miércoles, 21 de diciembre de 2022

EL CEREBRO EN NAVIDAD Y AÑO NUEVO

 

Artículo correspondiente a la columna dominical del diario La Nación de los domingos 25 de diciembre de 2022 y 1 de enero de 2023. Todos los derechos reservados.

Decir que en estas épocas del año "nos sentimos diferentes" no es una simple acepción. Es realmente una buena forma de describir que, en determinadas fechas, sin tener una razón real sino más bien eminentemente emocional, el cerebro literalmente "cambia", se comporta diferente, actúa y funciona de manera distinta. Y es que estamos llenos de estímulos afectivos y sociales: calles y comercios adornados, promesas de reunión, cierre de ciclos que, si lo pensamos bien, son solo convencionalismos y nada racionalmente diferente al paso de los días (no hay "magia" que suceda simplemente por cambiar de año). Estos cambios, repercuten en el cerebro y las Neurociencias no han quedado ajenas a eso. Un estudio científico ha verificado que, en efecto, esta época propicia una actividad cerebral diferente y que los cambios en los hábitos y en el entorno modifican la mente. 

Un grupo de científicos de la Universidad de Copenhague llevó a cabo una investigación sobre los efectos de la Navidad en el cerebro. Su objetivo fue ubicar el “espíritu navideño” dentro de la actividad cerebral, y para ello emplearon imágenes de resonancia magnética funcional. Para el estudio se partió de dos grupos de personas. Uno de ellos correspondía a quienes habían celebrado la Navidad desde la infancia y tenían una actitud positiva hacia estas fechas. El otro grupo no tenía por costumbre hacer festejos navideños. En el primer grupo se detectó una activación de ciertas zonas cerebrales ante imágenes o estímulos que evocaban la Navidad. En concreto, se observaban cambios en la corteza motora sensorial, la corteza motora primaria y premotora y el lóbulo parietal. En el otro grupo no se veían estas reacciones. ¿Qué significa esto? Que quienes tienen presentes las tradiciones navideñas reaccionan a estas poniendo en juego aspectos como la memoria y las sensaciones motoras, activando evocaciones y recuerdos profundos. 

Las variaciones en el entorno provocan modificaciones en el estado de ánimo y, por supuesto, esto tiene un referente en el cerebro. Durante la Navidad cambian las costumbres, los eventos, la actitud de las personas e incluso la apariencia de las casas y de las calles. Así que, en mayor o menor medida, hay una transformación en la mente. No se puede hacer una generalización sobre la forma en la que la Navidad cambia el cerebro. Depende de cada entorno y de cada persona. Sin embargo, lo que sí es posible es establecer los factores que tienen el potencial para producir modificaciones. Por ejemplo, las compras y compromisos sociales que se generan de manera más habitual que de costumbre Es habitual que durante la Navidad se tengan más compromisos sociales que de costumbre. Hay más reuniones, despedidas, fiestas y toda suerte de eventos. Así mismo, lo común es que en esta época se destine tiempo a las compras de regalos, en medio de tiendas repletas de gente. Todo esto en conjunto hace que se incremente el estrés. Igualmente, es muy común que, quienes experimentan una sensación positiva con la Navidad, también sientan una cierta tristeza cuando esta se terminan. Puede haber una sensación de agotamiento o de vacío, acompañada por la obligación de regresar a la rutina. 

La Navidad y los regalos son como el pan con manteca: suelen ir juntos. Tanto dar como recibir obsequios produce satisfacción emocional. La generosidad se asocia con la liberación de dopamina y endorfinas, lo cual incrementa la sensación de bienestar. También, durante la Navidad se establece más contacto con otras personas, lo cual debe ser bien regulado para que no sea agobiante, en especial para quienes no se sienten cómodos socializando con tanta intensidad. Por lo demás, resulta excelente para llenarse de la buena actitud navideña de otros. 

Sin embargo, también esta época es tiempo de excesos, principalmente  en el gastar, en el comer y en el beber. Pasar el límite suele tener consecuencias, que al final solo se notan en enero. Mejor controlarse un poco y disfrutar de estas festividades con moderación. Recordemos lo que dijimos antes: tenemos una “red espiritual navideña” que comprende varias áreas corticales en el cerebro humano. Esta red tuvo una activación significativamente mayor en personas que celebran la Navidad con asociaciones positivas en comparación con personas que no tienen tradiciones navideñas y asociaciones neutrales. Se estima que millones de personas son propensas a mostrar problemas psicológicos importantes en Navidad, como una gran tristeza y hasta angustia. Incluso aún después de muchos años de celebrar la Navidad. La localización precisa del espíritu navideño es un primer paso fundamental para poder ayudar a pacientes con este síndrome. La ubicación del espíritu navideño también podría contribuir a una comprensión más general del papel del cerebro en las tradiciones culturales festivas, haciendo una contribución a las festividades interculturales y al espíritu de buena voluntad para todos.Otro estudio mostro que las personas que invirtieron su dinero de forma generosa para beneficiar a otras personas, mostraron más actividad en el área del cerebro vinculada al sentimiento de felicidad. En otro estudio similar, dos psicólogas de la Universidad de British Columbia y uno de Harvard, le pidieron a los participantes que calificaran su nivel de felicidad. Luego se les entregó a los participantes un sobre con dinero que debían gastar antes de las 5pm de ese mismo día. Pero los investigadores dividieron a los participantes en 5 grupos diferentes, con base en el uso que le darían al dinero Unos lo debían usar para hacer un pago pendiente Otros lo debían usar para un gasto necesario Otros lo debían usar para un regalo para sí mismos Otros lo debían usar para un regalo para alguien más Después de las 5pm, los participantes debían regresar a reportar su nivel de felicidad de nuevo. Los participantes que recibieron la indicación de usar el dinero para un regalo para otra persona reportaron los mayores índices de felicidad. 

Los problemas cardiacos aumentan durante las fiestas de fin de año. Si bien este dato no es sobre la actividad del cerebro en Navidad, lo cito porque es un aspecto que se puede abordar (solucionar) desde la Economía Conductual. Diciembre es el segundo mes con más fallecimientos por problemas cardiacos Durante navidad y año nuevo existe un menor control de factores de riesgo cardiovascular. La emotividad y la nostalgia son factores psicológicos que tienen un impacto en el funcionamiento del corazón. El estrés típico de la temporada navideña y de año nuevo también es un factor a considerar. Uno de los sentimientos que se apodera del cerebro en navidad, y que repercute en otros órganos, es la tristeza y la melancolía, sobre todo en personas que están separadas de sus seres queridos. Sin embargo, estos elementos pueden ser más perjudiciales si ya se sufren problemas cardiacos o un riesgo alto de padecerlos. Pero ante esta información preocupante, quiero terminar con un hallazgo científico positivo: cantar juntos disminuye el estrés e incrementa la vinculación social. Si alguna vez cantaste a todo pulmón en un concierto, o simplemente cantaste con un grupo de amigos, es probable que no necesites una base científica para saber que cantar juntos fomenta la identificación y el sentido de pertenencia. Un estudio de la Western Michigan University mostró que esta tradición puede incrementar el bienestar físico y fisiológico así como generar vínculos sociales. En el estudio, los autores investigaron la neuroquímica y dinámicas sociales de cantar en grupo. Cantar juntos es una forma inusual pero muy efectiva de generar buenos lazos entre personas. Encontraron que cantar en grupo disminuía los niveles de la hormona adrenocorticotrópica, (ACTH) que está asociada a la producción de estrés y excitación. El estudio propone que el cantar en grupo reduce el estrés. Un dato curioso es que cantar improvisadamente en grupo parece aumentar la oxitocina, una hormona que ha sido asociada a la vinculación social en humanos. Así que, cantar villancicos, karaoke o lo que fuera, aumenta enormemente el bienestar cerebral.

Nuestro cerebro no es la excepción cuando hablamos que todo cambia en estas fechas. Porque, al fin y al cabo, todo es DE LA CABEZA. Que tengan un hermoso 2023.

viernes, 16 de diciembre de 2022

EL CEREBRO A LA HORA DE VOTAR

 

El domingo los paraguayos comenzamos un camino de elecciones que nos llevará indefectiblemente a elegir un nuevo mandatario para el quinquenio 23/28, así como nuevas autoridades en el Congreso y en las Gobernaciones departamentales. Llega el momento en que un acto (mecanizado, es cierto, por las maravillas de la informática) nos ayuda a tener un país diferente. Donde si vamos o no vamos a elegir es la diferencia entre el que queda sentado en su casa criticando desde el teclado otros cinco años, quejándose en corrillos de amigos o de compañeros de trabajo, peleando en reuniones familiares, o, por el contrario, entrar al grupo donde el protagonista de esa elección es uno mismo con su decisión. Pero esa decisión ¿es siempre pensada y evaluada, o, por el contrario, es más bien visceral o emocional?

La gente que desarrolla marketing político sabe que el voto es casi siempre emocional. De hecho, construyen sus plataformas en base a la movilización de las emociones más básicas e instintivas de la gente. Cuando te amenazan de que vas a perder tu trabajo o de que el candidato tal va a venir de la mano poco más o menos de la destrucción apocalíptica de nuestra sociedad tal y como la conocemos, el cerebro manda el mensaje de alerta y votamos por miedo que es la emoción más básica y conservadora. A esta emoción contribuyen muchas veces los medios de prensa aliados (siempre, no hay prensa independiente, se los afirma una persona que está en medios hace tiempo) con los diferentes intereses en juego. Ninguna voz que se levante en cualquier entorno lo hace pensando en la persona de a pie, la que espera el colectivo que no viene bajo el sol o la lluvia, la que se atemoriza al oír el sonido de una motocicleta pensando que le van a asaltar sus magros guaraníes y su preciado aparato celular, la que se desespera a veces para llevar el pan a la casa.

Pero ¿qué sucede en el cerebro del elector mientras escucha a los candidatos o las informaciones que recibe en los días previos a las eleccione? Cuando sucede esto, la actividad cerebral registra movimientos en varias de sus áreas y estructuras. Una de ellas es la corteza cerebral, concretamente los lóbulos frontales, que tienen la capacidad de generar modelos de la realidad futura y de construir las imágenes concretas de lo que está por venir. Las palabras de los candidatos modelan la forma del mundo en la mente de los votantes. Además, por acción de las neuronas espejo, un conjunto de células que parece ser el sustrato neurológico de la empatía, los votantes experimentan en el plano subconsciente las emociones, los sentimientos y las acciones de los candidatos que están observando. Aunque se sabe que la toma de decisiones ocurre en una red cerebral ampliamente distribuida en la que intervienen múltiples regiones, es el sistema límbico el centro en que se crean y procesan las emociones. El sistema límbico está compuesto por un conjunto de estructuras repartidas y distribuidas por el encéfalo. Una de estas estructuras es la amígdala, cuyo papel en la respuesta emocional que le damos a las situaciones es esencial. La información de los estímulos llega antes a la amígdala que a la corteza cerebral. Esta es la razón por la cual sentimos primero y después pensamos, aunque nos parezca que el proceso sea al contrario. Cuando aparece la preferencia o el rechazo ante un candidato, estamos recibiendo un mensaje de la amígdala.

