martes, 7 de febrero de 2023

EL CEREBRO Y SUS METAS

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación. Todos los derechos reservados.

Llega el fin de año y con él, aparte del conocido "Navidad sin tí" del Buki, también llegan las promesas y propósitos para el nuevo ciclo que comienza el 1 de enero. Dietas, ahorros, ejercicios, objetivos, todo se entremezcla en un ritual "promesero" tan antiguo como la vida misma y que no es otra cosa que una tendencia innata a posponer las acciones necesarias para triunfar. Esas "metas" del nuevo año se esfuerzan para permanecer firmes ante nuestro cerebro procrastinador, ese que nos engatusa y desvía de nuestros objetivos intentando convencernos de dejarlo todo ‘para más adelante’. Nuestra tendencia a procrastinar es uno de los sabotajes cerebrales más evidentes a los que nos enfrentamos a la hora de cumplir los buenos propósitos. 

Pero no es el único: la fortaleza de nuestros hábitos supone otro escollo importante por tener en cuenta. Resulta que mejorar el nivel de inglés, dejar de fumar o hacer más deporte son excelentes propósitos que se oponen a hábitos bien establecidos y difíciles de erradicar. A pesar de que el cerebro humano es plástico y ha sido seleccionado para poseer una gran capacidad de aprendizaje, le cuesta menos mantener un comportamiento habitual que abandonarlo para adquirir uno nuevo. Y por más que el cambio mejore sustancialmente nuestra vida, la tendencia a mantenernos en "punto muerto" y dejar que las cosas sucedan sin hacer esfuerzo para ello es innata. Sépanlo: el cerebro es un gran "ahorrador de energía"... o dicho de otra manera, un gran vago si de corregir conductas gastando energía se trata.

 Ahora bien, que el cerebro se resista al cambio no significa que resulte imposible hacer realidad nuestros buenos propósitos. Y perseverar en el intento será más sencillo si previamente entendemos cómo funciona nuestro cerebro. El proceso de crear nuevos hábitos funcionará si logra poner en marcha toda la maquinaria neural de aprendizaje necesaria para modificar nuestra conducta hasta entonces. Desoyendo, de camino, todo aquello que refuerza nuestras costumbres. Por ejemplo, al decidir dejar de fumar, gracias a la certeza de que este propósito nos permitirá respirar mejor –incluso hasta evitar un cáncer–, el cerebro aplicará funciones cognitivas que tendrán que imponerse a las emociones que se produzcan, en este caso, al desprenderse todo el entramado social que se construye alrededor de encender un cigarrillo. El cerebro aplicará funciones cognitivas que tendrán que imponerse a las emociones que se produzcan. Y ojo, porque esto del grupo no es un tema menor. Muy al contrario, el cerebro humano es social y, como consecuencia, necesita de la aprobación de sus semejantes. Por eso, al formular un propósito, es muy conveniente publicitarlo. Aunque parezca una frivolidad, al cerebro ‘le gusta’ mantener su credibilidad y hará ‘lo que sea’ para evitar que en el futuro alguien le recuerde que fracasó (ergo, el ego del cerebro es demasiado grande). Aquí es importante aclarar que cuando hablamos de lo que al cerebro ‘le gusta’ nos referimos a la actividad neuronal relacionada con las expectativas y las recompensas. Se localiza en la corteza orbitofrontal y las neuronas del estriado y el cerebro medio. Normalmente implica la liberación de una sustancia conocida por quienes leen mi columna domingo a domingo y que hace que nos sintamos recompensados: la dopamina. De esta manera, las neuronas dopaminérgicas ponen todo su empeño en identificar secuencias de estímulos conducentes a la recompensa. La posibilidad de conseguir el ‘premio’ ayuda a perseverar en el esfuerzo. 

