domingo, 19 de julio de 2020

EL TELECEREBRO Y SUS CONSECUENCIAS


Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nacion correspondiente a los sabados 4 y 11 de julio de 2020. Todos los derechos reservados. 

En estos dos sabados hablaremos del efecto que tiene la educacion a distancia respecto al cerebro, como cambiamos los paradigmas funcionales y sobre todo, como podemos adaptarnos a lo que implica una verdadera "revolucion" funcional en cuanto a la forma de procesar la informacion con la "nueva normalidad" que nos toca vivir.

Con el advenimiento del "modo COVID de vivir" (término acuñado por el Ministro Mazzoleni y equipo) se derrumbaron muchos paradigmas de la "normalidad" hasta entonces reinante. Y una de ellas, que se llegó de la mano del distanciamiento social, es la realización obligatoria del teletrabajo (en la medida de las posibilidades dependiendo del tipo laboral) y de la teleeducación (obligatoria en todos los casos). Plataformas como Zoom, Classroom, Jitsi, Hangouts, Skype o Whatsapp pasaron a ser parte de nuestra vida laboral y estudiantil como elemento de cotidianeidad necesaria. Con estas herramientas, estudiar o trabajar sin moverse de casa como solo veíamos en las series futuristas hace unos años, se hizo realidad. Sin embargo, detrás de estos "facilitadores" del trabajo a distancia, aparecieron otras novedades en la vida de las personas. Aunque ustedes no lo crean. Es lo que en actualmente se conoce como "cerebro de Zoom" y que se da no solo para esa plataforma, sino para todo lo que trae aparejada la realidad hiperconectada que tenemos para suplir de alguna manera el contacto interpersonal físico.

Una queja común de los docentes "virtuales" (término mal usado, porque lo virtual es algo que no existe, mientras que aquí la clase sí existe, solo que es "a distancia") es que, después de dar clases vía Zoom, terminaban muchísimo más agotados física e intelectualmente que si la hubiesen dado en un aula de manera presencial, ante la vista y el contacto próximo de decenas de estudiantes, y esto solo ha demostrado algo que siempre ha sido cierto a escala poblacional: las interacciones "virtuales" pueden ser duras para el cerebro. Aunque parezca increíble lo que pueden causar estas tecnologías en la vida de la gente que las usa, incluso debido a su aparente sencillez y simplicidad, ya que este soporte aparece confinado ordenadamente en una pantalla pequeña y presenta pocas distracciones obvias, esto puede llegar a convertirse en una maldición para el cerebro, debido a que los humanos nos comunicamos permanentemente, aunque no nos digamos nada.

Y es que durante una conversación en persona, el cerebro se concentra parcialmente en las palabras que se dicen, pero también extrae significado de decenas de señales no verbales, como si una persona está de frente o ligeramente de perfil, si está inquieta mientras habla o si inhala rápidamente justo antes de interrumpirte. Estas señales pintan un panorama global de lo que se transmite y la respuesta que se espera del otro interlocutor. Los humanos evolucionamos como animales sociales, así que para la mayoría percibir estas señales es algo natural, hace falta poco esfuerzo consciente para analizarlas y puede sentar las bases de la intimidad emocional. Sin embargo, una videollamada normal afecta a estas capacidades arraigadas y exige prestar una atención constante e intensa a las palabras. Si solo vemos la cara y los hombros de una persona, la posibilidad de ver los gestos de las manos u otro tipo de lenguaje corporal queda eliminada. Si la calidad del vídeo es mala, se frustra cualquier esperanza de deducir algo a partir de las expresiones faciales mínimas. Y si para alguien que depende de esas señales no verbales, el no tenerlas puede ser agotador, imagínense lo que sería para los niños que precisan de activar sus neuronas en espejo (parte del lóbulo frontal relacionada al aprendizaje por imitación) para poder aprender. O a los niños con trastornos específicos del lenguaje o con déficit de atención e hiperactividad, quienes precisan de todas las "señales cognitivas" que puedan emanar de sus profesores para recibir el mensaje del conocimiento de la mejor manera que puedan. Un desafío.

El contacto visual prolongado se ha convertido en la señal facial más intensa disponible y puede parecer amenazadora o demasiado íntima si se sostiene demasiado. Las pantallas con varias personas amplían el problema de la fatiga. La vista en galería supone una dificultad para la visión central del cerebro y lo obliga a descodificar a tanta gente al mismo tiempo que no se obtiene nada significativo de nadie, ni siquiera de la persona que habla. La pantalla múltiple de Zoom es un típico ejemplo de lo que los psicólogos denominan "atención parcial continua", es decir, el tener muchos focos atencionales y no prestarle atención real a ninguno. Esto se aplica tanto a los entornos virtuales como a los reales. Es el tipo de multitarea que el cerebro intenta (y no suele conseguir) manejar en una videollamada grupal. Esto provoca problemas, como el que las videollamadas grupales se vuelven menos colaborativas y más compartimentadas, conversaciones en las que solo hablan dos personas al mismo tiempo mientras las demás escuchan. Como cada participante usa una secuencia de audio y es consciente del resto de las voces, es imposible mantener conversaciones paralelas. Si se ve a un solo interlocutor cada vez, no se puede reconocer el comportamiento de los participantes no activos, algo que sí se percibiría con la versión periférica. Para algunas personas, la división prolongada de la atención genera la sensación desconcertante de estar agotándose sin haber conseguido nada. El cerebro se siente abrumado con el exceso de estímulos mientras está concentrado en buscar señales no verbales que no puede encontrar. Es por eso que una llamada telefónica tradicional podría pasar menos factura al cerebro, ya que cumple una pequeña promesa: solo transmite una voz.

Por el contrario, el cambio brusco a las videollamadas ha sido una bendición para las personas con dificultades neurológicas para mantener conversaciones en persona, como las personas con autismo, que pueden sentirse abrumadas cuando hablan varias personas. Y es que cuando la videollamada abruma a la persona con espectro autista, puede simplemente apagarse la cámara y ahorrar energía para cuando se desee percibir las señales no visuales que se consigan transmitir, porque las personas con autismo suelen tener dificultades para entender cuándo es su turno para intervenir en conversaciones en persona. Por eso el desfase frecuente entre los interlocutores en las videollamadas podría ayudar a algunas personas autista porque, por ejemplo, cuando se usa Zoom está claro a quién le toca hablar. Pero sin embargo, otras personas con autismo podrían tener dificultades con las videollamadas, ya que pueden acentuar los desencadenantes sensoriales, como los ruidos fuertes y las luces brillantes.