Pero si hay candidatos que nos ofrecen más de lo mismo,y pese a ello, seguimos votándolos, ¿qué pasa en el cerebro de la gente que lo hace?. Obviamente, dando por descontado el factor miedo ("vas a perder tu trabajo si no ganamos nosotros" o "te vamos a echar si gana el otro candidato", frases del "arreo" infeliz con el que nos quieren "asustar" a muchos que trabajamos en sitios de dependencia estatal o similares), esta conducta se explica por lo que, en Neurociencia Conductual se llama "sesgo cognitivo" y que les paso a explicar a continuación. Para entender estos sesgos cognitivos, debemos tener en cuenta que nuestro cerebro necesita una enorme cantidad de energía cuando realiza procesos cognitivos complejos. Esta energía que requiere el cerebro la adquiere en forma de glucosa y oxígeno. Para ahorrar energía y liberar presión, el cerebro crea atajos. Estas sendas o caminos mentales son necesarios para el cerebro, ya que no sería capaz de procesar toda la información sensorial que recibe de los estímulos externos y necesita filtrarla de manera selectiva. Los atajos, por tanto, son útiles para que el cerebro invierta menos recursos mentales en la resolución de problemas y en la toma de decisiones, algo así como mantenerse en "zona de confort". 

Lo que sucede es que no siempre los atajos desembocan en una buena conclusión. Cada vez que dan como resultado un juicio incorrecto se incurre en un sesgo, que nos lleva a extraer una conclusión alterada, distorsionada o ilógica. Aunque hay catalogados más de cien, vamos a describir algunos de los sesgos más comunes y fáciles de reconocer: 

- El sesgo de la comprobación nos induce y lleva a buscar y encontrar toda información que corrobore y confirme la opinión que tenemos sobre algún asunto, mientras evitamos la información que ponga en tela de juicio nuestras ideas. En este sentido, le concedemos una extrema importancia a la información y a los datos que están en concordancia con nosotros y ninguna a todo lo que la contradiga. Por eso, obviamos los datos contenidos en las declaraciones de los candidatos contrarios a nosotros, aunque esta información esté en línea con nuestro pensamiento. Censuramos a la persona porque convenimos que no corrobora ni representa nuestra opinión. 

- El sesgo de proyección es la inclinación inconsciente a pensar y asumir que las demás personas tienen creencias, pensamientos, visiones o valores similares a los que nosotros tenemos. Nos proyectamos en los políticos, creyendo que están hechos a imagen y semejanza de nosotros y creemos que los conocemos como si fueran personas de nuestro entorno más cercano. 

- El efecto marco indica que las personas se sienten más inclinadas a valorar la forma en la que se presenta la información que la información misma. En esta línea, las palabras usadas tienen un gran poder. Los términos positivos son más valorados que los negativos y pueden hacer que, ante dos propuestas parecidas, las personas se decanten por la que emplea palabras con enfoques positivos, amables y favorables. Por ejemplo, los datos del desempleo tienden a compararse con otros datos más desfavorables del pasado para que resulten más positivos. 

- El efecto arrastre es la inclinación a creer algo solo porque muchas otras personas lo creen. Este efecto tiene que ver con la dimensión social del ser humano y la tendencia a crear grupos. Las tendencias, las modas y ciertos movimientos de opinión se sirven de este efecto. Si nos sentimos identificados con un grupo, es fácil adoptar el criterio general. Por eso desde la política se habla de colectivos y se les atribuye unas características y una forma de pensar para que pasemos a considerarlos como una unidad. 

- El sesgo de autoridad es la credibilidad que otorgamos a los políticos en los datos que presentan porque asumimos o presuponemos que están informados y saben de lo que hablan. Quizá este sesgo funcione menos que antes en política, ya que se ha comprobado cómo se maneja información incompleta o incluso tergiversada en mítines, debates y entrevistas. La correlación ilusoria hace acto de presencia cuando se establece una relación entre dos variables cuando no existe evidencia alguna acerca de su relación. Son las falsas causa-efecto tan usadas en política. 

- El efecto halo hace que tendamos a extender los atributos o rasgos positivos de algo o de alguien, obviando los aspectos negativos. Es un efecto ilusorio mediante el cual permanecemos ciegos a parte de la realidad. Si un político genera efecto halo, se le perdonarán o pasarán faltas o errores y sus partidarios tendrán inclinación a minimizarlos. Como se puede apreciar, el procesamiento cognitivo y emocional están conectados. 

Los sesgos hacen que varíe nuestra percepción y que sigamos tendencias y comportamientos inconscientes que condicionan el análisis de la realidad, y, como consecuencia, la toma de decisiones y el voto que emitimos. Los sesgos son difíciles de cambiar o de neutralizar, por eso, este domingo cuando vayas a votar, antes, sería interesante reflexionar y tratar de comprender la acción de los sesgos en su posicionamiento y elección. En un mundo tan complejo y turbulento como el actual conviene parar y tratar de obtener la imagen completa del cuadro, en lugar de conformarnos con los bocetos rápidos que nos ofrece nuestro cerebro por acción de los sesgos. 

 Quizá debemos asumir que no somos tan racionales e imparciales como pensamos. Somos mas DE LA CABEZA.

jueves, 17 de noviembre de 2022

EL CEREBRO Y LA ANSIEDAD

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 20 de noviembre de 2022. Todos los derechos reservados.

Desde el vamos tengo que aclararles que no estamos hablando de la misma cosa cuando decimos ansiedad y cuando nos referimos al miedo. Este último es una reacción a peligros externos, es la respuesta a un fenómeno real que desencadena una cascada de síntomas fisiológicos como podrían ser la taquicardia, el temblor o la sensación de ahogo. A diferencia del miedo, la ansiedad es una respuesta compleja que necesita la participación de los lóbulos frontales, que son órganos ejecutivos que procesan la información a un nivel superior. Todo lo sucedido durante, por ejemplo, un evento traumático, se ha grabado detalladamente en nuestra memoria (hipocampo). El cerebro empieza a escanear nuestro entorno de manera constante (vigilancia). Si vemos algo que nos recuerda a lo que nos amenazara y que está "grabado a fuego" en nuestra memoria, este estimulo es clasificado como “peligroso” y el cerebro paraliza otras actividades y se concentrará en este estimulo, dicendo: “ALTO. Todo lo demás puede esperar, nuestra seguridad está en peligro, vamos a analizar esto con detalle.” Adicionalmente, los lóbulos, frontales con su capacidad de hacer proyecciones de futuro, de originar pensamiento abstracto y de hacer generalizaciones, puede empezar a hacerse preguntas en proyección de futuro, con proyección a otras personas (como nuestros afectos), a referencias geográficas o de lugares: los lóbulos frontales, entonces, están presentando hipótesis. Estas no están basadas en la realidad, son proyecciones de futuro o generalizaciones. No son peligros reales, son posibilidades abstractas que el cerebro evolucionado nos ofrece para poder defendernos. 

Este fenómeno es el que definimos como ansiedad. La preocupación no es real, ni es externa, si no una creación de nuestro propio cerebro. Y esta ansiedad no siempre es mala. La evolución ha puesto esta capacidad a nuestro servicio para que podamos defendernos mejor de los peligros externos. El problema es que, cuando nuestras redes cerebrales no están bien reguladas, este mecanismo de defensa de nuestro cuerpo puede convertirse en una patología. ¿Qué ocurre cuando estas áreas no están bien reguladas? Ante hechos que causen impresión, por ejemplo, se pueden estimular los lóbulos frontales de modo exagerado (hipersensibilización) y de manera permanente, a fin que el escaneo del entorno, la búsqueda de peligros, las generalizaciones se hacen constantes. El circuito esta tan activado que no puede parar. En este caso, la ansiedad, la preocupación y la tensión nos llevan a un estado patológico. Este circuito, trabajando a una velocidad y frecuencia tan elevadas, puede llevarnos a hacer generalizaciones y racionalizaciones de nuestro entorno que están totalmente distorsionadas de tal manera que vivir en la sociedad puede ser interpretado como estar permanentemente viviendo en la jungla. En este estado, no podemos relajarnos, nos costará dormir y nos despertaremos frecuentemente. Todo ello es señal de la hiperactivación y desregulación de estas redes neuronales. 

¿Cuáles son las áreas cerebrales que se activan con la ansiedad y el miedo? El cerebro tiene la capacidad de poner en marcha hasta un total de 21 áreas cerebrales distintas y todas ellas trabajando en redes. En primer lugar está la Amígdala que es el órgano ejecutivo de la ansiedad y el miedo, es muy rápida y automática,  analiza todos los estímulos que podrían ser causa de peligro y envía la señal de alarma inicial y su conexión con la Sustancia Gris PeriAcueductal (SGPA) provoca una sensación de miedo intensa, alerta, huida y paralización. Por su parte, el sistema Noradrenérgico Ascendente inicia la vigilancia constante y la atención selectiva al peligro. En este circuito se encuentran núcleos como el Sistema de Activación Reticular (SAR) que forma parte de nuestro sistema de activación, excitación y vigilia, nos mantiene atentos, concentrados y focalizados. y el Locus coeruleus, que es el principal núcleo productor de noradrenalina, el neurotransmisor que utiliza el Sistema Nervioso Simpático y que forma parte de las reacciones de pánico y estrés. Paralelamente la amígdala envía señales al hipotálamo que regulan las emociones y el miedo y aumentan el ritmo cardiaco, la respiración, tensión muscular, necesarios por si tenemos que huir o luchar, poniendo en marcha el eje hipotálamo-Hipófisis-Adrenal y dando como resultados la producción y secreción de cortisol, la hormona del estrés. 

Por su parte, los lóbulos frontales son los órganos ejecutivos del cerebro, procesan la información a un nivel superior. Dan órdenes de cómo se debe organizar y ejecutar una acción. Un rol importante es el de análisis de estímulos y situaciones complejas. Tiene diferentes roles en el control de las emociones y los estados de ánimo El córtex prefrontal tiene comunicación directa con la amígdala y a través de esta interacción, la potencia o la inhibe. Esto hace que, por ejemplo, no nos asustemos y salgamos corriendo del cine o del sofá de nuestras casas cuando vemos una pelicula de terror porque el frontal "sabe" que es una fantasía recreada, mientras que si estamos en una calle oscura y oímos el sonido de una motocicleta, el frontal preparará todo para una huida ante el riesgo de "motochorros", es decir, peligro real. Finalmente me toca hablar del hipocampo, un núcleo esencial para la formación y consolidación de la memoria y es necesario para la activación de alarma. Cuando nuestros sentidos detectan señales que pueden significar peligro, el hipocampo hace un repaso de los archivos de memoria, si el resultado es positivo, pone en marcha los mecanismos de alerta.

Entonces: ¿qué es la ansiedad? Es simplemente la hiperactivación permanente y sin descanso de los circuitos de alerta del cerebro, que pueden o no tener motivo. La regulación de estos mecanismos (por medios farmacológicos, psicoterápicos, etc.) es un arte que manejan quienes conocen en profundidad el funcionamiento de estos centros. No solo se trata de dar un sedante, un hipnótico o una benzodiacepina: el paciente es más que una pastilla: es realmente solucionarle el problema que puede ser multifactorial. Es lo que nos tiene DE LA CABEZA lo que termina por controlarnos, siendo que en realidad debemos controlarlo nosotros. Así que, si te sirvió, se agradece tu comentario y tu sugerencia para temas a tratar en esta columna. Nos leemos en una semana. 

jueves, 10 de noviembre de 2022

LAS NEURONAS JENNIFER ANISTON: ¿MEMORIA O INTELIGENCIA?