Recientemente se ha demostrado en ratas que si se suprime la actividad de una zona de la corteza infralímbica, los animales ‘pierden su costumbre’ de andar de una determinada forma por un laberinto. Los equipos de investigación lo achacan a que dicha corteza infralímbica, que envía conexiones a una parte del estriado, controla (o al menos aprueba) las ‘conductas habituales’. Una de las cosas más interesantes de este hallazgo sobre la implicación cortical, para el tema que nos ocupa, es que incluso si los hábitos están tan arraigados en nosotros como para parecer automatizados (como encender un cigarrillo), nuestra voluntad (es decir, el cerebro que ‘toma decisiones’) no pierde totalmente el control en ningún momento. Esa es una gran noticia: nos permite organizar el cerebro en la búsqueda de sus objetivos. Estos deben ser grandes para que merezca la pena luchar por ellos. Pero es interesante que, a la vez, se puedan dividir en pequeños pasos, a ser posible cuantificables, que nos permitan dosificar el esfuerzo. Hablar inglés, como reto, implica aumentar el vocabulario día a día, por ejemplo. Una vez decidido, y si es posible cuantificado (10 palabras al día, por ejemplo), se trata de conseguir perseverar hasta que se alcance el gran objetivo. Lo que parece indiscutible es que para conquistar el triunfo es imprescindible centrar la atención. En este sentido, las redes de control prefrontales son fundamentales en la focalización de la conducta dirigida a una meta en concreto. No hay que olvidar que, si la recompensa no es inmediata, el cerebro debe gestionar la espera (e incluso el sacrificio) actual por un bien mayor que llegará en un futuro más o menos próximo. 

La corteza prefrontal de cada individuo contribuye, de manera crítica, a la toma racional de decisiones, pero también a administrar el tiempo. No hay que olvidar que, si la recompensa no es inmediata, el cerebro debe gestionar la espera (e incluso el sacrificio) actual por un bien mayor que llegará en un futuro más o menos próximo. Es decir que si llega el verano y estoy estudiando, mi cerebro debe permitirme renunciar a salir a farrear con mis amigos (recompensa inmediata) a cambio del magnífico éxito que conseguiré en mi examen (recompensa aplazada). La única manera de mantenernos firmes a pesar de la demora de la recompensa será a través de la motivación. Que no es ni más ni menos que ese estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta hacia un fin determinado. También depende de la dopamina: cuanto más altos son los niveles de esta sustancia que circulan por nuestro cerebro, menos nos va a costar esforzarnos en conseguir una recompensa más valiosa, aunque no inmediata. 

En síntesis, no basta con buenas intenciones. La ‘toma de decisiones’ para alcanzar el éxito implica dedicar tiempo, esfuerzo y ‘control cortical’. Y como a cada decisión acompaña un esfuerzo cerebral, conviene reducir el número de decisiones para usar toda esa energía en las cosas que realmente merecen nuestro empeño. De ahí que valga la pena dosificarse y perseguir los buenos propósitos de uno en uno. No procrastinar es también algo DE LA CABEZA. Nos leemos en siete días.

LOS SECRETOS DEL BUEN SUEÑO

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación de los domingos 11 y 18 de diciembre de 2022. Todos los derechos reservados.

"Dormir es distraerse del mundo" decía Borges. Y esa distracción es necesaria, vital, fundamental para que el cerebro funcione bien. No precisamente para que descanse, ya que paradójicamente trabaja más cuando dormimos, sino para cesar en los estímulos externos que dificultan que ese "trabajo" necesario del sueño se pueda llevar a cabo. El cerebro consolida memoria, se "limpia" de "suciedades", se nutre, se repara y se regenera en las horas de sueño, debemos saberlo. Es importante destacar que limpia, entre otras cosas, el beta-amiloide, el material de las placas seniles, una de las características distintivas de la enfermedad de Alzheimer. 

Un sueño reparador dura en torno a ocho horas y se divide en fase REM (rapid-eye movement, movimientos rápidos de los ojos), en la que el cerebro muestra tanta actividad como cuando su dueño está despierto, y sueño no-REM, un estado de sueño más profundo que predomina en la primera mitad de la noche. El sueño no-REM tiene una serie de fases y entre las funciones de este período está consolidar las memorias y adquirir y refinar nuestras habilidades motoras. El sueño REM interviene en nuestra capacidad para superar los sentimientos negativos, leer adecuadamente las emociones de otras personas y resolver problemas. Estos últimos tiempos, principalmente el pandémico y es posterior, han sido un desastre para nuestros patrones de sueño. Si nuestro sueño se interrumpe, no tenemos tiempo suficiente para realizar las actividades restauradoras de la noche y podemos sufrir alteraciones en nuestros procesos cognitivos y emocionales. Un sueño discontinuo rebaja sensiblemente nuestro estado de ánimo. 