Este es el llamado CEREBRO DE ZOOM. Algo a lo que debemos acostumbrarnos, pero que no debe tenernos DE LA CABEZA porque ya formará parte de nuestra nueva normalidad. Nos leemos el sabado que viene.

jueves, 16 de julio de 2020

DOCTOR HOUSE EN EL CEREBRO


Articulo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del diario La Nacion de los sabados 13, 20 y 27 de junio de 2020. Todos los derechos reservados.

Cada sabado en esta columna les cuento acerca de cuan maravilloso e increible puede llegar a ser nuestro cerebro. Desde hoy y por unas semanas, doy una vuelta de tuerca a la cuestion del funcionamiento normal del cerebro y me meto a contarles sobre algunas pocas enfermedades que afectan al órgano rey, y que pueden presentarse en cualquiera de nosotros. Es como si en estas semanas las columnas DE LA CABEZA fueran extraídas de algún episodio de la serie Doctor House. Pero en este caso, totalmente basadas en la realidad.

Les hablaré primero del rarísimo Síndrome de Capgras. Esta enfermedad es una de las más impresionantes entre las que puede padecer el cerebro humano. La persona que la padece tiene una “ilusión de sosías”, es decir, está absolutamente convencida que una persona, generalmente conocida, desea asumir su identidad y se comporta como un completo impostor. Sostiene que la persona que desea hacerse pasar por él mismo, asume un idéntico parecido físico, pero no psicológico. En esta enfermedad, el cerebro de la persona afectada pierde la capacidad del reconocimiento emocional de los rostros familiares, probablemente causado por una desconexión entre el sistema de reconocimiento visual y la memoria afectiva.

Para explicarlo mejor, debo contarles algo acerca del funcionamiento cerebral. La zona de reconocimiento visual se halla en la corteza occipital primaria, destinada a enfocar la vista en un objeto o en un rostro en este caso. Estas zonas transmiten información a la corteza temporal donde radica el reconocimiento facial, y desde allí, a una zona profunda del cerebro que ya citamos numerosas veces en este texto, llamada sistema límbico. Aquí se generan normalmente respuestas emocionales ante la identificación de rostros familiares. Así, cuando miramos una cara, la corteza temporal se encarga de reconocer ese rostro, y transmite la información al sistema límbico para la generación de una respuesta emocional en consecuencia a dicho rostro familiar. Esta percepción alterada crea una concepción paranoide en la persona, ya que considera mediante dicha alteración que se lo está queriendo engañar. Esta enfermedad, lamentablemente, no tiene cura.

Otra patología igualmente llamativa y delirante es el llamado Síndrome de Frégoli. Aquí encontramos que la persona afectada cree fervientemente que personas distintas a conocidas a ella asumen la identidad de esa persona, manifestando que su forma de comportarse y actuar hacen que se parezca a dicha persona. En esta enfermedad ya se manifiesta un claro delirio de persecución: el afectado siente que es perseguido por un individuo a quien cree reconocer en todos lados. Esta persona tiene, según el enfermo, la capacidad de asumir identidades de personas conocidas como si fuesen actores. La afectación se halla en la misma zona que el síndrome descrito anteriormente y su evolución es irreversible.

Les cuento más, como por ejemplo, cuando el cerebro se vuelve "esponja"... así como suena: se convierte en un queso gruyere lleno de agujeritos que van destruyendo su anatomía y su funcionalidad. Qué sucede aquí? Imagínese que su cerebro comienza a perder células. Células que, sabemos, no se regeneran. Imagínese que llevamos a un microscopio ese cerebro y vemos zonas absolutamente vacías, sin ningún tipo de células, con espacios llenos de… nada. Como si el cerebro se redujera a la estructura de una esponja. Terrible, no? Esa enfermedad existe. Y justamente por simular a la estructura que citamos, se denomina encefalopatía espongiforme humana. Y desglosemos su significado: “encefalopatía” por afectar a todo el tejido nervioso encefálico, “espongiforme” por simular en su afectación la estructura de una esponja, con espacios vacíos entre células nerviosas, y “humana” para diferenciarla de su homónima en la especie bovina, la que produce la muy conocida “enfermedad de las vacas locas”. Afecta en el mundo a una persona por cada un millón y se manifiesta entre los 60 y 65 años de vida. Al principio, los pacientes sufren de falta de memoria, trastornos de la conducta, problemas en la coordinación y trastornos visuales, para luego progresar a movimientos involuntarios, ceguera, debilidad general y coma irreversible. Son variedades de esta enfermedad la de Creutzfeld-Jakob y el kuru, ambas transmisibles. La primera es la típica encefalopatía espongiforme humana, mientras que la segunda se adquiría entre tribus de Nueva Guinea donde sus componentes se alimentaban de vísceras de los hombres muertos, padeciendo espasmos, problemas neurológicos severos y muchos más síntomas neurodegenerativos. Si les cuento que todos poseemos a las proteínas que causan esta enfermedad, seguro se van a alarmar. Y esto es así: estas proteínas muy pequeñas se llaman priones, que en su estado normal, sin embargo, no causan daño. Sin embargo, cuando se alteran en su composición, penetran todas las células vivas y se reproducen sin cesar hasta colapsar por completo la célula, matándola. Por eso, y porque estas células no se regeneran, aparecen los espacios vacíos en el tejido cerebral. El diagnostico se hace por biopsia y biología molecular, y estas enfermedades, lamentablemente, no pueden curarse.

Pero así como les cuento de enfermedades terribles e increibles en el cerebro, les comento que también las personas pueden vivir solo con medio cerebro... y muchas veces mejor. Esto se demostró desde que en 1933 Sir Walter Dandy realizó esta cirugía en un ser humano. Es que una de las neurocirugías más radicales se denomina hemisferectomía, y es la retirada neuroquirúrgica de un hemisferio cerebral. Aunque pueda sonar “muy del doctor Mengele”, muchas veces es un tratamiento (radical, pero tratamiento al fin) de patologías cuyo fracaso terapéutico ha sido rotundo anteriormente: epilepsias refractarias o resistentes a todo tipo de tratamiento se curan con esta cirugía. Igualmente, una patología conocida como Sindrome de Sturge-Weber donde los pacientes nacen con un hemangioma facial y trastornos severos a nivel encefálico que incluyen paralisis y convulsiones. Hoy en día ya en el IPS el equipo de Neurocirugía ha realizado cirugías menos radicales, más precisas y con mejores resultados en general. Otras patologías tratadas con hemisferectomia son la hemimegancefalia, donde el hemisferio cerebral afectado alcanza proporciones gigantes, y el Síndrome de Rasmussen, donde el cerebro se inflama de manera localizada en solo un hemisferio, apareciendo trastornos motores y severas convulsiones que solo ceden con la cirugía. Pese a que el paciente sometido a hemisferectomía vivía sin convulsionar en los casos citados, sin embargo perdía movilidad y visión del lado operado, y si la hemisferectomia era del lado izquierdo, el paciente perdía la posibilidad de hablar y de comprender lo hablado.