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 13 de noviembre de 2022. Todos los derechos reservados.

Muchas veces elogiamos a quien tiene buena memoria catalogándolo de inteligente por demás. De hecho, y es una de mis críticas más ácidas al sistema (será por eso que nunca el Ministerio de Educación me invita a dar charlas al respecto) es que todo el aparato educativo está hecho por unos pocos burócratas encerrados en una sala con aire acondicionado, internet de dudosa velocidad y de seguro sin ventanas para mirar al exterior, copiando y pegando títulos de libros o programas foráneos sin ocuparse ni preocuparse del objetivo crucial y fundamental: el del aprendizaje. Y utilizando como camino el premio a la memoria: es histórico (todos lo sabemos, lo hemos sufrido) que las mejores calificaciones no van al que más sabe sino al que mejor memoriza, ya que los exámenes y pruebas están hechas para premiar la memoria y no el conocimiento, el esquema y no la creatividad. 

Dice Rodrigo Quiroga, un neurocientífico argentino descubridor de una célula cerebral llamada "neurona Jennifer Aniston" por él mismo (son esas neuronas encargadas de formar conceptos abstractos basados en estímulos específicos... siendo más prácticos: las neuronas que hacen posible en gran medida el pensamiento creativo sirviendo de puente entre la percepción y la formación de memorias) que memoria y aprendizaje no son lo mismo. Ya el filósofo Bertrand Russel afirmaba que "una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor”. Sin embargo, este aburrimiento tan infravalorado es de suma importancia para esa chispa que siempre ha movido al mundo: la creatividad. No es divertido estar aburrido y no es agradable no tener nada que hacer, pero sin esos momentos no se producen los grandes cambios en nuestra vida, así como tampoco surgen las grandes ideas. La creatividad más arriesgada o las decisiones más importantes que tomamos surgen muchas veces al mirar las nubes o el paisaje; es decir, al dejar que el flujo de pensamiento lleve inconscientemente a cosas que son importantes, pero que nunca nos plantearíamos conscientemente. Está bien entregarse a esa especie de deriva, ver qué pasa… Lo que es una picardía es acatar siempre una rutina que no deje espacio a esos momentos de “no pensar en nada”. 

No es fácil, sin embargo, no atender nada, ya que nos distraen tantos estímulos que, simplemente, hacen que la atención sea una proeza. Distinguir lo esencial es algo que aún no le hemos podido enseñar a un computador. Entre otras cosas, porque es algo subjetivo. Hay quien asegura que delegamos demasiado a la tecnología, sobre todo en cuestiones de memoria. “No guardes nunca en la cabeza aquello que te quepa en un bolsillo”, decía Albert Einstein. ¿Qué cosas o qué datos son importantes retener? Es decir, ¿saber quién fue Roa Bastos es más necesario que conocer la capital de Kenia? La tecnología es un arma de doble filo. Pero eso es la misma pregunta que se hacían los griegos con la escritura: ellos pensaron en la posibilidad de que, al escribir las cosas, la memoria comenzase a fallar, no olvidemos que ellos, por ejemplo, en el Senado hablaban de memoria. Hay una leyenda al respecto que recoge Platón en Fedro: cuando el dios Teut, inventor de la escritura, le presenta su creación al rey Tamus, este desconfía de la escritura precisamente porque, a su juicio, cree que socavará la memoria. Ahora sabemos que no es así. La tecnología depende del uso que hagamos de ella, y es útil. No parece bueno estar todo el día buscando datos en internet, sino que solo hacerlo para buscar determinada información, pero después hay que procesarla por uno mismo, sin ayuda de tecnología alguna. Hay cosas que sí podemos delegar en la tecnología y merece la pena hacerlo. Por ejemplo, yo no quiero tener en mi cabeza todas las reuniones de hoy: eso lo delego a mi agenda en el teléfono, que me avisará de ellas en el momento adecuado. 

Entonces ¿qué características tiene una persona inteligente? La definición de inteligencia puede ser muy vaga, incluso imprecisa, pero si es cierto que tendemos a confundir inteligencia con capacidad de memoria, y la memoria no nos hace inteligentes, eso es categórico. No todo es memoria, pero la necesitamos para poder hacer asociaciones que tengan sentido entre hechos dispares. El ejemplo es Newton, que relacionó el hecho de que la Luna no se cayese y que la manzana sí y llegó a la conclusión de que respondían al mismo principio: la gravedad. Entonces, relacionando la memoria con la inteligencia, traemos a las citadas neuronas Jennifer Aniston. Estas neuronas están en un área de la memoria lo cual implica que la clave para la formación de la memoria son las representaciones de conceptos, lo que tiene sentido considerando el hecho de que tendemos a recordar conceptos y asociaciones sobre conceptos y a olvidar detalles. Que las neuronas en nuestro cerebro codifiquen conceptos es esencial, porque esa es la manera en que recordamos cosas: tendemos a acordarnos de las ideas generales de lo que ocurrió en alguna situación, siendo el resto una construcción. Usamos el sentido común para rellenar información, pero no recordamos los detalles y, de hecho, no los queremos recordar: nos llevaría demasiados recursos; preferimos usar el cerebro para reconstruir situaciones. El cerebro no busca tanto recordar como entender: ustedes no se querrán acordar palabra por palabra de esta columna, sino realmente entender lo que les cuento hoy. Este proceso involucra literalmente no recordar. 

Hablar de esto es también definir conceptos como la abstracción. Esta es muy humana y antiintuitiva, ya que implica dejar de lado detalles. A veces la inteligencia es no recordar cosas. Siempre digo en mis charlas que el saber sí ocupa lugar. Les recomiendo leer el hermoso y neurocientíficamente rico cuento de Borges llamado "Funes, el memorioso", que nos habla de un tipo que, al recordar cada detalle de lo vivido, no puede pensar: no tiene espacio para ello, está abarrotado de detalles. La capacidad de abstraer, de extraer información importante y dejar de lado al resto está ligada a nuestra inteligencia, y ahí es donde entran en acción las "neuronas Jennifer Aniston": porque recordamos en término de abstracciones, y esta se halla ligada a la creatividad y a la imaginación, como vemos en el ejemplo de Newton: si él se hubiera fijado en el color de la luna, en la fase en la que estaba o en si la manzana era roja o verde, posiblemente no hubiera descubierto nada. 

El cerebro es apasionante. La memoria y el aprendizaje lo son en su máxima expresión, porque todo el funcionamiento cerebral es una construcción permanente. La visión, la memoria, los olores… todo. Si en unas semanas o meses recuerdan este artículo, será de manera vaga pero muchos detalles se rellenarán usando el sentido común. No olvidemos, como también dije varias veces en esta columna semanal, que el cerebro es un gran mentiroso: lo que no sabe lo construye, rellena, inventa pero... con fundamentos en la memoria. Eso es la inteligencia: algo DE LA CABEZA. Nos leemos en una semana. 

miércoles, 2 de noviembre de 2022

PELIGRO, ENEMIGO: AZUCAR PARA EL CEREBRO

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 6 de noviembre de 2022. Todos los derechos reservados.

Una de las paradojas más grandes que existen en las Neurociencias es cómo explicar que, si bien el cerebro es un órgano que vive gracias a la glucosa (al igual que el oxígeno) como única fuente energética, sin embargo, el azúcar le hace tremendamente mal. En la columna de hoy voy a intentar explicar el mecanismo de acción del mismo y por qué puede dañar al cerebro si, en realidad, lo alimenta. 

Lo primero que tengo que aclarar es que, si bien la glucosa es el principal alimento del cerebro (o sea, el azúcar sin ir más lejos), lo que lo daña es el llamado azúcar procesado. Este es un alimento que, consumido en exceso, tiene graves consecuencias sobre la salud. Y es que, además de estar relacionado con enfermedades del corazón o con la diabetes, el azúcar provoca toda clase de problemas en nuestra mente. No obstante, antes de meternos de lleno en el tema, es necesario despejar algunos de los mitos sobre esta sustancia. Cuando tenemos ganas de comer algo es que el cerebro demanda glucosa debido a su consumo por ejemplo, por un requerimiento intelectual importante o una extenuante jornada laboral. El cerebro gasta hasta el 20% de la energía total de la glucosa que se metaboliza en el organismo. La media, en números, es de 5,6 miligramos por 100 gramos de tejido cerebral. Nada más entrar esta sustancia en contacto con la lengua, el tronco cerebral manda señales que activan el llamado circuito de recompensa, del cual hablamos ya muchas veces en esta columna. Y buscamos cosas dulces, cosas que nos sacien las dopaminérgicas ganas de recompensa azucarada.

Hemos sido engañados muchos tiempo por la publicidad Fuimos bombardeados con una serie de ideas sobre la alimentación y la nutrición totalmente falsas. Por ejemplo, la creencia de que el principal factor de riesgo para sufrir enfermedades del corazón es el consumo de grasas. Durante mucho tiempo, se promovió el azúcar como una sustancia totalmente inofensiva y sin ningún efecto perjudicial para la salud. Sin embargo, en el año 2016 una investigación reveló que la industria azucarera había sobornado a varios investigadores a lo largo de la historia. ¿Su objetivo? Ocultar todos los efectos perjudiciales de esta sustancia, que hoy en día sabemos que está relacionada con el cáncer y las enfermedades de corazón. El 80 % de los productos procesados que se encuentran en el supermercado contienen azúcares ocultos bajo sinónimos que consumimos sin darnos cuenta. 

Pero quizás más preocupantes son los últimos descubrimientos sobre los efectos del azúcar en nuestro cerebro. En primer lugar, produce adicción al activar como vimos el sistema de recompensa cerebral, la vía dopaminérgica, la misma que las drogas, por eso no es raro que cada vez más personas digan que tienen que consumir azúcar par asentirse mejor.  A pesar de sonar a fábula, la adicción al azúcar es un problema real. Este trastorno afecta cada vez a más personas, que sienten que tienen que consumir más cantidad de esta sustancia para sentirse bien, y al abandonarla repentinamente, incluso hacen como un síndrome de abstinencia. Esto sucede porque al ser absorbido por nuestro organismo, el azúcar libera una gran cantidad de endorfinas en nuestro cerebro, sintiendo cada vez placer con el resto de aspectos de nuestra vida, necesitando ingerir esta sustancia para sentirnos bien. 