Dormir es la medida más eficaz para resetear y renovar la salud de nuestro cerebro y el resto de nuestro cuerpo cada día. Entre las cosas que la ciencia ha descubierto está que el efecto de la falta de sueño es inmediato. Un estudio en el que participó un grupo de jóvenes a los que solo se les permitía dormir cuatro horas mostró efectos medibles en su sistema inmunitario al día siguiente. Concretamente, los participantes sometidos a privación de sueño presentaban una caída de un 70% en una población clave de células anticancerígenas, las NK o «natural killers». Además, los problemas de sueño contribuyen a la obesidad, la diabetes, el cáncer e incluso generan muertes prematuras. Las personas que tienen 45 años o más y que duermen menos de seis horas por noche tienen un porcentaje triple de sufrir un infarto o un ictus que aquellos que duermen lo suficiente. 

Llegados a este punto tengo que repetir una vez más que  el sueño con sedantes no es la solución, sus efectos son similares a dormir mal, pero pueden tranquilizar a la persona afectada y ser el camino hacia una recuperación. Pero el riesgo es alto: afectan la memoria inmediata y la memoria a largo plazo y pueden generar dependencia y adicción. Conseguir dormir un número de horas suficiente debe ser una prioridad. La respuesta puede estar en nuestros horarios, nuestra habitación, nuestra agenda diaria o mil problemas más. Algunas veces hace falta un tratamiento médico, un ejemplo es tratar la apnea del sueño, un trastorno en el que las personas afectadas muestran interrupciones breves de la respiración mientras duermen, incluso varios cientos en la misma noche. Tratar los problemas del sueño, como la apnea, en personas de edad avanzada mejora de una forma significativa la función cognitiva en los pacientes de alzhéimer y retrasa el inicio de esta enfermedad en los que no la sufren en unos diez años. Por tanto parece interesante, en particular para los que dormimos poco, priorizar el sueño y apostar por una vida más larga y saludable.

Hay que saber que la cantidad de horas de sueño que necesitamos varía con la edad. Parece que los adolescentes a los que los docentes les damos clase necesitan más horas y es raro que las duerman. Puede que parte de su malhumor, la dificultad para concentrarse, esa sensación de no aguantarse ni a sí mismos venga de una falta de sueño. Pero a veces también somos los profesores los que no dormimos lo suficiente, pues aunque los de fuera raramente lo ven, raro es el día en que la jornada termina sin llevarnos trabajo a casa. Diversos grupos de investigación están estudiando cómo ayudarnos a dormir más y mejor. David Rose y su grupo del Media Lab del MIT están investigando hamacas, aromas como la lavanda, mantas con pesos para inducir la sensación de estar envuelto y cuentos de hadas islandeses. Todo ello para intentar encontrar el ambiente nocturno perfecto. Hugo Mercier, un ingeniero informático de París, ha recaudado diez millones de dólares para estudiar una banda para la cabeza que induce el sueño. Otro aparato, diseñado por el australiano Ben Olsen, emite un sonido para mantenerte despierto la hora previa a irte a la cama. Parece que las interrupciones del sueño antes de dormir evitan la alteración del sueño cuando sí que toca. No es su primer invento, este emprendedor ha diseñado un par de lentes con luces incorporadas que están diseñadas para cambiar nuestro ritmo circadiano y solucionar problemas como el jet-lag. Aparentemente ha vendido 30.000 pares desde que las puso a la venta en 2012. 

El tema del sueño es altamente abarcante a todos los niveles. Incluso, algunas empresas como Nike y la misma Google han prestado atención a los patrones de sueño de su plantilla. Han flexibilizado los horarios atendiendo a que hay gente madrugadora y trasnochadora (alondras y búhos los llaman en inglés) y han acondicionado zonas y mobiliario en las oficinas para poder dar una cabezada si hace falta. Algunas sugerencias prácticas: ¿Usas despertador? No deberías necesitarlo. Si es así lo más probable es que no estés durmiendo lo suficiente. Además, el tiempo en la cama no es lo mismo que el tiempo durmiendo. Ahí entran en vigor las medidas inherentes a la llamada "higiene del sueño" que tanto remarco entre mis pacientes: 

- Intenta asegurarte de que dispones de ocho horas de tranquilidad en la cama para tener un sueño reparador suficiente. 

