martes, 29 de agosto de 2023

CUANDO EL PROBLEMA ES LA ATENCIÓN

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 20 de agosto de 2023. Todos los derechos reservados.

Uno de los dramas tanto en padres como en educadores consiste en los problemas relacionados con el sostenimiento de la atención, factor más que importante en el proceso de aprendizaje a cualquier nivel. Este sistema atencional no siempre es perfecto, y cuando falla, consiste en el defecto principal nada más y nada menos que de la puerta de entrada del conocimiento al cerebro humano. 

La atención dispersa y el síndrome de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) son trastornos neuropsiquiátricos que afectan principalmente la capacidad de una persona para mantener la atención, controlar la impulsividad y regular el comportamiento. El TDAH se caracteriza por una combinación de síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad. La inatención se manifiesta como dificultad para prestar atención a los detalles, falta de organización, tendencia a perder cosas y dificultad para seguir instrucciones. La hiperactividad se refiere a un nivel excesivo de actividad física e inquietud, mientras que la impulsividad se manifiesta como dificultad para esperar el turno, interrumpir o responder antes de pensar. Las causas exactas del TDAH y la atención dispersa no están completamente comprendidas, pero se cree que involucran una combinación de factores genéticos y ambientales. Las diferencias en las funciones y la conectividad de ciertas regiones del cerebro, como el lóbulo frontal y el sistema de recompensa, también se han asociado con el TDAH. 

Pero ¿cómo lo tratamos?. El abordaje terapéutico del TDAH puede incluir una combinación de terapia conductual, intervenciones psicoeducativas y, en algunos casos, medicación. La terapia conductual puede ayudar a mejorar las habilidades de atención, autogestión y autorregulación. Las intervenciones psicoeducativas pueden ayudar a los individuos a entender su condición, aprender estrategias de afrontamiento y mejorar su funcionamiento en el entorno escolar o laboral. En cuanto a la medicación, los estimulantes como el metilfenidato y la anfetamina son los más comúnmente recetados para el TDAH. Estos medicamentos pueden ayudar a mejorar la concentración y reducir la hiperactividad e impulsividad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la medicación no es la única opción de tratamiento y que debe ser administrada bajo la supervisión de un profesional de la salud. 

El pronóstico del TDAH puede variar según la gravedad de los síntomas y la eficacia del tratamiento. Con un diagnóstico adecuado y un manejo adecuado, muchas personas con TDAH pueden aprender a controlar sus síntomas y tener un funcionamiento satisfactorio en la vida diaria. En niños, el enfoque terapéutico del TDAH suele implicar intervenciones en el entorno escolar y la participación de padres y maestros. Se pueden implementar adaptaciones educativas y técnicas de modificación de conducta para ayudar al niño a desarrollar habilidades de autorregulación. En adultos, el enfoque terapéutico puede incluir terapia individual para abordar los desafíos emocionales y de relación asociados con el TDAH. También se pueden utilizar estrategias de organización y gestión del tiempo para ayudar a mejorar la productividad y el funcionamiento en el trabajo o en la vida personal. 

Es importante destacar que el TDAH es un trastorno crónico y que el tratamiento puede necesitar ajustarse a lo largo del tiempo según las necesidades individuales. Un enfoque multidisciplinario que involucre a profesionales de la salud mental, educadores y otros especialistas puede ser beneficioso para el manejo integral de la condición. Al fin y al cabo, es algo DE LA CABEZA que requiere abordarlo desde múltiples aristas. Nos leemos en una semana.

LA NEUROCOCINA

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 27 de agosto de 2023. Todos los derechos reservados.

Siempre se los digo: las Neurociencias se introducen cada vez más en todas las disciplinas del día a día. Y la alimentación no sería la excepción, mucho más tomando en cuenta que mediante los nutrientes correctamente elegidos, la salud cerebral tiende a ser óptima como veremos. Desde ese punto de vista, encontramos a la neurococina, una perspectiva de alimentación que busca promover la salud cerebral a través de la selección adecuada de nutrientes y alimentos. Se basa en la idea de que una buena alimentación tiene un impacto positivo en la función cognitiva, la memoria y el estado de ánimo. La dieta neurosaludable se compone principalmente de alimentos ricos en nutrientes que son beneficiosos para la salud cerebral. 

Algunos de los principales alimentos a incluir en una dieta neurosaludable son: 