Igualmente, el consumo de azúcar refinado causa problemas de memoria y de aprendizaje. Un estudio de la Universidad de California sobre los efectos del consumo de fructosa (una de los tipos de azúcar encontrado en los vegetales, las frutas y la miel) reveló que afecta negativamente a la formación de sinapsis en el cerebro. Es decir, al tomar mucha fructosa, nuestra capacidad de aprender y formar nuevas conexiones se ve disminuida. Además, disminuye una sustancia llamada FNDC (Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro) que es fundamental para crear nuevos recuerdos y aprender. Sumemos a esto que el azúcar al tomar glucosa, nuestro estado de ánimo varía de formas extremas. Debido a sus efectos sobre la insulina en nuestro cuerpo, los picos de azúcar pueden provocarnos depresión, ansiedad y cambios de humor repentinos. A largo plazo, estos efectos pueden volverse aún peores. Cuando ingerimos glucosa, nuestro cerebro libera serotonina, uno de los neurotransmisores implicados en el placer. Sin embargo, las reservas de esta sustancia no son infinitas: al emitirse de manera continua, cada vez quedará menos cantidad en el cerebro. Por ello, una persona que lleve mucho tiempo consumiendo demasiado azúcar lo tendrá muy difícil para sentir emociones positivas de manera continua. Por último, impide que nos sintamos saciados, "secuestrando" nuestro mecanismo de saciedad y haciendo que tomar demasiado de esta sustancia hará que nos sintamos siempre hambrientos por el efecto del azúcar sobre la oxitocina y sus funciones en la saciedad. 

El consumo de azúcares refinados por el cerebro es un tema que nos puede traer problemas DE LA CABEZA, así que es mejor sacar de nuestra dieta este mal llamado "nutriente". La glucosa debe llegar al cerebro de otras maneras, no en forma de golosinas, confituras, bollería ni cereales endulzados artificialmente. Nos leemos en una semana.

jueves, 27 de octubre de 2022

PARÁLISIS DEL SABADO A LA NOCHE

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 30 de octubre de 2022. Todos los derechos reservados.

A veces pensamos "dormí mal" cuando despierto adolorido por las mañanas, sobre todo después de un "amanecer de una noche agitada". Pero ¿qué tal si a ese mal despertar, cefalea, letargo, boca pastosa y dolor de cuerpo, le sumamos una parálisis de uno de los brazos? Eso es lo que, en Medicina, y en un alarde de gracia no común en las denominaciones aburridas que tenemos los médicos para describir los sindromes (les ponemos los apellidos y demás), conocemos como "parálisis del sábado a la noche" o "saturday night palsy" en inglés. Esta se produce por compresión del plexo braquial (conjunto de troncos nerviosos que salen de la médula cervical y se dirigen hacia el brazo por la axila para inervarlo) en una postura que comprometa la funcionalidad del mismo; se puede producir por diversos mecanismos y pueden verse afectadas diferentes ramas nerviosas.

Para conocerlo, diremos que el nervio radial es una rama terminal del tronco posterior del plexo braquial. Es un nervio sensitivo-motor implicado fundamentalmente en la extensión del codo, muñeca y dedos y doblar el antebrazo, por lo que el signo más característico de parálisis del nervio radial es "la mano caída". Dado su largo trayecto puede lesionarse en varias localizaciones: a nivel alto en la axila, o en el canal de torsión donde va acompañado de la arteria humeral profunda y es muy vulnerable, o bien distalmente, en el codo donde se divide en dos ramas. 

La causa más frecuente de lesión es la compresión del nervio en la parte posterior del húmero, en el brazo. Los mecanismos de producción de las lesiones por compresión, o síndromes de atrapamiento, pueden ser de varios tipos y, refiriéndonos al plexo braquial y sus ramas, podemos considerar las siguientes situaciones: 

1) Parálisis del sueño: la cabeza del paciente dormido queda apoyada sobre el brazo o se comprime contra el húmero con el cuerpo de costado

2) Parálisis de la luna de miel: el brazo queda comprimido por el peso de la pareja acompañante. 

3) Parálisis de la muleta: el brazo se comprime apoyado sobre el respaldo de una silla o el borde de una mesa o una muleta. 

4) Lesiones por torniquete: el nervio se daña por efecto de un torniquete colocado demasiado ajustado o por tiempo muy prolongado. 

5) Parálisis postanestésicas: producidas por presión sostenida y prolongada sobre la cara externa del brazo durante una intervención. 

El nervio se lesiona por la falta de oxígeno debida a la compresión y al daño a nivel de la transmisión de impulsos que sucede a consecuencia de ello. Se suele resolver espontáneamente en unas 6-8 semanas. El tratamiento médico en los casos mas leves se basa en fisioterapia (fortalecimiento muscular, evitar contracturas), mientras que en los casos más avanzados se debe poner una férula para mantener en extensión la muñeca y fármacos. El pronóstico depende del grado de lesión, en los casos más leves es bueno y la recuperación espontánea es la regla; su seguimiento será clínico exclusivamente. En las lesiones más importantes hay que esperar al menos tres meses antes de decidir otras medidas más invasivas. Las complicaciones más frecuentes son: daño permanente del nervio con la consecuente pérdida total o parcial de movimientos o la sensibilidad de la muñeca y la mano, dolor crónico y atrofia muscular, generalmente irreversible, por denervación, a los 3 meses.

Como vemos, no es poca cosa "dormir mal". Podemos lamentarlo después. Si te dejo DE LA CABEZA esta afectación, espero tus comentarios al pie de la columna para saber que otros temas desearías tocar en otros domingos. Nos leemos en una semana.

jueves, 20 de octubre de 2022

LOS NOOTROPICOS: SUSTANCIAS PARA QUE EL CEREBRO RINDA MAS


Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 23 de octubre de 2022. Todos los derechos reservados.

Un motivo clásico de consulta en mi consultorio es el caso de los pacientes que quieren "vitaminas para su cerebro" porque se sienten agotados, porque la rutina les sobrepasa, porque no rinden mentalmente como antes o porque sienten "que se olvidan de las cosas". Antes de hablarte de estos fármacos (los nootrópicos) voy a repetir la cantinela que me han leído en esta columna en varias ocasiones: la base de un buen rendimiento intelectual comienza con un buen sueño y con la reducción de los factores de riesgo cerebral (tabaquismo, dislipidemias, hiperglicemia, sedentarismo, etc.). Ya sé, más de lo mismo, pero es la "verdad verdadera". Dicho esto, pasemos al tema de este domingo en la columna.

De entrada ya te digo que no puedo decir que los nootrópicos sean una “píldora mágica” que con su sola toma, y de modo automático, amplificarán tu capacidad mental y mejorarán tu función cerebral. Las sustancias de las que voy a hablarte hoy, desafortunadamente, no pueden hacer eso por tu cerebro, pero lo que sí puedo garantizarte es que potenciaránn tu inteligencia... si van acompañados de la corrección de todos los factores que cité al comienzo. Estos suplementos nootroópicos nos ayudan a mejorar las habilidades cognitivas y la memoria. Y es que los fármacos y suplementos que se engloban bajo esta denominación, han supuesto un cambio de paradigma similar en el ámbito de las neurociencia y en la psicofarmacología. 

Lo primero que te interesa saber al respecto es que la definición del concepto de “nootrópicos” es tan abierta como su naturaleza y posible potencial. Es más, desde que el químico y psicólogo rumano Corneliu E. Giurgea acuñara por primera vez el término, en el año 1972, aquello que se entiende por nootrópico ha ido evolucionando hasta el punto de cobrar límites conceptuales difusos. Así, el término nootrópico se refiere a compuestos que se consumen para provocar en el cerebro un efecto determinado, mejorando y potenciando su rendimiento. Esto incluye, en el marco de su aplicación, el uso para actividades que precisen de una mejor capacidad cognitiva (estudio, trabajo de precisión), un uso en el ámbito del deporte que nos permita la mejora de la conexión mente-sistema muscular, teniendo como objetivo el propio uso deportivo (lo que justifica su incorporación en multitud de productos de pre-entrenamiento) o para una actividad de cualquier otra índole que requieran exigencia de capacidades neurocognitivas. Y eso es porque estas sustancias pretenden la agilización de la actividad cerebral y la amplificando la señalización neuronal. El uso de los nootrópicos es capaz de incrementar el riego sanguíneo hacia el cerebro, circunstancia que va a permitir un mejor suministro de glucosa, oxigenación y nutrientes. Esto será especialmente propicio para el desarrollo de un trabajo de modo efectivo y también cuando se necesite ejecutar tal labor por un período de tiempo prolongado. 

Conviene dejar claro que los nootrópicos no son drogas y ello pese a que es cierto que un grupo de ellos se conoce como “smart drugs” o “drogas inteligentes”, algo que no va más allá de una mera denominación, toda vez que no son sustancias adictivas y que sus efectos secundarios son mínimos. De hecho, algunos son nutrientes que puedes encontrar en distintos tipos de alimentos, como hierbas y/o plantas, del estilo de la lecitina, los granos de café o el Ginkgo biloba. La misma cafeína produce la sensación de agudeza mental, la sensación del retraso de fatiga y de poder realizar varias actividades al mismo tiempo. Igualmente, existen suplementos nootrópicos que no son fármacos. La diferencia entre los fármacos y los que no lo son es que los primeros están sujetos a receta médica y se venden en las farmacias, mientras que el resto no necesitan dichas recetas y se venden en establecimientos especializados en nutrición. 

Podría hablarte mucho más de como actúan pero vamos a lo que te interesa este domingo: ¿cuáles son?

Los nootrópicos indicados para mejorar el estado de ánimo son: el aceite de pescado (Omega-3) y el aminoácido triptófano. Los indicados para mejorar la concentración (uno de los ítems donde demuestran su mayor potencial) son la cafeína, la L-Tirosina y el ginseng. Para la ansiedad se indican la Teanina Ashwagandha y el GABA. Para la memoria, el otro efecto "estrella" de estos compuestos, usamos Ginkgo Biloba, la Fosfatidilserina y el Inositol. Para el descanso indicamos a la melatonina, el Zinc y el Magnesio. los nootrópicos con efectos de tipo "antiaging", mal llamados "rejuvenecedores" (más bien de mantenimiento de la integridad estructural pese al paso del tiempo) son el Ácido Alfa Lipoico, la Acetil L-Carnitina y el Extracto de Cúrcuma. Los usados para incrementar el rendimiento deportivo mediante un incremento en la concentración son el Alpha GPC, la Rhodiola Rosea y el DMAE (siglas de un grupo de nootrópicos). 

Es más que indispensable conocer a los nootrópicos, sobre todo para las personas que se dedican profesionalmente a ciertos sectores relacionados con la creatividad y con las nuevas tecnologías, o a ocupaciones demandantes de rendimiento cognitivo óptimo. Bien indicados por profesionales, estos productos DE LA CABEZA son pasos necesarios para llegar a disfrutar de las mieles del éxito. Nos leemos en una semana.

jueves, 13 de octubre de 2022

EL CEREBRO JUVENIL Y LA INTOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 16 de octubre de 2022. Todos los derechos reservados.

Mi gran amigo Claudio, un prestigioso médico de Santa Cruz de la Sierra con quien comparto tertulias agradables vía Whatsapp y asiduo seguidor de esta columna, siempre tiene un tema interesante para sugerirme. Esta semana, hablando de nuestra común pasión de docentes, me lanzó la pregunta acerca de la frustración cada vez menor de los estudiantes hoy en día. Y, en homenaje a su solicitud, voy a desarrollar el tema,.