- Sé regular. Vete a la cama y levántate siempre a la misma hora, pase lo que pase. No cambies si has tenido una mala noche ni si es fin de semana. La hora de salir de la cama es la más importante porque es la que va a marcar tu ritmo circadiano durante el día y va a determinar cuándo sientes que es hora de dormir. 

- Baja la temperatura, ya que tu cuerpo necesita reducir su temperatura en aproximadamente 1,2 grados para iniciar el sueño. Esa es la razón por la que nos resulta más fácil caer roques en una habitación donde hace frío que en una donde hace demasiado calor. Una temperatura de 18,5 º se considera óptima para el dormitorio; es decir, más frío de lo que pensaríamos normalmente. Si tus pies se quedan helados puedes dejarte los calcetines pero ¡no los pongas encima de tu pareja! (es lo menos sensual del mundo!!!) 

- Reduce la luz. Disminuye la iluminación antes de irte a dormir. Apaga tantas luces como puedas de manera que no interfieran en la producción natural de la melatonina, la hormona del sueño, que se empieza a sintetizar al ir atardeciendo y disminuyendo la luz solar. Unas buenas persianas o unas cortinas tupidas también pueden ayudar a que la luz no te desvele. 

- Apaga las pantallas. Las pantallas de tabletas y teléfonos móviles generan luz azulada de corta longitud de onda, que reduce la producción de melatonina. Por tanto, nada de artilugios electrónicos en la hora previa a ir a la cama. Es otro motivo para preferir un libro en papel a un lector electrónico. Un iPad reduce la producción de melatonina en más de un 50% ¡y encima no tiene ese maravilloso aroma a libro nuevo! 

- Levántate. Si no consigues dormir, no te quedes dando vueltas en la cama un tiempo prolongado (más de veinte minutos). Mejor levántate y haz algo tranquilo y relajante hasta que vuelvas a tener ganas de dormir. 

- Evita la cafeína después de comer y el alcohol desde la tarde. El alcohol es una sustancia depresora y estar sedado no es dormir. El alcohol también bloquea el sueño REM y hace que abras el ojo varias veces a lo largo de la noche. Además, el alcohol hará que despiertes con sensación de malestar, de no haber descansado lo suficiente durante la noche. Además, por si fueran pocos todos los motivos que tenemos para no beber durante el embarazo, el sueño añade uno más: una copa de vino inhibe temporalmente el sueño REM del feto. ¡Déjale dormir o se vengará cuando nazca! 

Cervantes, ese soldado que tan bien nos conocía, decía que «el sueño es el alivio de las miserias para los que las sufren despiertos». El sueño es el momento de cerrar cerebralmente el pasado, bien DE LA CABEZA, y empezar con fuerzas renovadas y las neuronas limpias, el nuevo día. ¡Buenas noches y dulces sueños!

EL SECRETO DE LA CONCIENCIA

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del 27 de noviembre de 2022. Todos los derechos reservados.

Podríamos hablar de la conciencia como el nivel al que deben llegar los estímulos nerviosos para lograr una respuesta del cerebro. Todos los estímulos que no lleguen a ese nivel, son procesados sin darnos cuenta, y filtrados. Para poder impresionar a la conciencia, los impulsos deben estimular fehacientemente una zona de la corteza cerebral situada en la parte anterior del cerebro denominada corteza prefrontal dorsolateral, la cual se conecta con otras regiones que manejan las reacciones emocionales y el almacenamiento de la memoria. En el corazón mismo del cerebro, rodeado de tejido nervioso, sirviendo de transición entre el tronco cerebral y el cerebro propiamente dicho, con una cavidad por dentro a la que delimita, se encuentran una serie de regiones nerviosas que en su conjunto reciben el nombre de diencéfalo . Anatómicamente se halla compuesto de tálamo, subtálamo, hipotálamo y epitálamo, y a todos nos referiremos un poco en este apartado. 