Para terminar esta serie de situaciones increíbles que le suceden al cerebro cuando se enferma, les voy a contar un cuento de un accidente que pudo ser fatal, pero que cambió el conocimiento que se tenía hasta ese entonces del cerebro de manera radical y para siempre.

La historia cuenta que todo aparentaba tranquilo esa mañana de finales del verano de 1848 en las afueras de Cavendish, en Vermont, Estados Unidos. Los obreros se apuraban para tratar de terminar la línea de ferrocarril que debía pasar por el pueblo y el capataz del grupo llamado Phineas Gage, hombre de 25 años, sumamente capaz, supervisaba todo con su habitual eficiencia. Una de sus funciones como capataz y hombre más experimentado pese a su corta edad, era el colocar cargas explosivas en agujeros taladrados en la roca, para lo cual llenaba el agujero de pólvora, colocaba un detonador, y lo tapaba con arena y aplastaba la arena con una pesada barra de metal.

Pero ese 13 de setiembre, Phineas cometió un error que lo llevaría en un camino sin retorno: olvido echar la arena antes de presionar con la barra, por lo que al hacerlo hubo una chispa que hizo explotar la pólvora y disparó la pesada barra de metal de 1 metro de longitud, 3 centímetros de diámetro y 6 kilos de peso como un proyectil hacia arriba, atravesando la mejilla izquierda del buen hombre, entrando al cráneo de Phineas y saliendo por la parte superior del mismo tras atravesar el córtex cerebral anterior, aterrizando a casi 30 metros de distancia. Fue llevado increíblemente a un hotel cercano sentado en una carreta tirada por bueyes, y subió por sus propios medios las escaleras del edificio. Su herida era asombrosa: tenía 9 cm de diámetro (el Dr. Harlow quien lo atendió, pudo meter su dedo en ella) y había perdido parte del lóbulo frontal y mucha sangre. Pero para sorpresa de todos, se recuperó y después de una semana, paseaba tranquilo por la ciudad. En Medicina, los milagros sí existen.

Pero la palabra “recuperar” no era precisamente la más adecuada: Phineas Gage si se recuperó físicamente, pero ya no era el mismo. El equilibrio entre su facultad intelectual y sus propensiones animales se había destruido. Se volvió irregular, irreverente, grosero e impaciente. Era obstinado cuando le contrariaban. Podía planificar planes a futuro pero siempre los abandonaba antes de siquiera poder llevarlos a la práctica. Siempre encontraba algo que no le convenía. Era totalmente la persona contraria a lo que era antes del accidente. Perdió su trabajo en el ferrocarril, no podía mantener otros trabajos por sus peleas con compañeros de trabajo y terminó en un circo bizarro donde mostraba orgulloso su herida y la barra que la causó.

El otrora buen Phineas murió a los 38 años como consecuencia de crisis epilépticas sucesivas motivadas por su lesión cerebral. Su cráneo y la barra de hierro se conservan en el Museo de Medicina de la Universidad de Harvard. Este caso está considerado como una de las primeras pruebas de que una lesión frontal puede alterar la personalidad, las emociones y la interacción social. Y su descripción es la primera que se tiene del hoy llamado “síndrome prefrontal”. Se cree que a partir de este caso se dejó de pensar en razones subjetivas como causales del comportamiento, y se comenzó a pensar en bases neurobiológicas como causales.

Y, de seguro, se volvió probablemente a pensar una vez más como en tantas otras veces en la historia de la humanidad, que, cuanto más conocemos del cerebro y su funcionamiento, más estamos DE LA CABEZA. Nos leemos el sábado que viene.


EL CEREBRO DE LOS ZURDOS: UN CEREBRO AL REVES?


Articulo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nacion de los sabados 30 de mayo y 6 de jumio de 2020. Todos los derechos reservados.

No y no. Desde el primer parrafo aclaro que mi articulo de esta semana no tiene nada que ver con las connotaciones politicas que puedan darle a la palabra "zurdo". Hoy les cuento como es el cerebro de ese 10% de los hombres y 12% de las mujeres del mundo que empuñan sus decisiones motoras (y de las otras, como veremos) con la izquierda. Bueno, eso a menos que hayas nacido en China, donde aparte de otras curiosidades como comer murciélagos, también tienen un 1% solamente de personas que manejan la vida con la izquierda (aunque se preste al chiste fácil en una sociedad comunista) porque la presión social y cultural es muy grande a fin de "corregir" la zurdera con el uso de la mano derecha. Y no nos extrañemos, hasta hace muy poco tiempo en Paraguay también se intentaba "curar" a los zurdos haciéndolos usar la derecha sin darse cuenta de que eso no es una enfermedad, sino una condición.

Los seres humanos somos diestros porque nuestro cerebro es zurdo y eso es porque la dominancia cerebral es alterna, es decir, las fibras motoras se cruzan en un punto de nuestro sistema nervioso haciendo que la mitad derecha del cerebro sea manejada por el hemisferio cerebral izquierdo y viceversa. Sin embargo, algunos primates primitivos como los macacos tienen igual proporción de diestros y zurdos, la cual se decanta más por los diestros en chimpancés y gorilas, o sea, hay más tendencia a volverse en su mayoría diestros a medida que la especie se acerca más al homo sapiens, o sea, nosotros. Los antecedentes más próximos al homo sapiens eran diestros, calculándose que al menos un millón de años antes de esta época, los antecesores lo eran.