La frustración es un estado emocional que se desencadena ante acontecimientos que involucran la reducción o supresión inesperada de reforzadores primarios, como estímulos apetitivos y alimenticios, o secundarios como por ejemplo dinero, entretenimiento, estímulos sociales y lúdicos. El estado de frustración se puede generar por la omisión total de lo esperado, por la disminución de su calidad, la demora en su presentación, la interrupción en la frecuencia de aparición, así como también por la dificultad en la realización exitosa de pruebas con distintos grados de presión o exclusión social. Teóricamente, no reforzar aquello que se espera genera en el sujeto un estado interno aversivo denominado frustración primaria. Esta respuesta implica la primera reacción frente a la omisión de esa respuesta y puede vincularse con un proceso de estrés agudo. A su vez, los estímulos asociados con este estado adquieren la habilidad de provocar una expectativa condicionada de la frustración primaria denominada frustración secundaria. 

En relación a las emociones, permite pensar cómo el enfrentarse exitosamente a situaciones de pérdida o decepción tiene un rol adaptativo clave en la vida de todas las especies. Debido a que el ambiente es un elemento que se encuentra en un cambio constante, demanda al sujeto la necesidad de contar con mecanismos que le permitan buscar nuevos recursos y extinguir la respuesta hacia refuerzos de menor calidad. la conducta de frustración implica diversos procesos psicológicos, tales como aprendizaje, memoria, estilos de afrontamientos y personalidad, emociones, ansiedad y estrés. 

En relación al estrés, se sabe que en una fase de alarma o aguda, resulta ventajoso. Aparece cuando es visto como algo dañino, que puede generar una pérdida, como algo amenazante o desafiante. Así es que el valor que se le otorga a los hechos no es absoluto sino relativo, ya que los mismos son modulados por el aprendizaje previo y por nuestras bases genéticas y biológicas, al igual que ciertas patologías que influyen en la tolerancia y en la percepción de situaciones de decepciones. Es necesario entender que la conducta de frustración es un mecanismo complejo y que, por ejemplo, en los estudios con humanos se encuentran mediando otros factores como el lenguaje, la cultura, influencia de nuevas tecnologías y expresiones faciales que son propios de la especie. Evaluando de manera diferencial cada dimensión, encontró que la intolerancia emocional estaba significativamente relacionada con los problemas de procastinacion, lo que permite pensar que la decepción primaria es un factor principal que imposibilita que los sujetos desarrollen con éxito diversas tareas. 

Los adolescentes sienten frustración por muchas de las mismas razones que los adultos: presiones sociales, obligaciones, problemas de relación y confusión sobre el futuro. En los adolescentes, estos problemas a menudo se ven agravados por los cambios hormonales. Los adolescentes también pueden sentirse frustrados en su lucha por establecer una identidad y afirmar su independencia mientras siguen las reglas familiares y escolares. Además de estas fuentes comunes de frustración, como los adultos, los adolescentes pueden sentirse frustrados cuando están deprimidos, ansiosos o experimentan una discapacidad de aprendizaje, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. La frustración puede manifestarse de muchas maneras. Algunos adolescentes pueden volverse irritables y atacar a sus padres y maestros, mientras que otros se retirarán y realizarán esfuerzos mínimos para cumplir con sus obligaciones. Cuando son impulsados por el rechazo social o el fracaso, los adolescentes pueden cambiar sus hábitos de socialización o abandonar los deportes u otras actividades extracurriculares. Cuando la frustración causa un estrés intenso, los adolescentes pueden enfermarse con más frecuencia o informar dolores de estómago, dolores de cabeza u otras molestias físicas. 

Pero ¿qué hacemos en estos casos? Hablar con una adolescente sobre sus sentimientos puede ser un buen primer paso. Ayudarle a desarrollar un plan para administrar el tiempo puede ayudarle a reducir su frustración y ayudarle a encontrar el equilibrio entre las responsabilidades como la escuela, las actividades extracurriculares y las actividades sociales. Cuando el adolescente sufre una angustia extrema, como llorar con frecuencia, dormir en exceso o experimentar cambios en el apetito, sus sentimientos pueden estar más allá de los síntomas normales de estrés. En este caso podría tratarse de depresión u otros trastornos en las emociones o en la mente que debería tratarse con un profesional de la psicología o la psiquiatría lo antes posible. Además, si la frustración le impide desempeñarse en el estudio  o si pierde interés en actividades que antes le interesaban, considere hablar con su médico o un terapeuta profesional porque esos síntomas pueden indicar un problema emocional más grave que deberá ser abordado lo antes posible antes de que se agrave. La idea es no frustrarse, no quedar DE LA CABEZA y siempre pero siempre, acompañar. Nos leemos en una semana.

miércoles, 5 de octubre de 2022

EL CEREBRO ATLETA

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 9 de octubre de 2022. Todos los derechos reservados.

Todos hablan de esto. Los juegos ODESUR acapararon la atención de propios y extraños. Y, por fin, pudimos ver todos cuánto de esfuerzo implica a nuestros atletas el desarrollarse en sus diferentes disciplinas. Pero no todo es músculo en el entrenamiento de alta competencia. De hecho, el músculo es solo un componente de un todo, donde realmente lo que se trabaja es el cerebro. Y eso en cualquier disciplina, no las más obvias como el ajedrez. Hablamos de estrategia, cálculo, precisión, disciplina, esfuerzo, tolerancia al dolor, resistencia al cansancio... todas estas cualidades indispensables para obtener la tan preciada presea dorada. 

Manejar los nervios, la ansiedad y la presión es parte del entrenamiento para lograr un nivel profesional de alto rendimiento. Los deportistas de alto rendimiento trabajan de una manera integral todos los aspectos que tienen que ver con la competencia, no sólo la técnica y la táctica específica de su deporte. La fortaleza mental es donde realmente se nota la diferencia entre un deportista ganador y uno que no lo es. Para la concentración, factor indispensable para obtener resultados, se utilizan, por ejemplo, varias estrategias para entrenar la mente de los deportistas, que incluyen ejercicios de respiración, pensar sólo en el instante presente y aprender a centrar la mirada en un solo objetivo. Estos ejercicios se asemejan más a lo que sucede en un centro de meditación budista que en un gimnasio, pero que, a la larga, marcan toda la diferencia entre un atleta competitivo y uno que no lo es. Y es que es obvio: los deportistas que entrenan las habilidades mentales tienen más herramientas para enfrentar los momentos críticos y de alta tensión que se presentan en la competencia. Cuando se enfrentan atletas con habilidades similares en cuanto a la técnica, la táctica, la fuerza, velocidad y la resistencia, el resultado final está determinado por los factores psicológicos como la confianza, la concentración, la tolerancia al fracaso y la actitud ganadora. Y esto, como no, también se entrena. 

​‌​ Los deportistas que entrenan las habilidades mentales tienen más herramientas para enfrentar los momentos críticos y de alta tensión que se presentan en la competencia. En los últimos años, entrenadores y deportistas han tomado ese conocimiento sobre la importancia de la preparación psicológica de un atleta y lo han llevado un paso más allá. Se han aliado con científicos que les han permitido ver exactamente qué es lo que pasa con el cerebro de un deportista de alto rendimiento cuando está en competencia. La Universidad de Montreal, por ejemplo, ha creado mapas neurológicos tras monitorear el cerebro de varios deportistas olímpicos, para comparar sus resultados con los de personas que no practican deporte. A contramano con el estereotipo de que los atletas hablan bastante poco y, por ende, son para muchos poco inteligentes, resulta absolutamente falsa esta afirmación, ya que sabemos hoy que la mente de un atleta cuenta con cinco rasgos sobresalientes que han sido agrupados por un grupo de entrenadores norteamericanos que buscan desarrollar un entrenamiento cognitivo que ejercite el cerebro de los deportistas en estas áreas, de la mano de la psicología y la neurociencia. En primer lugar está la capacidad de tomar decisiones instantáneas que hace que, mientras nuestro pensamiento consciente opere a una velocidad lentísima, el cerebro de un jugador como Lionel Messi o Cristiano Ronaldo esté entrenado para tomar decisiones instantáneas basadas en reconocimiento de patrones e instinto. En segundo lugar, está la capacidad de reaccionar y anticipar resultados por la que los atletas tienen una capacidad aguda para reconocer indicios visuales que les permitan reaccionar ante sus competidores, y que explica por qué los jugadores profesionales de tenis pueden saber con poquísima información el tipo de lanzamiento que les hace el contrario y escoger la mejor estrategia de respuesta. En tercer lugar se encuentra el razonamiento espacial que hace que un jugador de básquetbol esté entrenado para entender planos tridimensionales complejos y moverse sobre ellos mientras ejecuta otras acciones como defenderse, hacer un pase o marcar el tiro de la victoria. En cuarto lugar tenemos a la concentración y manejo de emociones, como un ajedrecista en cada movimiento o un arquero en cada tiro al blanco. Por último, el cerebro de un atleta cuenta con una amplia área de visualización e imaginación que les permite mejorar su rendimiento en momentos cruciales de competencia. 

Universidades en China, Australia, Italia y Estados Unidos también se han interesado por la manera en que funciona el cerebro de los atletas y han encontrado que el entrenamiento constante de un deporte puede alterar la estructura del cerebro. En 2001, científicos chinos se propusieron estudiar la fisiología del cerebro de buzos profesionales y encontraron que su corteza cerebral era mucho más gruesa que la del resto de las personas, rasgo que agudiza su percepción de movimiento en la oscuridad. Este estudio resonó con un hallazgo de la Universidad de La Sapienza en Roma, donde compararon las ondas cerebrales de atletas cinturón negro de karate con las de algunos voluntarios. Los atletas emitieron ondas alfa más fuertes, lo que demostraba un estado de relajación más profundo que permitía una mayor concentración. Posteriormente, los científicos italianos compararon estos resultados con los cerebros de esgrimistas y golfistas y encontraron movimientos similares. 

Los cerebros de los deportistas de alto rendimiento tenían algo en común: reportaron mayor eficiencia a la hora de completar tareas que pedían coordinación motora, pues sus cerebros se demoraban menos tiempo en encontrar la mejor manera de hacerlo. Mucho se ha hablado de la fisiología de súper humano de grandes atletas con una envergadura física envidiable, pero casi nadie sabe que sus entrenamientos se centran principalmente en el aspecto psicológico, ejercitando muchos de los ejes que son necesarios al entrenar el cerebro de un atleta, desarrollando diferentes escenarios mentales que son fundamentales a la hora del entrenamiento, como una relajación total que los lleva a ensayar diferentes escenarios mentales por horas y horas, visualización de victorias, incluso estimular los diferentes sentidos que rodearán su sitio de competencia: oler el ambiente donde competirá, probar los sabores y escuchar los sonidos que le rodearán, pensando diferentes  obstáculos que podrían surgir y que le impedirían ganar. Y es que para los que hacen neurociencias del deporte, el mensaje es claro: si se puede imaginar un escenario mental lo suficientemente fuerte y visualizarse en él, el cerebro inmediatamente buscará las maneras de que esto suceda. Y esto no es metafísica ni es nada que venga de "El secreto" o cosas así: es neurociencia pura. Es estar completamente DE LA CABEZA para la alta competencia. Fuerza Paraguay...!!! Seamos de oro...!!!

jueves, 29 de septiembre de 2022

LA VENTAJA DEL "TIEMPO FLOTANTE CEREBRAL"

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 2 de octubre de 2022. Todos los derechos reservados. 