- Pescado graso: como el salmón, el atún y las sardinas, que son ricos en ácidos grasos omega-3, que son esenciales para el desarrollo y funcionamiento adecuado del cerebro. 
- Frutas y verduras: especialmente aquellas de colores intensos, como las bayas, las espinacas, el brócoli y las zanahorias, que contienen antioxidantes y vitaminas necesarias para proteger el cerebro del daño oxidativo y promover la salud cerebral. 
- Frutos secos y semillas: como las nueces, las almendras y las semillas de chía, que son una excelente fuente de vitamina E y ácidos grasos omega-3, que pueden mejorar la función cerebral y reducir el deterioro cognitivo. 
- Cereales integrales: como la avena, el trigo integral y el arroz integral, que son ricos en fibra y liberan energía de manera sostenida, lo que ayuda a mantener el cerebro activo y con un buen rendimiento. 
- Legumbres: como los garbanzos, las lentejas y los frijoles, que son una fuente importante de proteínas vegetales, fibra y vitaminas del grupo B, que participan en la producción de neurotransmisores y en la función cerebral. 
- Aceite de oliva: rico en antioxidantes y ácidos grasos monoinsaturados, puede tener efectos positivos en la salud cerebral y reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. 
- Huevos: son una fuente de proteínas de alta calidad y nutrientes importantes para el cerebro, como colina, vitamina B12 y ácidos grasos omega-3. 
- Chocolate negro: con un alto contenido de cacao, puede mejorar el flujo sanguíneo cerebral y brindar antioxidantes beneficiosos para la salud cerebral. 
- Té verde: contiene compuestos antioxidantes y catequinas, que pueden promover un envejecimiento saludable del cerebro. 
-Yogur y alimentos fermentados: como el yogur natural y el chucrut, que son ricos en probióticos que pueden tener efectos beneficiosos en la salud intestinal, lo que se ha asociado con una mejor salud cerebral. 

Pero ¿qué hago con estos alimentos? ¿Cómo los combino? Yo no soy Euge Aquino o Colaso Bó, pero puedo sugerirte algunos platos neurosaludables desde las mismas raíces de la neurococina. Puede ser:
- Salmón a la parrilla con ensalada de espinacas y aguacate. 
- Ensalada de arándanos con nueces y semillas. 
- Omelette de espinacas y champiñones con pan integral tostado. 
- Pechugas de pollo a la plancha con puré de brócoli y zanahorias. 
- Ensalada de garbanzos con tomate, pepino y aceite de oliva. 
- Tazón de avena con frutos secos, semillas y banana en rodajas. 
- Ensalada de lentejas con verduras asadas y aderezo de yogur. 
- Tortilla española con papas, cebolla y aceite de oliva. 
- Pan integral tostado con aguacate, huevo poché y tomate. 
- Batido de arándanos con yogur natural y semillas de chía. 

Estos platos contienen ingredientes neurosaludable que brindan nutrientes esenciales para el cerebro y promueven la salud cerebral en general. Alimentarse también es algo DE LA CABEZA pero también debemos hacerlo PARA LA CABEZA. Nos leemos en una semana.

ALIMENTANDO AL CEREBRO

 

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 4 de junio de 2023. Todos los derechos reservados.

Somos lo que comemos. Nunca mejor aforismo aplicado al cerebro. Pero cuando preguntan cuáles alimentos son los más beneficiosos para el cerebro, nos toca recurrir a nuestros excelentes amigos nutricionistas para que nos cuenten qué regímenes son los más saludables para poder tener un cerebro sano, joven y permanentemente activo.

En primer lugar, hablamos de la famosa Dieta Mediterránea. La dieta mediterránea se ha asociado con una serie de beneficios para la salud, incluida la protección cerebral. Esta dieta se basa en alimentos como frutas, verduras, pescado, legumbres, nueces, semillas, granos enteros y aceite de oliva. Es rica en antioxidantes y ácidos grasos omega-3, que pueden ayudar a proteger las células cerebrales y promover la salud cognitiva. Dentro del marco de buenas costumbres alimentarias para el cerebro también consideramos el consumo de grasas saludables, ya que incorporarlas a la dieta es esencial para el funcionamiento óptimo del cerebro. Estas grasas saludables se encuentran en aguacates, nueces, semillas, aceite de oliva, pescado graso (como el salmón, la trucha y las sardinas) y aceite de pescado. Estas grasas contienen ácidos grasos omega-3 y omega-6, que se han asociado con beneficios para la salud cerebral y la memoria. 

Son famosos en los regímenes alimentarios saludables los antioxidantes, ya que ayudan a proteger las células del daño causado por los radicales libres. Alimentos ricos en antioxidantes incluyen frutas y verduras de colores brillantes, como bayas, uvas, espinacas, brócoli, tomates y té verde. Estos alimentos pueden ayudar a reducir el estrés oxidativo y promover la salud cerebral. Igualmente, incluir vitaminas y minerales, ya que algunos nutrientes específicos han demostrado tener beneficios para la salud cerebral y la memoria. Estos incluyen las vitaminas del grupo B (como la vitamina B12, la vitamina B6 y el ácido fólico), la vitamina E, el magnesio y el zinc. Puedes obtener estas vitaminas y minerales de una variedad de alimentos, como vegetales de hojas verdes, frutos secos, legumbres, pescado, huevos y productos lácteos. 

Sin embargo, así como todo en la vida, también tenemos los alimentos que dañan al cerebro y lo hacen de manera bastante severa. Las grasas saturadas, presentes en alimentos como carnes grasas, lácteos enteros, mantequilla y alimentos fritos, pueden aumentar los niveles de colesterol y contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, ya que un flujo sanguíneo deficiente puede afectar la función cerebral y aumentar el riesgo de deterioro cognitivo. Igualmente, el consumo excesivo de azúcar refinado, presente en dulces, refrescos, pasteles y otros productos procesados, se ha asociado con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Además, un alto consumo de azúcar puede afectar la función cognitiva y la memoria. 