Tanto la asimetría cerebral como la preferencia de mano son tendencias heredables y se cree que hay al menos 40 genes que afectan a que seamos diestros o zurdos. Uno de ellos, el gen PCSK6, es el que presenta una correlación más clara, ya que tiene un papel crucial en la aparición de la asimetría corporal durante el desarrollo fetal. La conclusión es que la preferencia de mano es un rasgo complejo controlado por la actividad combinada de decenas de genes, que algunos de estos genes intervienen en otras funciones biológicas y que el control génico múltiple explicaría por qué los zurdos persisten en un mundo de diestros: hay tantos genes que intervienen en este rasgo que es imposible silenciarlos a todos y además otras funciones importantes quedarían afectadas.

La idea más aceptada sobre el origen de la zurdera es que se basa en un vínculo con el procesamiento del lenguaje, que sabemos que está localizado asimétricamente en el cerebro. El uso de la mano y la producción del habla son dos actividades que requieren un control muscular fino y preciso y una alta actividad cerebral con un fuerte consumo energético. Una posibilidad es que fuese más eficaz evolutivamente concentrar ambas funciones en el mismo hemisferio que tenerlas dispersas por toda la corteza cerebral. Puesto que la mayoría de la gente tiene las funciones del lenguaje localizadas en el hemisferio izquierdo, la mayoría de los centros que gobiernan la motilidad fina de la mano se localizarían también en el mismo hemisferio, lo que a su vez implica que la mayoría de la gente sea diestra. Pero lo contrario no se cumple, los zurdos tienen una organización cortical mucho más heterogénea donde el área de procesamiento de las palabras puede estar en el lado izquierdo, en el derecho o en ambos. De hecho, hay quien dice que la denominación correcta de los zurdos debería ser “no-diestros” puesto que muchos son realmente ambidiestros y tienen muy buena capacidad de movimientos delicados y precisos también con su mano derecha. Para otros autores hubo otro factor principal que fue la incorporación de las manos al lenguaje, la realización de gestos para reforzar o modular el proceso comunicativo, donde el habla y la gesticulación se producirían simultánea y coordinadamente, lo que habría impulsado también ese control de la preferencia de mano por el hemisferio izquierdo.

Continuando con la  Neurociencia de la zurdera, hay que decir para ser sinceros que existe un importante e injusto sesgo cultural donde al grupo minoritario, los zurdos, se le adjudican connotaciones negativas y cargadas de prejuicios. Alejandro Casona llegó a decir que “hay gente que parece zurda de las dos manos” indicando torpeza y falta de habilidad. Por esta ignorancia y desconocimiento de las Neurociencias, muchas culturas han hablado a lo largo de los años de la zurdera relacionandola con cualidades poco favorables lamentablemente. Por ejemplo, en sánscrito la palabra “waama” significa tanto “izquierdo” como “malvado”. En la cultura china, el adjetivo zuǒ — izquierdo— significa también “impropio”. El termino inglés “left” viene del celta “lyft” y significa “débil” o “roto” parecido al holandés dialectal que usa “loof” que significa “sin valor” o “flojo”. En latín, la palabra para izquierda, “sinistra”, significa también “malvada” o “desafortunada” y de ahí deriva nuestra “siniestra” mientras que se supone que para hacer bien las cosas debemos hacerlas “por la derecha”, que en nuestras acciones "somos derechos" y una buena actuación demuestra también nuestra “destreza”, que somos “diestros”.

Por otro lado, un médico criminólogo italiano llamado Cesare Lombroso, dijo que existian tendencias criminales en el predominio de la mano izquierda y así la zurdera era, para él, una evidencia de patología, estado salvaje, primitivismo y propensión al delito. Es de allí donde algunas corrientes (torcidas) del pensamiento pseudo científico relacionan ser zurdo con haber sufrido algún trauma en el nacimiento o algún desequilibrio en el ambiente hormonal del útero como si la preferencia por la mano izquierda fuera una anomalía surgida de una anomalía anterior. En esa linea absolutamente torcida de pensamiento, se han encontrado correlaciones, altamente discutidas, entre la zurdera y problemas de sueño, autismo, esquizofrenia, dislexia, abuso de drogas, alergias, enfermedades autoinmunes, migrañas, agresiones, daño cromosómico, fracaso escolar, criminalidad, alcoholismo, mojar la cama, daño cerebral leve, maduración neuronal e incluso con una menor esperanza de vida. Sin embargo, otros estudios correlacionan la zurdera con aspectos positivos como un mayor desarrollo de las habilidades verbales y espaciales, una mejor organización cerebral y una mayor creatividad.

A la zurdera la han llamado "el Big Bang cerebral" porque algunos investigadores han postulado que la predominancia actual de los diestros es el resultado de dos mutaciones. La primera tendría lugar hace unos 200.000 años y, según algunos estudiosos, creó el sustrato anatómico para la asimetría funcional del cerebro implicando la especialización de los hemisferios, el desarrollo del lenguaje y el potenciamiento del procesamiento cognitivo superior: pensamiento abstracto, sentimientos, planificación, empatía, predicción del futuro, mientras que para otros, sin embargo, esto es una exageración y esa mutación lo que hizo fue simplemente desplazar los centros del lenguaje hacia el hemisferio izquierdo haciendo que el cerebro fuese más asimétrico y ,poco a poco, más especializado. La segunda mutación canceló la tendencia natural del cerebro hacia la mano derecha posibilitando la aparición de más zurdos. De ser así, las personas que tuvieran la segunda mutación tendrían una organización cerebral atípica lo que explicaría porqué los zurdos tienen una mayor probabilidad de tener tanto enfermedades mentales como inteligencias sobresalientes.

En la historia de todas las áreas han habido enormes exponentes que fueron zurdos. Se los cito? Juzguen ustedes el grado de "afectación" que pudieron haber tenido: Leonardo Da Vinci, Ludwig Van Beethoven, Charles Chaplin, por ejemplo, eran zurdos. Actualmente, encontramos zurdos en la televisión diaria como Bob Esponja y el igualmente querido como odiado Ned Flanders, vecino de los Simpsons en la serie del mismo nombre, que incluso en un capitulo de la tercera temporada abre una tienda para zurdos en Springfield llamada "Leftorium". Y ademas de ellos, encontramos algunos zurdos más a los que no les fue tan mal en sus cosas: Barack Obama, Bill Gates, Ronald Reagan, George Bush padre, Abraham Lincoln, John F. Kennedy, Nicole Kidman, Julia Roberts, Angelina Jolie, Scarlett Johansson, Hugh Jackman, Bruce Willis, Iker Casillas y Keanu Reeves. Y aquí no se si contar a Rafa Nadal porque él es diestro de nacimiento pero, por sugerencia de su tío y entrenador, empuña la raqueta y juega con la zurda, haciendo todas las otras cosas con la derecha.