Todos nosotros lo hacemos, casi nadie está exceptuado si tiene un teléfono con internet. Es casi un "reflejo", algo automático. Cuando esperamos en la consulta médica, cuando nos sentamos en el colectivo, incluso cuando estamos "sin hacer nada" en casa o en cualquier lugar, tomamos el celular y comenzamos a navegar por la web: redes sociales, mensajería, noticias, videos... todo toma un protagonismo en nuestra atención mirando el aparatito que nos "emboba" como nos lo hacía allá por los 70 u 80 la "caja boba" como llamaban a la televisión. Lo tomamos como un pasatiempo, algo para "distraer la mente". Pero, aunque pensemos que estamos aprendiendo algo del video de Youtube que estamos viendo, o conectemos con amistades a través del Whatsapp y cumplamos la premisa de no aburrirnos, esta decisión, desde el punto de vista de las Neurociencias, puede no ser la más acertada. 

Sucede que, según una nueva investigación, publicada en la revista de la Asociación Estadounidense de Psicología, las personas subestiman el placer que les genera estar a solas con su mente. Al evitar las actividades de pensamiento, las personas pueden perderse importantes beneficios, y esto se lograría debido a la enorme y sorprendente capacidad para sumergirse en su propio pensamiento, en dejar la mente libre para poder pensar. Este estudio sugiere que las personas tienen dificultades para apreciar cuán atractivo puede ser el pensamiento, lo cual podría explicar por qué las personas prefieren mantenerse ocupadas con dispositivos y otras distracciones, en lugar de tomarse un momento para la reflexión y la imaginación en la vida diaria. 

Pero... ¿cómo se hizo la investigación? Esta fue diseñada con el fin de comparar las ideas previas de las personas respecto a estar a solas con su mente, y lo que efectivamente les ocurrió al hacerlo. Para eso, realizaron una serie de seis simples experimentos, con un total de 259 participantes, en los que se compararon las predicciones de las personas sobre cuánto disfrutarían simplemente sentarse y pensar, con su experiencia real al hacerlo. En el primero de ellos, les pidieron que predijeran cuánto disfrutarían sentarse solos con sus pensamientos durante 20 minutos, sin que se les permitiera hacer nada que los distrajera, como leer, caminar o mirar un teléfono inteligente. Posteriormente, los participantes informaron si les había generado placer. Los investigadores descubrieron que las personas disfrutaban pasar tiempo con sus pensamientos mucho más de lo que habían previsto. Esto se mantuvo en todas las variaciones del experimento (cambiaba el lugar, la duración, y el momento en el que se les preguntaba si se sentían a gusto. En todos los casos, los participantes disfrutaron pensando más de lo que esperaban. En otro experimento, los investigadores compararon las predicciones de un grupo de participantes sobre cuánto disfrutarían viendo las noticias en internet, comparándolo con otro grupo que solamente se dedicaría a tener tiempo para pensar, reflexionar, estar "a solas con su mente". Nuevamente, los investigadores encontraron que las personas subestimaban su placer de pensar. El grupo de pensamiento esperaba disfrutar de la tarea significativamente menos que el grupo de revisión de noticias, pero después, los dos grupos reportaron niveles de disfrute similares. 

En una era signada por la hiperconexión, la sobrecarga de información y el acceso constante a distracciones, puede resultar difícil pensar en los beneficios de prescindir del celular. Ahora es extremadamente fácil 'matar el tiempo'. En el colectivo de camino al trabajo, podés revisar tu teléfono en lugar de sumergirte en tu pensamiento flotante interno, porque creés que pensar será aburrido. Sin embargo, si esa predicción es inexacta, está perdiendo la oportunidad de comprometerse positivamente sin depender de tal estimulación. Esa oportunidad perdida tiene un costo, porque estudios anteriores han demostrado que pasar tiempo dejando que tu mente divague tiene algunos beneficios, según los investigadores. Puede ayudar a las personas a resolver problemas, mejorar su creatividad e incluso ayudarlas a encontrar el sentido de la vida. Al evitar activamente las actividades de pensamiento, las personas pueden perderse estos importantes beneficios. 

Por último, es importante señalar que los participantes no calificaron el pensamiento como una tarea extremadamente placentera, sino simplemente como más placentera de lo que pensaban. En concreto, el nivel de disfrute promedio de los participantes fue de alrededor de 3 a 4 en una escala de 7 puntos. La investigación futura debería profundizar en qué tipos de pensamiento son más agradables y motivadores, ya que no todo pensamiento es intrínsecamente gratificante y, de hecho, algunas personas son propensas a los círculos viciosos de pensamiento negativo. La investigación futura también debería explorar las razones por las que las personas subestiman cuánto disfrutarán pensando, según los investigadores. Y es que pensar "libremente" es, definitivamente, una cuestión DE LA CABEZA. Probalo y me lo contás en los comentarios de abajo. Nos leemos en una semana.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

VOS LO SABÍAS Y YO TAMBIÉN: PENSAR MUCHO... CANSA!!!

Artículo correspondiente a la columna dominical del DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 25 de setiembre de 2022. Todos los derechos reservados.

"No se por qué me canso tanto si yo solo trabajo sentado" es una afirmación común que escucho a diario en el consultorio. Pero nunca algo repetido con tanto convencimiento fue algo tan errado. Pensamos incorrectamente que el trabajo físico es lo que más agota, pero ignoramos que el trabajo mental que exige un sobreesfuerzo del razonamiento, aunque estemos sentados, tampoco se queda atrás. Sentarse a pensar mucho durante horas también hace que uno se sienta agotado. Y tiene una explicación. 

Un grupo de investigadores ha encontrado una nueva evidencia fisiológica que está detrás de esa sensación de estar exhausto tras un trabajo intelectual intenso. Los resultados muestran que cuando el trabajo cognitivo enérgico se prolonga durante varias horas, provoca la acumulación de subproductos potencialmente tóxicos en la corteza prefrontal del cerebro. Esto altera el control sobre las decisiones, por lo que se tiende a elegir acciones sencillas que no requieran esfuerzo o espera a medida que se instala la fatiga cognitiva. Algunas teorías influyentes sugirieron en su momento que la fatiga es una especie de ilusión inventada por el cerebro para que dejemos de hacer lo que estemos haciendo y pasemos a una actividad más gratificante. Pero estos hallazgos muestran que el trabajo cognitivo da como resultado una verdadera alteración funcional, la acumulación de sustancias nocivas, por lo que la fatiga sería una señal que nos hace dejar de trabajar, pero con un propósito diferente: preservar la integridad del funcionamiento del cerebro. La pregunta siempre fue por qué las máquinas pueden calcular continuamente y el cerebro no, entonces se sospechó que el motivo tenía que ver con la necesidad de reciclar sustancias potencialmente tóxicas que surgen de la actividad neuronal. Por medio de una técnica denominada espectroscopía de resonancia magnética pudieron monitorear la química cerebral en el transcurso de un día laboral, observando a dos grupos de personas: los que necesitaban pensar mucho y los que tenían tareas cognitivas relativamente más fáciles. Se hallaron signos de fatiga, incluida la reducción de la dilatación de las pupilas, solo en el grupo que realizaba un trabajo duro. Éstos también mostraron en sus elecciones un cambio hacia opciones que proponían recompensas en poco tiempo y con poco esfuerzo. Además tenían niveles más altos del neurotransmisor glutamato en las sinapsis de la corteza prefrontal del cerebro. Esto sumado a la evidencia anterior, demostró la idea de que la acumulación de glutamato hace que la activación adicional de la corteza prefrontal sea más costosa, de modo que mantener el control cognitivo es más difícil después de un día de trabajo mentalmente duro. 

Entonces...  ¿hay alguna forma de evitar esta limitación de la capacidad de nuestro cerebro para pensar mucho? La respuesta, lamentablemente, es no, pero una buena receta de toda la vida es descansar y dormir porque hay buena evidencia de que el glutamato se elimina de las sinapsis durante el sueño. Además, se pudo apreciar que el seguimiento de los metabolitos prefrontales podría ayudar a detectar la fatiga mental grave, y esto puede ayudar a ajustar las agendas de trabajo para evitar llegar al agotamiento. 

Es muy importante no tomar decisiones importantes cuando se está cansado. Es una cuestion DE LA CABEZA saber también descansar para poder rendir mejor, porque, ahora ya lo sabés, pensar mucho también cansa. Nos leemos en una semana. 

 

viernes, 16 de septiembre de 2022

LA NEUROCIENCIA MEJORANDO TU HOGAR

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 18 de setiembre de 2022. Todos los derechos reservados.

Ya lo digo cada semana: neurociencias existen a cada paso de la vida diaria, en cada acción, cada rincón, cada situación. Incluso en nuestros propios hogares, en lo que se conoce como Neuroarquitectura y de la cual ya habláramos hace algún tiempo en esta columna. Pero hay acciones que se pueden hacer en la cotidianeidad de las casas, desde su construcción, en sus arreglos, en el día a día, para que el cerebro se encuentre "en armonía", aumentando productividad, incrementando efectividad y maximizando el relax y el descanso. No olvidemos que el 90% del tiempo de nuestras vidas los pasamos entre cuatro paredes y que el ser humano ha evolucionado durante toda su historia en entornos abiertos, entonces, es justo y necesario que hagamos que esta sea un microambiente neuroagradable ¿Quieren saber qué cosas podemos hacer para que esto suceda? Pues aquí vamos con estos consejos para que las neurociencias "copen" tu casa.

En primer lugar, tendemos que tener en cuenta la geometría del lugar, ya que el cerebro percibe las formas orgánicas como amables y cercanas. Esto no tiene que ver con que las curvas nos relajen, sino con que las figuras aristadas ponen en alerta el sistema nervioso y son percibidas como potencialmente peligrosas. De la mano de esto, vienen los factores que alertan al subconsciente como la decoración que puede trabajar en dicho plano, donde se procesa el 95% de la información que nos llega del entorno inmediato y que incide sobre el sistema nervioso autónomo, modificando la respiración, el ritmo cardíaco o la temperatura corporal. Amén de esto, es necesario desnaturalizar ciertas condiciones ambientales para nada saludables a nivel biológico y neurológico como, por ejemplo, el aire demasiado viciado, la iluminación insuficiente o la contaminación electromagnética, que puede derivar en severos problemas de alteración del sueño. El contacto con los seres vivos, ya sean plantas o animales, es tan importante como la socialización con otras personas. 