Pero hay más grasas dañinas. Las grasas trans, presentes en alimentos fritos, comida rápida, productos horneados y margarinas endurecidas, son especialmente perjudiciales para la salud cerebral. Estas grasas pueden aumentar los niveles de colesterol LDL (colesterol "malo") y disminuir los niveles de colesterol HDL (colesterol "bueno"), lo que puede provocar inflamación y daño oxidativo en el cerebro. Por último, no puedo dejar de citar lo nocivo que es el consumo excesivo de sal, ya que puede contribuir a la hipertensión arterial, lo que a su vez puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y dañar los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. La hipertensión también se ha relacionado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Ah perdón, no me puedo olvidar que el consumo excesivo de alcohol puede dañar el cerebro a largo plazo, causando daño cerebral, disminución de la función cognitiva, deterioro de la memoria y mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer. 

La alimentación también es una cuestion DE LA CABEZA y para la cabeza. ¿Nos leemos la próxima?

FOBIAS

 

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del domingo 28 de mayo de 2023. Todos los derechos reservados.

Hay miedos y miedos, causas y causas, algunas hasta llamativas. Pero cuando se salen de control hablamos de las fobias. Son trastornos de ansiedad caracterizados por un miedo intenso, irracional y persistente hacia un objeto, situación o actividad específica. Algunas de las fobias más comunes incluyen a la acrofobia (miedo a las alturas), la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), la aracnofobia (miedo a las arañas), la agorafobia (miedo a los espacios abiertos o situaciones difíciles de escapar), la hematofobia (miedo a la sangre o a las heridas) la aerofobia o aviofobia (miedo a volar en avión), la increiblemente diseminada coulrofobia (miedo a los payasos) y la cinofobia (miedo a los perros). 

Cuando una fobia se activa, se desencadenan respuestas físicas y emocionales en el cerebro y el cuerpo. El sistema límbico, que incluye la amígdala, juega un papel fundamental en el procesamiento del miedo y la ansiedad. La amígdala, una estructura en forma de almendra ubicada en el cerebro de la que tantas veces habláramos como interviniente en las emociones, es responsable de la respuesta de "lucha o huida" y puede activarse de forma excesiva en las fobias. Además de la amígdala, otras áreas cerebrales también están involucradas en las fobias, tal es el caso del córtex prefrontal, encargado del razonamiento y la toma de decisiones que puede influir en cómo se interpretan y se manejan los miedos. También se ha encontrado que el hipocampo, relacionado con la memoria y el aprendizaje, desempeña un papel en la adquisición y el mantenimiento de las fobias. 

Aparte de las fobias comunes ya descritas, también existen algunas fobias raras que pueden resultar sorprendentes. Estas incluyen la hexakosioihexekontahexafobia (si, asi de dificil, es el increible miedo al número 666), la pogonofobia (miedo a las barbas), la ablutofobia (miedo a lavarse o bañarse), la nomofobia (miedo a estar sin un teléfono móvil), la increible coulrofobia inversa (si, es cierto, es el miedo a las personas que no usan maquillaje de payaso), la linonofobia (miedo a las cuerdas). la eufobia (miedo a dar respuestas a preguntas) y la quilofobia (miedo a los labios). 

El tratamiento de las fobias generalmente se realiza a través de enfoques terapéuticos efectivos. Algunos de los tratamientos más comunes incluyen: 

- Terapia de exposición: Es una forma de terapia cognitivo-conductual (TCC) en la que gradualmente se expone a la persona a la fuente de su miedo o fobia. 

- Terapia cognitiva: Se centra en identificar y cambiar los pensamientos negativos o distorsionados relacionados con la fobia. 

- Técnicas de relajación y manejo del estrés: El aprendizaje de técnicas de relajación, como la respiración profunda, la relajación muscular progresiva o la meditación, puede ayudar a reducir los niveles generales de ansiedad y el malestar asociado a la fobia. 

- Terapia de desensibilización: Similar a la terapia de exposición, la terapia de desensibilización implica exponer gradualmente a la persona a la fuente del miedo mientras se le proporcionan técnicas de relajación para reducir la ansiedad. 

- Medicación: En algunos casos, se pueden prescribir medicamentos para ayudar a controlar los síntomas de ansiedad asociados con las fobias. Los medicamentos pueden incluir antidepresivos, ansiolíticos o betabloqueantes. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los medicamentos no curan la fobia, sino que pueden aliviar los síntomas mientras se realiza la terapia. 

Es recomendable buscar la ayuda de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra, para recibir un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento individualizado- Las fobias son, sin lugar a dudas, unas de las afecciones DE LA CABEZA más comunes. Nos leemos en una semana. 

LO QUE SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO DAMOS UNA BUENA CLASE

  Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación correspondiente al domingo 10 de setiembre de 2023. Todo...