Este es el apasionante mundo de los zurdos. Mi situacion es compleja: chuto con la izquierda y escribo con la derecha... soy un caso para el análisis... estoy DE LA CABEZA... Nos vemos el otro sábado...!!!




TIEMPO DE APRENDER? NO. TIEMPO DE DESAPRENDER...!!!


Articulo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nacion del sabado 11 de abril de 2020. Todos los derechos reservados.

Una de las frases desgastadas en estos tiempos de pandemia es que debemos salir aprendiendo muchas cosas para poder hacer productivo todo este tiempo. Sin embargo, cerebralmente hablando no hay nada mas inexacto que esto... por que? Porque el cerebro no aprende en situaciones de estres, el estres no proporciona buenos neurotransmisores para fijar conceptos ni aprender aptitudes y menos actitudes. Si bien siempre insisto en que la emocionalidad es necesaria para fijar conceptos, sin embargo cuando el cortisol del estres predomina no puede haber concepto fijado, y entonces es cuando todo lo vivido es tiempo perdido cognitivamente hablando.

Vivimos un tiempo en que encontramos que lo que hasta hace apenas dos meses era la norma, hoy no lo es, y nos damos cuenta que ya no va a serlo mas. Formas de trabajar, maneras de estudiar, relaciones humanas nunca seran iguales en la humanidad post pandemica. Y si no nos damos cuenta de esto, estaremos buscando la solucion a nuevos problemas por medio de viejos caminos que ya no conducian probablemente a nada y que ahora, a la luz de los nuevos hechos, lo haran menos. La pandemia nos hara diferentes personas: oficios cambiaran, profesiones se reinventaran, y el que no lo hace, esta condenado a sufrir mucho hasta darse cuenta de que debe hacerlo.

En la medicina el ejemplo es claro. Los que hace años hacemos consulta a distancia tenemos bien sabido que el paradigma del paciente frente a frente aunque sea para sus controles cotidianos, debera cambiar, reservandose eso solamente a la exploracion fisica y los procedimientos indispensables para realizar el tratamiento. En educacion tambien: las aulas presenciales deben dejar rapidamente su sitio a la virtualidad y a la transmision de conceptos mas que de contenidos, algo que deberia haber sido asi desde siempre pero que, por no salirnos de nuestra zona de confort, los docentes hemos ignorado con devocion y terquedad casi propias de una mula. Todo va a cambiar post Covid-19 y eso no podemos (ni debemos) olvidarlo.

Es por eso que de ahora en mas no debemos decir que la pandemia debe dejarnos algo que aprender. En realidad, la pandemia nos ayuda a desaprender mucho, a destruir los conceptos y paradigmas que eran aparentemente intocables en nuestras vidas, y que deben deconstruirse en nuestro esquema mental para reinventarnos en nuestras profesiones, en nuestras relaciones, en el dia a dia post pandemia. Es imposible aprender si antes no de desaprende. El cerebro no puede construir un esquema mental sobre otro pre hecho. La mente debe otorgarle flexibilidad a los conceptos, destruir los dogmas construidos como inmutables, y una vez rotos los preconceptos y los preaprendizajes, aprender de nuevo, aunque eso represente "gasto energetico" y nuestro cerebro este siempre dispuesto a ahorrar energia, sobre todo en tiempos de carencia como los que vivimos. Porque esa es la naturaleza: el cerebro sabe que no se vienen tiempos faciles, entonces se aferra a lo que menos energia la haga gastar, y eso es lo que siempre le funciono hasta ahora pero ya no le va a funcionar. Por eso tambien es tan dificil desaprender...

Es tiempo de desaprender primero. No de aprender mal. Es tiempo de dar rienda suelta a la creatividad y reinventarnos en todas las areas de la vida. El cerebro nos comandara en ese proceso DE LA CABEZA que en otros ambitos se denomina EVOLUCION. Y el que no evolucione, se queda atras. Nos leemos el sabado que viene.

TIPS NEUROEDUCATIVOS PARA LA EDUCACION EN TIEMPOS COVID


Articulo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nacion de los sabados 9, 16 y 23 de mayo de 2020. Todos los derechos reservados.

La encrucijada COVID-19 no solo es sanitaria. Tambien abarca otras areas como la economia, la repercusion social, hasta la espiritualidad, y, por supuesto, la educacion. De golpe y porrazo, de la noche a la mañana, hemos tenido que adaptar nuestra forma de vivir a un nuevo estilo, bien denominado por el Ministro de Salud como "Modo Covid de vivir". Muchos se han bancarizado para no tocar el papel moneda o no salir de casa aprendiendo a usar pagos electronicos, muchos ya formalizamos lo que veniamos haciendo hace tiempo que es la consulta medica a distancia y asi. Pero realmente donde todos coinciden es que tenemos serios problemas a la hora de "transplantar" el aula presencial al mundo virtual. Y eso es porque, como nos enseñara Leslie Hart "querer enseñar sin saber como funciona el cerebro es como querer hacer un guante sin haber visto jamas una mano". Por eso, antes que usar computadoras o aprender los secretos de cualquier plataforma virtual de clases, tenemos que conocer que pasa en el cerebro ante la mal llamada "virtualidad", porque virtual es algo que no existe en la realidad, y esto es mas bien el uso de tecnologia para poder enseñar. Y en ese contexto nace la Neuroeducacion y la Neurodidactica, que no son mas que disciplinas que integran el conocimiento del funcionamiento del cerebro para mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje. En estos sábados me permitiré proporcionarles un resumen de mi próximo libro CEREBRA LA EDUCACIÓN (muy pronto ya a disposición) para intentar que el proceso de aprendizaje sea el más agradable para todos, alumnos y docentes.

