educación y formación intelectual y un alto nivel de desarrollo económico. Sin embargo, los poderes mentales son una mentira muy aceptada en occidente. En 2005, un estudio mostró que el 41% de la población adulta de Estados Unidos cree en ellos. El 31% cree en la telepatía y el 26% en la clarividencia. Actualmente se piensa que la fe en lo paranormal se sustenta sobre la fuerte necesidad de creer en algo superior y en el hecho de que, frecuentemtente, todos tenemos experiencias ocasionales que nos parecen extraordinarias y que desafían las explicaciones "normales". Una de ellas, es la clásica coincidencia de pensar en alguien y que esa persona llame al teléfono. ¿Será un caso de telepatía? ¿Entonces por qué no funciona si intentamos repetir la operación?
COMUNICACION MENTAL ENTRE MADRES E HIJOS: La telepatía nunca ha funcionado hasta el momento en experimentos hechos por científicos. Circula por doquier la idea, bastante reconfortante, de que existe una comunicación telepática entre hijos y madres. Por desgracia, ninguna investigación ha podido demostrarlo. Y se ha intentado. Estudios hechos con personas muy afines emocionalmente, algunas de las que eran gemelos univitelinos, han comprobado si realmente existe una comunicación mental a distancia. En estas pruebas, un supuesto emisor se sentó en una mesa, en el interior de una habitación aislada. Otro receptor de «ondas telepáticas» se sentó en otro lugar distante. Los científicos midieron la actividad cerebral de ambos y se les hizo ver una sucesión de fotografías. Se le pidió al emisor que enviara a través de su poder telepático lo que estaba viendo en las imágenes. En la otra habitación, el receptor tenía que sentir si la imagen que estaba viendo era la que había visto su allegado emisor. La estadística no mintió. De las 3.687 respuestas emitidas por los receptores, aproximadamente el 50% eran acertadas. Esta precisión es justo la que se esperaría si las respuestas, que fueron «sí» o «no», hubieran sido dichas por azar. Al menos sabemos que Whatsapp es más eficaz que la telepatía para compartir imágenes.
LA LEVITACION Y LOS "VIAJES ASTRALES": Todos hemos tenido en algún momento esa molesta sensación de no querer estar donde estamos –especialmente los lunes por la mañana–. Algunas personas, propensas al pensamiento mágico, aseguran que su poder mental puede lograr lo imposible, y hacerles salir de su cuerpo, o elevarse del suelo. Muchas tienen en común haber pasado por duros trances: fuertes impresiones, mucho estrés, la cercanía de la muerte o los perniciosos efectos de las drogas. Algunos enfermos han dicho haber sentido la sensación de dejar atrás su cuerpo y hay pacientes recuperados de la anestesia y de duras operaciones que llegaron a ver su propio cuerpo sobre la mesa de operaciones. Los epilépticos a veces tienen sensaciones que describen como «elevación del suelo», «alejamiento de uno mismo» o «salir fuera del cuerpo». Por suerte, los neurólogos han vinculado estas inquietantes vivencias con una actividad anómala del lóbulo temporal del hemisferio derecho. Una actividad que, por cierto, aparece justo antes de los ataques epilépticos. En el imaginario colectivo, todo esto ha encajado muy bien con la noción religiosa y filosófica de que existe un alma separada del cuerpo. Además, siempre se ha dicho que San Pablo, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz levitaron. Por el momento, no hay ninguna evidencia científica, ninguna observación o experimento, bajo método científico, que avale su existencia. Es un fenómeno solo subjetivo, una sensación nunca confirmada por observaciones hechas por otros y referidas con datos y pruebas contrastadas. Por tanto, la levitación es otro mito, hasta que se demuestre lo contrario. Si todavía así le queda un resquicio de duda, el neurocirujano canadiense Wilder Penfield dio con una forma de inducir la sensación de levitación. En operaciones quirúrjicas para tratar ciertos tipos de epilepsia, comprobó que estimulando con electricidad un área concreta, los pacientes decían verse flotando en el aire y contemplando su propio cuerpo en la mesa de operaciones. Aparte de lo logrado por Penfield, la literatura médica está llena de testimonios similares recogidos entre los pacientes.
Existen muchos más Neuromitos que los abordados en estas semanas, pero creo que es tiempo de dar paso a otros temas DE LA CABEZA. ¿Seguimos?
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