El tálamo es, con mucho, la porción más voluminosa del diencéfalo. Su nombre proviene del latín, y significa “lecho nupcial” debido a su forma. Los antiguos egipcios lo comparaban con el vestíbulo de un templo. Junto con el del lado opuesto, limitan una cavidad llena de líquido cefalorraquídeo denominada tercer ventrículo. Hasta hace pocos siglos se creía que ese líquido contenía funciones cerebrales, e incluso Descartes situó en esa zona la localización del alma humana. Sin embargo, como en este sitio confluyen la mayoría de los estímulos provenientes de los sentidos (ojos, oídos, gusto, tacto), podríamos mirarlo como una verdadera puerta de la conciencia. En esta zona, las neuronas hacen relevo con otras neuronas, y este sitio, mediante esta propiedad, sirve como un verdadero filtro sensorial. Para explicarlo más sencillo: el tálamo desecha toda información de los sentidos que no sea relevante, como por ejemplo el roce de la ropa sobre la piel o de la silla contra el cuerpo. Si esto no ocurriera, llevar una camisa o sentarse sería un acto poco menos que cruel debido a la cantidad de estímulos que se dispararían hasta la corteza consciente. 

Pero el tálamo también tiene grandes zonas dentro de él que no reciben ningún tipo de información sensorial, sino que se conectan sin embargo, con vastas zonas de la corteza cerebral. Estas conexiones son vitales para la generación del pensamiento. Esto se produce porque en la región cortical los impulsos de información transcurren en toda la corteza de manera constante, llevando información sensorial recibida, recuerdos, información de la memoria. En algún momento, estos impulsos son tan intensos, que disparan las conexiones con el tálamo, el cual “enciende” una zona de la corteza con la información recibida de otras zonas corticales. Es de esta manera en la que se producen los ataques de inspiración y se genera una idea que motiva una conducta, una actitud. De esta manera, el tálamo es la puerta de la conciencia, y un disparador vital en cuanto a la generación del pensamiento.

En otros domingos ahondaremos más en los secretos cerebrales de esa gran desconocida, LA CONCIENCIA, algo que no tiene tan DE LA CABEZA como muchas otras funciones del cerebro. Nos leemos en 7 días.

VIAJAR EN AUTO DA SUEÑO ¿POR QUÉ?

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 15 de enero del 2023. Todos los derechos reservados,

En estas épocas donde quien puede toma su automovil y emprende ruta con destino al descanso, es importante que te cuente por qué cuando vamos en coche nos "agarra sueño", sobre todo si sos de los que maneja como chofer o como acompañante. El cerebro, haciéndola corta, sabe que estas en un auto y... da sueño. ¿Tiene alguna explicación? 

Si te cuento que tiene nombre y todo...!!! Se llama "Hipnosis de la carretera" según los expertos. En realidad, es un término utilizado para referirse tanto a los conductores como a los pasajeros que ven reducida su necesidad de prestar atención cuando están en una ruta predecible y monótona, como una laaaarga recta. Algunas investigaciones apuntan que el origen de este asunto se encuentra en la mecánica misma del automóvil. Señalan que sería el propio vehículo el que afecta el nivel de alerta en que se encuentra una persona: las vibraciones que se producen cuando aquel está en movimiento pueden relajar el cerebro y el cuerpo. Como una mecedora. Sucede que las vibraciones estables a bajas frecuencias que se producen mientras conducimos un vehículo reducen la capacidad del cerebro de mantenerse alerta, induciendo un estado similar a la somnolencia incluso entre personas que han descansado correctamente. Esto, incluso, se objetivó en diversos estudios, entre ellos el llevado a cabo por Daniel LK Yamins y James J DiCarlo en 2016 con voluntarios sanos utilizando un simulador virtual que reproducía la experiencia de conducir en una autopista. De esta forma encontraron que añadiendo poco a poco una vibración de baja frecuencia (4-7 Hz), a los voluntarios les sobrevenía una sensación de somnolencia transcurridos solo 15 minutos del comienzo de la conducción simulada. De hecho, nada quedaba ahí: no tardaron en percatarse de que esta aumentaba paulatinamente. Esto hace del coche una auténtica mecedora. 