Y he ahi el primer concepto errado: enseñar no es transmitir conocimientos, no solo en tiempos COVID sino en todo momento. Enseñar es transmitir capacidades. Si eso no lo hemos hecho en la realidad, no lo haremos por nada del mundo a distancia. Entonces, antes que conocer tecnicamente como "llegar" a nuestros alumnos, debemos replantearnos seriamente: estamos educando para el lobulo frontal o lo hacemos tambien para el sistema limbico? O dicho de otra manera, menos neurocientifica: estamos transmitiendo solo conocimiento vacío, o realmente estamos impregnando el saber de capacidad de fijación para que pueda ser usado cuando sea necesario? Es decir, enseñamos para que sirva o solo por transmitir elementos para memorizar? La revolucion, entonces, no es la de "una computadora por alumno" o "la mejor plataforma para enseñar", sino el concepto de docente "llegador", que "compra" emocionalmente al alumno para, como siempre digo, introducirle sin que se percate, el conocimiento en su cerebrito ávido de conocimiento, que es así aunque el mismo no se de cuenta. Y es que las emociones importan, son el mecanismo que la evolucion ha puesto en nuestro cerebro para poder sortear los obstaculos, ya que todo lo que esté movido por un impulso emocional siempre tiene más éxito. La gestión de esas emociones es un factor que no hemos incorporado aún a la docencia, el manejo de ellas nos garantiza mejores competencias en nuestro desempeño. Enseñar emociones es un concepto que debemos comenzar a manejar los docentes, ya que no solo es la base de la capacidad de actuación del ser humano, sino que, como vimos muchas veces en este espacio, es el "pegamento" con el cual quedan adheridos los conocimientos al cerebro humano, ya que las emociones positivas facilitan el aprendizaje, mientras que las negativas activan la amígdala que es nuestro centro de alarma cerebral, dificultando el paso de la información entrante a las zonas donde reside la memoria: el hipocampo y la corteza prefrontal, sedes de la llamada "memoria ejecutiva", la encargada de la ejecución de los procesos. Nos preocupamos mucho de la consabida "gestión del conocimiento" pero nunca lo hemos hecho acerca de gestionar las emociones. El ambiente neuroeducativo propicio aumenta el aprendizaje, y la empatía, factor que debemos cultivar los docentes, es fundamental para educar desde la comprensión.

Es muy importante saber que cada cerebro es distinto, no hay cerebros iguales en ningun caso. Esto es mas que un cliché neuroeducativo, es una realidad comprobada por neuroimágenes. Si bien la anatomía es similar, la conformación del entramado neuronal es diferente y jamás igual para ningún ser que habitó esta tierra, y eso hace de cada individuo (y su cerebrito) absolutamente especial y diferente. Y tiene una gruesa implicancia educativa: si educamos a todos por igual, habremos incurrido en el pecado de convertir a nuestros alumnos en "another brick in the wall" otro ladrillo en la pared, como denunciaba Pink Floyd alla por los finales de los 70 en el siglo pasado. El concepto de diversidad amplía mucho más el concepto de educación inclusiva, no limitándose solo a personas con discapacidades diversas, sino considerando que todos, en mayor o menor medida, tenemos menos capacidad en algunas áreas que otros. Por ello, nuestra enseñanza a distancia debe ser lo menos homogenea posible... suena como una bofetada, si, pero enseñar "en bloque" es el peor error que podemos cometer... a distancia y en el aula.

No podemos dejar de saber que para el cerebro, descubrir es una consigna inconscientemente impregnada en su funcionamiento. En el proceso de aprendizaje, la novedad es un elemento fundamental, indispensable e irrenunciable, ya que facilita el aprendizaje de una manera brutal. El cerebro es muy curioso y lo nuevo siempre concita la atención y vuelca la voluntad hacia el deseo de saber. Los contenidos académicos abstractos, descontextualizados e irrelevantes hacen que la experiencia del aprendizaje sea aburrida y frustrante para el alumno, ya que la atención comienza una caída en picada violenta a los 10 minutos de clase y se pierde por completo luego de 15 minutos de vacío académico en forma y contenido, algo que mi gran amigo neurocirujano, neurocientífico y docente Roberto Rosler dió en llamar "una amplia desperdiciolandia cognitiva". Los alumnos tienen una tendencia natural a no querer reflexionar, pero son todos y sin excepción, curiosos por naturaleza, y esa curiosidad activa a las emociones que al final llevan a la búsqueda del conocimiento, y finalmente, al aprendizaje. Estimular la curiosidad es el camino a sus cortezas prefrontales, como docentes no desactivemos nuestro GPS educativo.Y uno de los hechos que debemos aprender de esto es que en el proceso educativo no importa la recompensa, sino la sorpresa que conlleve esta, lo que traiga aparejado de la mano de manera absolutamente imprevista. Yo soy enemigo de las estrellitas como premio al esfuerzo, soy más proclive a una recompensa inesperada, como el conferirle una responsabilidad diferente ante el grupo (liderar un grupo de lectura, sacar un chupetín del bolsillo (aunque no sean buenas las golosinas), o regalarle un pequeño libro o un presente sencillo hecho por el docente que signifique más que una distinción como una medalla, y sea algo más personal, como "una parte" del propio maestro. Y tomar en cuenta este tip: siempre es mejor aprovechar los primeros minutos de la clase, cuando la atención aún no ha entrado en picada, para transmitir los contenidos más relevantes, para luego dividir la clase en segmentos de 15 minutos, entre los cuales el docente pueda recurrir a elementos sensoriales, como el movimiento, una actuación que implique un remedo gestual, o algún recurso que estimule los sentidos, como el cambio del timbre de voz, el cual, está demostrado, actúa como un gancho de atracción muy poderoso para llamar la atención de los alumnos.

Por otro lado, siempre se ha dicho que la práctica hace al maestro, aunque en realidad construye al alumno. Y es que el cerebro conecta la nueva información con la ya conocida, por lo que aprendemos mejor y más rápidamente cuando relacionamos la información novedosa con los conocimientos ya adquiridos, porque entrelaza los circuitos neuronales de la corteza en donde hubo almacenado el conocimiento, con otros circuitos que contienen información diferente, pero relacionada con la primera. De esta manera, se hace más sencilla la evocación del contenido posteriormente, y se refuerza la fijación del concepto que se desea aprender. Es la base funcional del llamado "aprendizaje por asociación".. Para optimizar el aprendizaje, el cerebro necesita la repetición de todo aquello que tiene que asimilar y lo realiza mediante la adquisición de toda una serie de automatismos, siendo esta la forma en la que memorizamos. Pero esto necesariamente requiere tiempo. La automatización de los procesos mentales hace que se consuma poco espacio de la memoria de trabajo (asociada a la corteza prefrontal, sede de las funciones ejecutivas) y sabemos que los alumnos que tienen más espacio en la memoria de trabajo están más dotados para reflexionar. Sin embargo, es aquí donde nos encontramos con que la repetición o la memorización muchas veces puede ser aburrida, por lo que los docentes hemos de ayudar a adquirir y mejorar las competencias necesarias según la práctica. Por ejemplo, la práctica continua de cálculos aritméticos y la memorización de la tabla de multiplicar es imprescindible en la resolución de muchos problemas matemáticos o el conocer de memoria las reglas ortográficas es imprescindible para escribir con corrección. El problema reside en que muchas veces la práctica intensiva puede resultar aburrida por lo que sería aconsejable espaciar la práctica en el tiempo y variarla con otras actividades. Esta es una de las razones por las que siempre estoy en contra de los contenidos programáticos, ya que en vez de ser lineales deberían ser "en espiral", es decir, en forma progresiva en el tiempo prolongado con un eje principal y subsidiarios cognitivos basados en el mismo con buen margen de tiempo para la práctica, no encajonados en una serie de objetivos cognitivos a conseguir entre dos fechas.

