lunes, 15 de febrero de 2021

EL SUPER CEREBRO DE LOS BEBÉS

 


Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 13 de febrero de 2021. Todos los derechos reservados.


Es harto conocido entre quienes tratamos niños con lesiones muy severas (sobre todo adquiridas, como un traumatismo importante por ejemplo), que el porcentaje de recuperación de estos pequeños guerreritos es extraordinario en comparación no solo con los adultos, sino con el propio aspecto aparentemente indefenso que poseen tan pequeñitos como ellos son. Y es que, sin llegar a los extremos de los daños cerebrales, en actividades cotidianas de los cerebritos de nuestros niños, nos damos cuenta que están muy bien preparados y dotados para desarrollar capacidades que los adultos no tenemos en nuestra "materia gris". 

Hoy en día sabemos, por ejemplo, que los padres pueden "diseñar" el cerebro de sus hijos con el simple hecho de jugar juntos. Hace muy poco se acaba de descubrir cómo los niños pequeños y los bebés, emplean los dos hemisferios del cerebro para realizar una misma tarea, a diferencia de los adultos, quienes procesan sus tareas neuronales en áreas específicas de tan solo uno de los dos hemisferios cerebrales. Se sabe que en los pequeños, ambos hemisferios se dedican a comprender tanto el significado de las frases, como a reconocer el efecto emocional. En cambio, en los adultos, se activó el hemisferio derecho tan solo en las tareas como el procesamiento de las emociones expresadas con la voz. Si bien, gracias a la ciencia, sabemos que ambos hemisferios reciben información de todo tipo y la procesan en la misma medida, y que además toda la información se trabaja de forma interconectada, a menos que exista un trastorno orgánico, lo cierto es que los adultos no procesan las tareas de los dos hemisferios a la vez como lo hacen los niños. 


Por esta razón, los neurocientíficos califican los cerebros de los niños como super cerebros. Y esta sería una de las razones por la que los niños parecen recuperarse de las lesiones neuronales mucho antes y mejor que los adultos. Y es que el uso de ambos hemisferios proporciona un mecanismo para compensar después de una lesión neural. Por ejemplo, si el hemisferio izquierdo se daña por un accidente cerebrovascular perinatal, uno que ocurre justo después del nacimiento, un niño aprenderá el lenguaje usando el hemisferio derecho, y un niño nacido con la parálisis cerebral que daña sólo un hemisferio puede desarrollar las capacidades cognitivas necesarias en el otro hemisferio. Es por ello que, en todo momento, en mis libros y conferencias, y a quien quiera escucharme (padres, docentes, estimuladores) les digo "NO SE CANSEN DE ESTIMULAR A LOS NIÑOS". Los resultados pueden ser sorprendentes...!!! Y dejarles DE LA CABEZA. Nos leemos el siguiente sabado.


jueves, 11 de febrero de 2021

¿POR QUÉ HAY MÚSICAS QUE NOS ALEGRAN LA VIDA?

 


Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 6 de febrero de 2021. Todos los derechos reservados.


Si bien la música en general es un enorme catalizador de emociones en el cerebro (positivas y negativas hay que decirlo), existen algunas que "nos mueven la estantería". De hecho, la música está considerada entre los elementos que causan más placer en la vida, ya que libera dopamina en el cerebro como también lo hacen la comida, el sexo y las drogas. Todos ellos son estímulos que dependen de un circuito cerebral subcortical en el sistema límbico, es decir, aquel sistema formado por estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales; particularmente, el núcleo caudado y el núcleo accumbens y sus conexiones con el área pre-frontal, lo que dimos en llamar repetidamente en esta columna semanal como sistema de recompensa cerebral. Los estudios que muestran activación ante los estímulos mencionados revelan un importante solapamiento entre las áreas, lo que sugiere que todos activan un sistema en común. 

Escuchar música no solo es el hecho de activar las zonas donde esta se capta, sino que, en realidad, se trata de una experiencia sensorial unificada. Las personas aprenden y conocen por distintas vías. Por ejemplo, si conoces a una persona en un momento en que no tienes, hambre, no tienes frío y estás escuchando una música que te agrada, esa personas te parecerá más agradable. Lo mismo, si una persona debe estudiar: si lo hace con música que le agrada, el momento será más placentero. Algo similar ocurre con los recuerdos. A veces, una persona adulta escucha una canción que cantaba y bailaba cuando era joven, esa canción le evocará recuerdos de entonces, los amigos de esos años, las actividades que realizaba y hasta situaciones que creía olvidadas (por eso la terapia con música es tan útil en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, pero eso es tema de otro día). En nuestro cerebro no existe una sola estructura que decodifique este estímulo, sino que son muchas las partes del cerebro que se activan cuando oímos música, por lo tanto, hacerlo genera una activación de diferentes lugares. Por eso, la música retro es tan "pegadora" en todo sentido: todos nos quedamos "duros" cuando tocan esa música que bailábamos apretados en los 80 o sobre los parlantes en los 90... o después. 