Como les contaba hace un tiempo, toda una disciplina emergente en la Arquitectura moderna es la llamada Neuroarquitectura, la que sumada al interiorismo, pueden trabajar los espacios de manera que incidan directamente sobre el comportamiento de las personas, como una habitación que favorezca al descanso, un living que induzca a la comunicación o un estudio que favorezca la concentración y la creatividad. Dentro de ese conocimiento adquirido, sobre todo en la pandemia, donde la normalización del teletrabajo bajo el mismo techo en el que se vive y la evitación de salir al exterior para respirar aire libre, aunque sea unos minutos, es indispensable el contacto con los seres vivos, ya sean plantas o animales, siendo ello tan importante como la socialización con otras personas. Esto forma parte de un todo que es, finalmente, la reducción del estrés mediante esas acciones, así como también el contacto con la naturaleza, utilizar estímulos sensoriales no rítmicos o emplear materiales naturales poco industrializados, reducen el estrés, la presión sanguínea y la tensión arterial, entre otros indicadores, lo cual, sumado al llamado confort acústico interior que se consigue a través de una buena absorción de los materiales, contribuyen de enorme forma a la edificación de un entorno neuroamigable. 

Favorecer la percepción de ligeras variaciones térmicas y de corrientes de aire o introducir la presencia de agua en los espacios habitados, tienen un significativo impacto positivo sobre la concentración y restauración de la memoria. Acciones como la conexión con la naturaleza u otras que introducen estímulos frente a la rutina, despiertan estados de mayor felicidad, e incluso aceleran la recuperación de enfermedades. Por su parte, el color es una de las herramientas más versátiles que existen en el campo de la neurociencia aplicada, no tanto por el hecho de si un determinado tono gusta más o menos, sino porque un conjunto de tonalidades puede llegar a cambiar el estado emocional, en algo que en neurociencias llamamos psicología del color. Y dentro de la ayuda a esos colores en sus matices, va de la mano la gran importancia de la luz natural que permita percibir desde el interior la mayoría de matices que la luz exterior ofrece a lo largo de un día, la temperatura de color y la intensidad. Esto estimulará los sensores biológicos y desencadenará los procesos internos que se suceden en el organismo a lo largo del día. 

Como últimos detalles, introducir agua en movimiento en los espacios interiores tiene un impacto positivo en los niveles de reducción de estrés y relajación. El cuidado del sonido también es fundamental, ya que el sonido es energía que viaja por ondas de aire y ejerce presión sobre nuestro organismo, por lo que debemos conseguir el llamado confort acústico interior a través de una buena absorción de los materiales, lo cual se logra mediante la colocación de alfombras, cortinas, almohadones e, incluso, empapelados de cierta rugosidad. Por último, y no menos importante la disposición del mobiliario es mucho más importante de lo que se cree, ya que puede fomentar una elevada relación social o todo lo contrario. Como dato adicional, el orden y la limpieza de la casa también ayudan a mantenernos más calmados y relajados, porque afecta a la calidad del aire. 

Hacer de nuestra casa un ambiente neuroamigable es una cuestión DE LA CABEZA. Hoy te di los tips indispensables. ¿Comenzamos a hacerlo? Me lo contás en siete días. Nos leemos.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

CURAR LA MIGRAÑA: ¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL?

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 18 de junio de 2022. Todos los derechos reservados. 

Solo los que la padecen saben cuan incapacitante puede ser. La migraña o jaqueca como se la conoce es más que un simple dolor de cabeza: es un latigazo impresionante de dolor y de otros síntomas que disminuyen la calidad de vida de quienes la padecen, así como su capacidad laboral, de estudio y rendimiento, su vida social y hasta su descanso. Pero... ¿Por qué no logramos encontrar la clave? ¿Qué mecanismos esconde el cerebro que no nos dejan abrir la puerta a un tratamiento eficaz? Pues bien, hay tres causas fundamentales para que el recorrido sea tan largo: el desconocimiento que tenemos sobre la patología, los tratamientos empleados y la asistencia que se brinda a quienes la sufren. 

Todo lo que rodea a la migraña y sus síntomas es difícil de explicar. Tanto el dolor que la caracteriza como las extrañas sensaciones que tienen algunos pacientes antes de padecerla (lo que conocemos como prodromos y como aura), la resaca que sigue al dolor, el mareo, la molestia abdominal o la especial sensibilidad a ciertos estímulos. Es cierto que poco a poco vamos comprendiendo la causa de esas auras que son los síntomas irritativos, visuales o de lenguaje que preceden al dolor en algunos pacientes, así como de los síntomas premonitorios y del propio dolor. Incluso somos capaces de localizar las principales estructuras cerebrales implicadas en estos fenómenos y los neurotransmisores que las activan. Pero, al final, no terminamos de entender el cerebro migrañoso. No estamos seguros de cuáles son los mecanismos genéticos que hacen que un cerebro hiperexcitable, quizá incluso desadaptado, responda con dolor a cambios propios o del entorno. Y tampoco comprendemos del todo las causas por las que este cerebro termina generando un "ataque de migraña sin fin", dando lugar a dolor diario.o cuanto menos, periódico. La clave para despejar estas incógnitas podría residir en aceptar que el cerebro no es solo una concatenación de grupos neuronales. Funciona como una red, y nos exige conocer los nodos regionales y las conexiones a larga distancia. Para afrontar este reto, en el caso del cerebro, necesitamos la colaboración de ingenieros y matemáticos. Si, aunque suene increíble, así es.

Hasta hace pocos años, el tratamiento de la migraña se basaba en usar fármacos diseñados para otras indicaciones que parecía que podían ser útiles en migraña. Los antiinflamatorios, antihipertensivos, antiepilépticos o antidepresivos eran nuestro principal arsenal terapéutico. Además, a principios de la pasada década empezamos a usar la toxina botulínica, que cambió la vida de un buen número de pacientes antes de que entendiéramos cómo combatía la migraña. La situación cambió radicalmente cuando se identificó un neurotransmisor llamado “péptido relacionado con el gen de la calcitonina” –conocido por su acrónimo en inglés CGRP– que estaba implicado en bastantes pasos de la génesis y el mantenimiento de la migraña. A partir de ese descubrimiento comenzamos a diseñar fármacos que actuaban sobre este neurotransmisor. Pero aunque así conseguimos –y conseguiremos– mejorar a un buen número de pacientes con migraña, los médicos que atendemos a estos pacientes sabemos que la migraña no es simplemente una “CGRP-patía”. Nos quedan muchos elementos sobre los que actuar. Para empezar, porque hay otros neurotransmisores y otros lugares sobre los que influyen. Pero es que, además, hay conexiones en las situaciones de dolor, sobre todo con la corteza cerebral, en las que aún no somos capaces de intervenir. Si la migraña consiste, como dijimos antes, en un cerebro desadaptado que responde a los cambios con dolor, habría solo dos vía para curarla: o bien modificamos ese comportamiento cerebral, o bien aislamos al paciente en una burbuja. De lo primero no somos aún capaces, y lo segundo es inconcebible. 

De poco sirve que acumulemos conocimientos y tratamientos para aliviar a los pacientes con migraña si no somos capaces de aplicarlos. Si no conseguimos que, tanto en las unidades especializadas en cefaleas como en cualquier consulta de neurología, de atención primaria o de otras especialidades, se conozcan y apliquen. Es indiscutible que hay que trabajar por la mejora de las estructuras asistenciales, por reducir las barreras que impiden a los pacientes ser atendidos por los profesionales formados y recibir los tratamientos que requieren. Simultáneamente, debemos trabajar para convencer a los pacientes con migraña de la necesidad de pedir ayuda. Hay razones para el optimismo. La cura de la migraña podría estar cerca. Porque hay muchos científicos aumentando el conocimiento de la misma y muchos médicos interesados en ayudar a los pacientes que la sufren. Pacientes que pueden convertirse en aliados para mejorar la asistencia y que, afortunadamente, ya han empezado a moverse. Porque la migraña, como otros dolores, es algo que a los médicos nos tiene DE LA CABEZA. Nos vemos en siete días.

"SOCORRO DOCTOR, MI BEBE NO DUERME DE NOCHE"

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 25 de junio de 2022. Todos los derechos reservados.

"¿Estás por ser papá o mamá? Preparate, anda durmiendo todo lo que puedas porque después ya no vas a poder dormir más". Frase recontra conocida si la hay para padres primerizos de parte de otros padres con más "kilometraje andado" en las tortuosas vías de la crianza de los niños. Y es que no es ningún misterio que el sueño de los bebés trae de cabeza a los padres, sean primerizos o no. Y esto tiene lógica, no dormir es una auténtica tortura (de hecho, uno de los métodos de tortura preferidos por quienes la realizan a fin de conseguir sus retorcidos fines). Hay bebés que, más o menos, lo hacen unas cuantas horas seguidas y dan margen a sus progenitores para poder tener un sueño reparador y de calidad. Otros, sin embargo, concilian el sueño tan mal que esto se convierte en fuente inagotable de problemas. Es más, hay hasta parejas que ven muy comprometida su relación por este tema, el matrimonio se resquebraja, la intimidad se rompe, el descanso se altera y los nervios afloran, surgiendo las culpas mutuas entre ambos. Algo que no debería ser así. 

Parte de estas decepciones vienen dadas porque las expectativas que se tienen con respecto al sueño de los bebés muchas veces son irreales, alejadas de su naturaleza, de su biología. Es importante señalar que la neurobiología tiene clarísimo por qué pasa esto. El cerebro de un recién nacido en 2022 es idéntico al nacido en la época de las cavernas, es decir, no sabe que duerme confortablemente en una cuna protegido de las fieras, su cerebro está preparado para la supervivencia y para ella depende de estar pegado a su madre y permanentemente en alerta si no la siente, ya que si así no se da, el niño llora, porque así está diseñado, siendo el llanto su único mecanismo de defensa y alerta ante lo que ese cerebrito interpreta como adversidad y realmente no buscando molestar a nadie sino lisa y llanamente, garantizar su vida. 

Ojo: los padres tienden a supervisar el sueño de los niños hasta que este se convierte en casi una obsesión y esto se debe al estilo de vida que nosotros, los adultos, tenemos. Nuestra sociedad insomne lo es en proporciones casi epidémicas: no dormimos por el estrés, por las preocupaciones, por los malos hábitos que tenemos para desarrollar lo que en Neurociencias llamamos "higiene del sueño" principalmente porque nuestro ritmo de vida actual no propicia hábitos de sueño saludables y la gran mayoría de jóvenes y adultos estamos casi sobreviviendo con un sueño absolutamente insuficiente tanto en calidad como en cantidad: ni tantas horas ni bien aprovechadas para el descanso. Por eso, y de repente, cuando un bebé llega a una familia, su ritmo inmaduro y desregulado tanto de sueño como de otros hábitos (alimentación, vigilia, micción, defecación) cae como una bomba en un terreno ya minado, sumando a los hábitos desfavorables que muy probablemente tienen los padres los de una criatura que todavía no distingue entre el día y la noche, y su única obsesión es estar en contacto continuo con el cuerpo de su madre, alimentándose cada vez que tiene hambre. Y allí, el pobre bebé se topa con las expectativas de los padres, determinadas por el contexto cultural, y que va absolutamente de contramano con la realidad, ya que estos sueñan con un bebé que duerme felizmente en su cunita (lejos del cuerpo de su madre) la mayor parte del día y de la noche, y que reclama alimentación siguiendo un ritmo compatible con nuestras necesidades y deseos como si se tratase de una idílica propaganda de pañales. 