Otra frase cliché en la enseñanza es la de "aprender jugando". Y es más que eso, porque el juego constituye un mecanismo natural arraigado genéticamente que despierta la curiosidad, es placentero y permite descubrir destrezas útiles para desenvolvernos en el mundo. Los mecanismos cerebrales innatos del niño le permiten, a los pocos meses de edad, aprender jugando. Se libera dopamina que hace que la incertidumbre del juego constituya una auténtica recompensa cerebral y que facilita la transmisión de información entre el hipocampo y la corteza prefrontal, promoviendo la memoria de trabajo. El juego constituye una necesidad para el aprendizaje que no está restringida a ninguna edad, mejora la autoestima, desarrolla la creatividad, aporta bienestar y facilita la socialización. La integración del componente lúdico en la escuela resulta imprescindible porque estimula la curiosidad y esa motivación facilita el aprendizaje. Se ha demostrado que jugando durante 16 horas durante un mes, se aumenta la cantidad de materia gris en ciertos lugares del cerebro relacionados con el aprendizaje, lo cual es un obvio indicador del aumento en la capacidad cerebral, Igualmente, se mejora la coordinación entre regiones cerebrales, la comprensión verbal, el razonamiento y la percepción visual. El juego motiva, ayuda a los alumnos a desarrollar su imaginación y a tomar mejores decisiones. Además, existe una gran variedad de juegos que mejoran la atención, uno de los factores críticos en el proceso de aprendizaje: ajedrez, rompecabezas, juegos compartidos, programas de gratuitos de descarga para celulares o computadora, etc. La cuestión de integrar adecuadamente el componente lúdico en la actividad diaria.

Muchas veces menospreciamos al arte como uno de los pilares en la educación. Para muchos, enseñar arte o aprenderlo podría parece una frivolidad, una pérdida de tiempo ante la premura aparente de aprender operaciones numéricas, contenidos científicos o datos históricos. Sin embargo, hoy la neurociencia está demostrando que las actividades artísticas involucran a diferentes regiones cerebrales. ya que (principalmente la actividad musical) promueven el desarrollo de procesos cognitivos. Se ha demostrado que la instrucción musical en jóvenes mejora la capacidad intelectual como consecuencia del incremento y la estimulación de la plasticidad cerebral, sobretodo en aquellos con mayor interés y motivación hacia las actividades artísticas. Además, en algunos niños, aparecen correlaciones entre la práctica musical y la mejora en geometría o las capacidades espaciales cuando el entrenamiento es intenso. Por otra parte, el teatro o el baile desarrollan habilidades socioemocionales como la empatía y son beneficiosos para la memoria semántica. Por ejemplo, al hablar en público se genera noradrenalina, una sustancia que se sabe que interviene en los procesos relacionados con la atención, la memoria de trabajo o el autocontrol. Es por eso que, basándonos en las Neurociencias, la educación artística debe ser obligatoria. La instrucción musical o el teatro que tantas habilidades sociales, emocionales y cognitivas son capaces de desarrollar deberían de formar parte del contenido programático y no, como ocurre frecuentemente, quedar como actividades marginales u optativas.

Un último factor a tener en cuenta en los procesos de Neuroeducación es el factor social. Los humanos somos seres sociales porque nuestro cerebro se desarrolla en contacto con otros cerebros. El descubrimiento de las neuronas espejo (que detallaramos alguna vez en esta columna semanal) resultó trascendental en este sentido porque estas neuronas motoras permiten explicar cómo se transmitió la cultura a través del aprendizaje por imitación y el desarrollo de la empatía, es decir, qué nos hizo realmente humanos. Se ha demostrado que los bebés con pocos meses de edad ya son capaces de mostrar actitudes altruistas, por lo que hemos de evitar en la educación la propagación de conductas egoístas fruto de la competividad. El aprendizaje del comportamiento cooperativo se da conviviendo en una comunidad en la que impera la comunicación y en la que podemos y debemos actuar. Cuando se colabora se libera más dopamina y ya sabemos que este neurotransmisor facilita la transmisión de información entre el sistema límbico y el lóbulo frontal, favoreciendo la memoria a largo plazo y reduciendo la ansiedad. La implicación de la corteza orbitofrontal en el proceso explica por qué a los niños les cuesta demorar la gratificación, dado que el proceso de maduración de esta región cerebral se alarga hasta pasada la adolescencia. La colaboración efectiva en el aula requiere algo más que sentar juntos a unos compañeros de clase. Los alumnos han de adquirir una serie de competencias básicas imprescindibles en la comunicación social como el saber escuchar o respetar la opinión divergente. Además, han de tener claro los beneficios de trabajar en grupo y saber cuáles son sus roles en el mismo. La escuela ha de fomentar también la colaboración entre alumnos de distintos niveles y la compartición de conocimientos (por ejemplo, mediante presentaciones de trabajos de investigación de los alumnos), sin olvidar la realización de actividades interdisciplinares. Y no hemos de olvidar que la escuela ha de abrirse a toda la comunidad. La socialización es un factor sumamente importante tanto en el aprendizaje como en la maduración del cerebro, las conductas y el las capacidades de relacionamiento, sobre todo en una sociedad tan atomizada por dispositivos y redes sociales que nos distancian físicamente, pero nos acercan cognitivamente. Pero esto último es tema de otro sábado.