Pero ¿Qué sucede cuando la música "es escuchada"? Una vez que los sonidos impactan en el oído, se transmiten al tronco cerebral y de ahí a la corteza auditiva primaria; estos impulsos viajan a redes distribuidas del cerebro importantes para la percepción musical, pero también para el almacenamiento de la música ya escuchada; la respuesta cerebral a los sonidos está condicionada por lo que se ha escuchado anteriormente, dado que el cerebro tiene una base de datos almacenada y proporcionada por todas las melodías conocidas. Y allí se produce la magia, la relación con los recuerdos (buenos y no tanto), y "nos gusta" o "nos mueve" esa música que estamos oyendo. Esa "magia" podría deberse tanto a una razón biológica para que unos acordes nos agraden más que otros, como también a una cuestión cultural. Esta última parece ser la razón más poderosa: probablemente nuestras preferencias acústicas dependen más de la exposición a un determinado estilo musical que de un rasgo inherente al sistema auditivo. Dicho de otra manera, es posible que las clases de sonidos para las que podemos adquirir de forma sencilla respuestas estéticas están restringidas por lo que es fácilmente discriminable, y eso está determinado hasta cierto punto por la biología, ya que, en apariencia, la respuesta estética que se asocia con una clase de sonidos se adquiere mediante la exposición a una cultura. En resumen: lo que estamos acostumbrados a escuchar es lo que nos hará preferir y gustar de ciertas músicas.

Ahora a disfrutar del sábado, poner la música que más nos gusta, y dejarnos estar DE LA CABEZA por esa canción que nos alegra el cerebro... y el alma.

¿MAS FELIZ? MENOS ENFERMEDADES!!!



Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 30 de enero de 2021. Todos los derechos reservados.

El axioma antiguo de que la risa es el remedio infalible tiene sustento neurocientífico. Estar de buen humor fortalece el sistema inmunológico, puesto que la risa ahuyenta las enfermedades y prolonga la vida mientras que la tristeza y la depresión atraen los virus, creando enfermedades. Esto no es una prédica de un texto de autoayuda, sino que tiene sus fundamentos y hoy se los cuento. 

Al estar de buen humor el cuerpo segrega endorfinas, que son sustancias similares a los fármacos derivados del opio como por ejemplo lo es la morfina. Esto hace que, cuando nuestro organismo está lleno de ellas, se de el fenómeno de placidez total y no hay sensación de dolor. Esto ya lo dije en otros sábados de esta misma columna, pero lo que nunca se los conté aquí (si lo hice en mi libro CEREBRA LA VIDA) es que la risa contribuye a la creación de linfocitos naturales, como el caso de los llamados NK (por sus siglas en inglés "Natural Killer" o "asesinos naturales"), que son células cuya misión es la de terminar con células virales o cancerígenas. La ventaja que tenemos en nuestra especie respecto a este beneficio es simple: el ser humano es la única criatura en el mundo capaz de reírse, hacer reír y hacer el ridículo. Cuando ríe no está triste y olvida sus amarguras. Es por eso que, hoy en día, el humor en general y la risa en particular son herramientas terapéuticas para el tratamiento de enfermedades, ya que el reír de buena gana influye positivamente a los sistemas cardiovascular, inmunológico, muscular, nervioso central y endocrino, entre otros. No en balde, un gran número de ataques cardíacos ocurren en momentos de rabia. El humor puede actuar como defensa frente a la frustración, el miedo y la rabia, de ahí que se puedan prevenir estos episodios. 


Lamentablemente, a pesar de que los beneficios de estas terapias están comprobados, la medicina tradicional es reacia a abrirse a nuevos campos, que a primera vista, no tienen que ver con el rigor científico. Y además de ello, los médicos, sumidos de por sí en un desgaste emocional muy intenso, no tienen tiempo ni fuerzas para dedicar tiempo a hacer reír a sus pacientes. Al menos, no siempre. Sumado a eso, las profesiones sanitarias tienden a considerarse a sí mismos con excesiva seriedad. 

La risa es un síntoma de bienestar, pero a su vez puede ser un buen “fármaco” para nuestra salud. Reír también reduce la ansiedad (por estudios sabemos que los adultos suelen reír entre 15 y 100 veces al día, una incidencia "muy baja" si se compara con los niños, que ríen una media de 300 veces diarias).  La risa disminuye la hipertensión al aumentar el riego sanguíneo, cuenta con capacidad para aliviar el estreñimiento por la contracción de los músculos abdominales, e incrementa la concentración de colágeno, una proteína contenida en la piel que se deteriora con el paso de la edad al perder elasticidad, tersura y firmeza, y además retarda el envejecimiento en el rostro preponderantemente. La risa también permite liberar lipoproteínas (moléculas hechas de proteínas y grasa) en la sangre, lo que favorece la reducción del nivel de colesterol, un problema generado por un estilo de vida malsano como el sedentarismo o el sobrepeso. Estos beneficios son indiferentes a que la risa sea natural o ensayada, ya que ambas tienen casi los mismos beneficios. En ambos casos ayuda a relajar los músculos tensos y a quemar calorías, ya que al reír se movilizan unos 400 músculos del cuerpo. Por todo ello, la risa es un elemento esencial para acelerar la recuperación de los pacientes, aminorar el dolor generado por los diferentes procesos internos que enfrentan ante ciertos padecimientos y, lo más importante, nos tiene siempre DE LA CABEZA. Seamos más felices aún en los tiempos que corren y nos leemos el otro sábado.

 

LO QUE SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO DAMOS UNA BUENA CLASE

  Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación correspondiente al domingo 10 de setiembre de 2023. Todo...