La realidad no es así. Si los seres humanos dormimos la mayor parte de nuestra vida, y la mayor parte de ella lo hemos hecho acompañados (por nuestros padres, hermanos, pareja), es imposible pedirle a un bebé que trae lo que trae desde la impronta genética, que lo haga desde el vamos ya solo y sin llorar. Dormir es un acto demasiado vulnerable para arriesgarse a hacerlo solo en la gran mayoría de circunstancias en las que nos hemos visto —y muchos todavía se ven— obligados a hacerlo. Entonces, ¿cómo conseguir que un bebé duerma? Es imposible, los recién nacidos no aprenden en el sentido estricto de la palabra a dormir. Igual que a respirar, tragar, estar despierto o moverse, todos son actos fisiológicos que aparecen de manera espontánea porque forman parte de nuestra naturaleza. Los fetos ya duermen y durante toda la vida el sueño va evolucionando y adaptándose a las necesidades de cada momento. El sueño evoluciona durante toda la vida y su arquitectura y duración va cambiando desde el feto hasta la vejez. Se dice que el cerebro sufre los cambios más rápidos e importantes los primeros dos años de vida, y la evolución del sueño refleja y se adapta a estos cambios. Su ritmo circadiano ya está bien establecido, aunque no por ello tiene exactamente las mismas características que en el adulto. 

¿Y qué pasa si lo dejo llorar hasta que se canse? Hay varias teorías, llamadas conductistas, que pretenden enseñar a los niños a dormir, dejándolos llorar hasta que se cansen y, por agotamiento, terminan durmiéndose. Pero, ¿qué coste tiene en el cerebro del bebé? Mucho: dejar llorar a un bebé que todavía requiere la regulación de la madre (o figura de apego) para controlar sus emociones puede provocar lo que se llama una respuesta tóxica al estrés. Esto es, la criatura no puede adaptarse saludablemente a ese estrés porque se ha superado su capacidad para hacerlo, lo que conlleva una respuesta de mala adaptación que puede desembocar en una patología. Este fenómeno no siempre se manifiesta a corto plazo, ya que muchos problemas de la vida adulta pueden explicarse, precisamente, por respuestas tóxicas al estrés en la primera infancia, cuando la persona no tenía la capacidad de adaptarse saludablemente a las circunstancias adversas. Recordemos de manera bien clara esto: el hábitat del bebé humano es el cuerpo de su madre. Esto quiere decir que cuando se separan las crías mamíferas de sus madres sufren una importante desregulación fisiológica que afecta desde el control de su temperatura a su respiración o frecuencia cardíaca. La madre es, en definitiva, el regulador fisiológico y emocional de su hijo. Su ausencia desregula y esta desregulación es por sí misma un factor estresante que puede generar una respuesta tóxica no adaptativa, dependiendo de las circunstancias. Y ya sabemos que esta respuesta tóxica puede tener relevantes consecuencias a corto, medio y largo plazo, comprometiendo el desarrollo y la salud física y emocional futura del bebé. Así que, a dormir como el bebé quiere. Son muy pequeños aún para tener ya acciones que los tengan DE LA CABEZA. Nos leemos en una semana.

EL APASIONANTE CASO DE PHINEAS GAGE

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 2 de julio de 2022. Todos los derechos reservados. 

Todo aparentaba tranquilo esa mañana de finales del verano de 1848 en las afueras de Cavendish, en Vermont. Los obreros se apuraban para tratar de terminar la línea de ferrocarril que debía pasar por el pueblo y el capataz Phineas Gage, hombre de 25 años, eficiente y capaz, supervisaba todo con su habitual eficiencia. Una de sus funciones era colocar cargas explosivas en agujeros taladrados en la roca, para lo cual llenaba el agujero de pólvora, colocaba un detonados, y lo tapaba con arena y aplastaba la arena con una pesada barra de metal. Pero ese 13 de setiembre, Phineas cometió un error que lo llevaría en un camino sin retorno: olvido echar la arena antes de presionar con la barra, por lo que al hacerlo hubo una chispa que hizo explotar la pólvora y disparó la pesada barra de metal de 1 metro de longitud, 3 centímetros de diámetro y 6 kilos de peso como un proyectil hacia arriba, atravesando la mejilla izquierda, entrando al cráneo de Phineas y saliendo por la parte superior del mismo tras atravesar el córtex cerebral anterior, aterrizando a casi 30 metros de distancia. 

Phineas fue llevado increíblemente a un hotel cercano sentado en una carreta tirada por bueyes, y subió por sus propios medios las escaleras del edificio. Su herida era asombrosa: tenía 9 cm de diámetro (el Dr. Harlow quien lo atendió, pudo meter su dedo en ella) y había perdido parte del lóbulo frontal y mucha sangre. Pero para sorpresa de todos, se recuperó y después de una semana, paseaba tranquilo por la ciudad. 

Sin embargo, la palabra “recuperar” no era precisamente la más adecuada: Phineas Gage si se recuperó físicamente, pero ya no era el mismo. El equilibrio entre su facultad intelectual y sus propensiones animales se había destruido. Se volvió irregular, irreverente, blasfemo e impaciente. Era obstinado cuando le contrariaban, podía planificar planes a futuro pero siempre los abandonaba antes de siquiera poder llevarlos a la práctica. Siempre encontraba algo que no le convenía. Era totalmente la persona contraria a lo que era antes del accidente. Perdió su trabajo en el ferrocarril, no podía mantener otros trabajos por sus peleas con compañeros de trabajo y terminó en un circo bizarro donde mostraba orgulloso su herida y la barra que la causó. 

El pobre de Phineas murió a los 38 años como consecuencia de crisis epilépticas sucesivas motivadas por su lesión cerebral. Su cráneo y la barra de hierro se conservan en el Museo de Medicina de la Universidad de Harvard. Este caso está considerado como una de las primeras pruebas de que una lesión frontal puede alterar personalidad, emociones e interacción social. Y su descripción es la primera que se tiene del hoy llamado “síndrome prefrontal”. Se cree que a partir de este caso se dejó de pensar en razones subjetivas como causales del comportamiento, y se comenzó a pensar en bases neurobiológicas como causales.

Para que, este sábado, podamos ver que mediante causales fortuitamente desgraciadas (y que definitivamente nos dejan DE LA CABEZA), sin embargo las Neurociencias avanzan en el conocimiento. Valga el homenaje al pobre Phineas Gage, un antes y un después en el estudio de las funciones cerebrales. Nos leemos en una semana.

EL ALCOHOL Y EL CEREBRO

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 9 de julio de 2022. Todos los derechos reservados.  

Todos sabemos que sucede cuando nos agarramos "una tranca" de aquellas. Huelga referir los efectos del alcohol sobre las personas, pero... ¿qué sucede en realidad en nuestro órgano rey cuando nos embriagamos?.

Hoy sabemos mediante estudios que existen receptores en el cerebro que son especialmente sensibles al consumo de alcohol y son los llamados receptores GABA que se encuentran en mayor cantidad en ciertas áreas del cerebro. Para que entendamos mejor, cuando hablamos de GABA nos referimos a un neurotransmisor (como la serotonina o la dopamina) y, por tanto, envía mensajes químicos por el cerebro y el sistema nervioso. En otras palabras, participa en la comunicación entre neuronas. El rol del GABA es inhibir o reducir la actividad neuronal, y juega un papel importante en el comportamiento o la respuesta del cuerpo frente al estrés. Las investigaciones sugieren que el GABA ayuda a controlar el miedo y la ansiedad cuando las neuronas se sobreexcitan. Entonces cuando bebemos alcohol, el alcohol toma el lugar de la molécula de GABA y se pega a su receptor, lo que quiere decir que los efectos del alcohol dependen de cuánto bebamos y el área del cerebro que se vea afectada. 

Al entender este mecanismo, podemos comprender mejor que sucede en los llamados “blackouts” que son episodios de lagunas mentales de los alcohólicos que ocurren cuando el etanol interactúa con los receptores GABA en el hipocampo, región que es responsable de generar y almacenar los recuerdos. Cuando esta región se inhibe se nos hace más difícil recordar dónde dejaste el celular, las llaves o la dignidad al final de la noche. Si alguna vez fuiste caminando y de repente perdiste el equilibrio o te caíste de boca en una noche de fiesta puede ser porque el etanol haya interactuado con los receptores GABA en las neuronas del cerebelo, estructura que se encarga de mantener su coordinación y equilibrio. Cuando el alcohol afecta la corteza cerebral prefrontal, encargada de su juicio, la toma de decisiones es afectada, disminuyen las inhibiciones y aumenta su tolerancia al dolor o las ganas de escribir a tu ex a las 3 de la mañana o mandarle un audio cantándole ese vallenato lloroso. 

Pero... ¿qué sucede con las adicciones? ¿por qué llegamos a la adicción? ¿Qué hace la droga en el cerebro que a mucha gente le gana cualquier impulso racional de dejarla? Todas las drogas (legales o ilegales) activan el sistema de recompensa del cerebro y aumentan el sistema de dopamina (comúnmente conocida como hormona de la felicidad) en el núcleo accumbens. Ya hablamos en otras ocasiones de que el núcleo accumbens se denomina el punto de ansia en el cerebro. ¿Esto qué significa? Pues que todo lo que hacemos los medimos por las consecuencias positivas o negativas que tiene una acción sobre nuestra supervivencia. La información de muchos núcleos del cerebro, se integran en el núcleo accumbens y cuando estamos delante de una situación o sustancia que es buena para nuestra supervivencia (como podría ser la comida, el sexo, la socialización, hacer deporte) lo que sucede es que se activan las neuronas de dopamina y liberan dopamina en el núcleo accumbens. Y entonces entendemos que es bueno para la supervivencia y el cerebro nos incita a seguir haciéndolo. A partir de ahí se generan millones de conexiones y sinapsis de diferentes núcleos cerebrales con dos objetivos: · El primero: aprender cómo lo hemos conseguido. Por ejemplo, el comer. · El Segundo: poder repetir comer todos los días. Por eso los neurobiologos llaman a esto refuerzos, porque refuerzan la conducta que te lleva a repetirlo. Lo que sucede con las drogas, todas ellas, es que imitan a estos refuerzos naturales, y aumentan la dopamina de forma artificial. La cocaína por ejemplo, tapona los sistemas de reciclaje de la dopamina y entonces aumenta estos niveles de manera bestial. Al igual que un refuerzo natural, nuestro cerebro va a aprender que la cocaína es importante para la supervivencia porque está generando mucha dopamina, entonces nos invitará a repetir. Y es cuando esto se convierte en un refuerzo, y para algunas personas este refuerzo se convertirá en el más importante de todos. Más que comer, que socializar, hacer deporte, tener sexo. 

Las drogas (recordemos que el alcohol está entre ellas como una "droga social") actúan sobre varias áreas del cerebro, como por ejemplo la corteza prefrontal, o la amígdala, que son areas del cerebro que nos ayudan a tomar decisiones, a balancear los beneficios y riesgos, a gestionar el estrés, la ansiedad, las emociones. Si la droga modifica la función de estos núcleos, realmente lo que pasa es que nuestra percepción, pensamiento y voluntad al final está sometida a ella, y nos tiene realmente DE LA CABEZA. Nos vemos en una semana.

LO QUE SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO DAMOS UNA BUENA CLASE

  Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación correspondiente al domingo 10 de setiembre de 2023. Todo...