En fin, si debemos resumir este artículo en que hablamos de Neuroeducación para enfrentar tiempos COVID y no COVID, debemos concluir que es una gran época para aprender e innovar. Los nuevos tiempos requieren nuevas estrategias y los últimos descubrimientos que nos aporta la neurociencia cognitiva desvelan que la educación actual requiere una profunda reestructuración que no le impida quedarse desfasada ante la reciente avalancha tecnológica, manifiesta ahora "de golpe" con la pandemia. Aunque hemos de asumir que la educación no se restringe al entorno escolar, la escuela y los docentes hemos de preparar a los futuros ciudadanos de un mundo cambiante, y que mejor ejemplo hemos tenido absolutamente todos que esta contingencia mundial. Para ello, hemos de erradicar la enseñanza centrada en la transmisión de una serie de conceptos abstractos y descontextualizados que no tienen ninguna aplicación práctica. Nuestros alumnos han de aprender a aprender y la escuela ha de facilitar la adquisición de una serie de habilidades útiles que permitan resolver los problemas que nos plantee la vida cotidiana: un aprendizaje para la vida. Y para ello se requiere inteligencia principalmente socioemocional. El aprendizaje se optimiza cuando el alumno es un protagonista activo del mismo, es decir, se aprende actuando. Y esto se facilita cuando es una actividad placentera y se da en un clima emocional positivo. Nuestro cerebro nos permite mejorar y aprender a ser creativos y es por todo ello que la neuroeducación resulta imprescindible.

Nos seguimos leyendo en mi siguiente libro CEREBRA LA EDUCACION. Y cada sabado en esta columna semanal que nos tiene DE LA CABEZA.



EL TIEMPO DEL GRAN SALTO EDUCATIVO CEREBRAL


Articulo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del diario La Nacion del sabado 2 de mayo de 2020. Todos los derechos reservados.

En tiempos COVID, las palabras REINVENCION y CREATIVIDAD son las que predominan en todas las areas de la cotidianeidad. Desde el gastronomico que reinventa su actividad hasta el medico que cambia su manera presencial de atender, todos nos tenemos que reinventar creativamente para vivir el MODO COVID que tanto se preconiza de ahora en mas y que incluye mucho mas que el distanciamiento social y el lavado de manos. A quien quiera escucharme, me lamento constantemente sobre el hecho de que tuvo que venir una pandemia para que nos empujase (no que nos animemos) a dar EL GRAN SALTO en nuestra actividad diaria, movidos por la necesidad. Y si, el estomago vacio no aportara glucosa al cerebro pero si la dosis necesaria de neurotransmisores para hacer surgir esa cualidad tan poco desarrollada por los paraguayos justamente porque nunca fue incentivada como corresponde: la creatividad.

NUNCA HEMOS ENSEÑADO A SER CREATIVOS. Nos limitamos siempre a la linealidad del conocimiento sin salirnos de la zona de confort que nos proporciona un Power Point que ni siquiera renovamos año a año. No nos preocupamos mas que de darles trabajos grupales mientras nosotros nos sentamos en el escritorio a leer redes sociales o responder mensajes en nuestro telefono. El proceso de enseñanza nunca se realizo. Transmitimos CONTENIDOS solamente en el mejor de los casos, pero nos olvidamos de lo principal: TRANSMITIR CAPACIDADES. Lamento comunicarles que eso se termino, que los profesores deben dejar de ser repetidores o transmisores de contenidos, y convertirse en MAESTROS, inspiradores a emprender la tarea de MOTIVAR a sus alumnos de cualquier nivel a descubrir la verdad en la busqueda o incluso en un patito o un circulito de la enseñanza inicial.

En ese tren de cosas, tenemos el gran salto que implican los medios modernos para dar clases "virtuales", termino mal dicho porque lo virtual, no existe. Yo prefiero llamarlo CLASES A DISTANCIA porque al decir "virtual" eximo de responsabilidad al principal eje sobre el que gira el proceso de enseñanza: el docente. Es él el que tiene que ponerse al frente del proceso, transmitir habilidades con las limitaciones que podria tener tecnicamente pero con las sobradas capacidades que debe haber desarrollado con la tan mentada "experiencia" que hubo ganado en el aula.

No podemos depender de plataformas tecnologicas insulsas, de canales masificados de transmision de conocimientos, de aplicaciones hackeables por degenerados que filtran fotos de actos sexuales en clases de niños de parvularia. Hoy en dia y mas que nunca debemos exigirle a nuestro cerebro toda la CREATIVIDAD de la que podemos hacer gala. El tiempo que tanto nos hacian perder en la docencia presencial llenando planillas y procesos es un tiempo maravilloso que tenemos en nuestros hogares para poder ser creativos, transmisores de capacidades, inspiradores de cerebros. EMOCIONAR para ENSEÑAR nos va a convertir en los mejores docentes que podamos imaginar. REINVENTARNOS A NOSOTROS MISMOS nos asegurara no perder el trabajo y, por el contrario, que nos busquen y nos soliciten. Esa trillada frase de SER LUZ EN LA OBSCURIDAD. Enseñamos toda la vida para el lobulo frontal, para el razonador, para el que decide que guardar en la memoria y que no. Y tenemos el ejemplo "Youtuber" de aquel que no pretende mas que hacer pasar el tiempo, introduciendo (sin quererlo casi siempre) contenidos en la mente de nuestros alumnos. Es hora de que dejemos los contenidos en segundo plano, y comencemos de una buena vez a buscar estimular la busqueda, despertemos la curiosidad y formemos parte del proceso del aprendizaje, metiendonos literalmente en el cerebro de nuestros alumnos, conociendo como funciona y sobre todo, interpretando su emocionalidad en todo tiempo, y mas en tiempo COVID.

Es hora del gran salto educativo cerebral. No es cuestion ya de animarse. Debimos habernos animado hace tiempo. Es momento de hacerlo como cuestion de vida o muerte, porque esta en juego la salud cultural de una generacion completa. Es un hermoso circulo virtuoso del que tenemos que impregnarnos: nosotros debemos crear para enseñar y debemos enseñarle a que sean creativos. No te quedes fuera, docente, profesor, maestro. Subite al carro de la creatividad, rompe los paradigmas, sali de tu zona de confort no importa la edad que tengas ni el tiempo que lleves enseñando. Desaprende para aprender de nuevo. Tus alumnos mas que nunca te lo exigen. Y, como si fuera un juramento de cargo, si no lo cumplimos, Dios y la Patria nos lo demandaran. Feliz dia del Maestro. Hagamos honor a ese titulo que nos hizo elegir este apostolado que nos tiene DE LA CABEZA todo el tiempo. Nos leemos el sabado que viene.


LO QUE SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO DAMOS UNA BUENA CLASE

  Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación correspondiente al domingo 10 de setiembre de 2023. Todo...