Sin embargo, hay muchas más variables. Por ejemplo, el momento en el que viajamos en auto. Los viajes por ruta a veces pueden coincidir en los ritmos circadianos naturales de una persona, lo que hace aumentar esa somnolencia. Así, solemos hacerlo en las primeras horas de la mañana y a media tarde, justo cuando el cuerpo más nos pide dormir. Las horas más peligrosas para conducir son entre las 3 y las 5 de la mañana y entre las 2 y las 4 de la tarde, ya que la somnolencia interviene, directa o indirectamente, en entre el 15 y el 30% de los accidentes de tráfico. Sus efectos no solo se manifiestan por la noche, sino que también son muy numerosos los accidentes diurnos en los que la somnolencia es un factor implicado. Por ello, tanto quien conduce como quien viaja en el asiento del copiloto deben estar lo suficientemente descansados como para que la monotonía de las líneas de la carretera no se vuelvan en su contra. 

Es importante en este caso seguir los consejos del organismo, así como acudir a un profesional ante alguna alteración de tu organismo que refuerce esa posible somnolencia. Cuanto más largo sea el viaje y más monótono (sin desvíos, cambios, etc.), más dormidos pueden volverse conductores y pasajeros Al final, la previsibilidad promueve el sopor, a veces ni siquiera de la forma más reconocible, sino como un estado de trance. Esto quiere decir que cuanto más largo sea el viaje y más monótono (sin desvíos, cambios, etc), más dormidos o más desenfocados pueden volverse los conductores y el resto de pasajeros. Un privilegio para los más pequeños. Claro que con la edad, los efectos de la somnolencia se vuelven más intensos. Por eso, si ya no eres niño, debes interrumpir la conducción cada 2 horas o cada 200 km durante una media hora para no quedarte dormido. Evitar adoptar una postura excesivamente relajada y mucho menos poner música relajante son otras dos claves básicas. Asimismo, es necesario ventilar con frecuencia, puesto que también el humo acumulado de tabaco y un ambiente cargado tienen a aumentar la sensación de cansancio. Por supuesto, nada de alcohol ni comidas pesadas antes de ponerse en marcha. Todo esto hace que también manejar sea una cuestión DE LA CABEZA. Así que ya saben: mucho cuidado al manejar, a no dormirse. Nos leemos en una semana.

EL EFECTO GOOGLE: LA MEMORIA EN PELIGRO

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 22 de enero de 2023. Todos los derechos reservados.

Si te pregunto cuál es la capital de Hungría o cómo se llama el grupo que canta "Vuela vuela"... ¿qué es lo primero que se te viene a la mente? ¿Intentar recordar lo que diste en el colegio o la música que bailaste en los 90, o simplemente abrir tu teléfono y buscarlo en Google? La respuesta es obviamente la segunda. Lo buscamos todo, lo consultamos todo, incluso ya no recurrimos a las referencias o a los croquis para llegar a un lugar, sino que dejamos que Google Maps o Waze nos lleven a ella y por la "ruta más corta". Beneficios de la modernidad del siglo XXI dirían muchos, pero otros, principalmente los neurocientíficos, estamos seriamente preocupados por esto y por el impacto que podría tener tanto en la vida diaria como en la misma educación.

El efecto Google es un fenómeno en el que la memoria de las personas rinde peor con información de fácil acceso que con información difícil de obtener. Como resultado, inconsciente o conscientemente una persona ve inútil esforzarse por recordar datos que quizás hace unos años sí habría retenido mentalmente. Diversos estudios ya han ahondado el efecto Google de forma empírica. Es un mecanismo adaptativo que impide al cerebro almacenar información innecesaria. Al fin y al cabo, ¿por qué querríamos recordar datos complicados, números o fechas de aniversario si podemos confiar en el celular o la computadora? 

Aunque el efecto Google tiene ventajas (podemos recordar otros datos), los expertos tienen una inquietud al respecto. Todavía hay que investigar más a fondo al respecto. Algunos estudiosos creen que el efecto Google ayuda a ser más eficiente en un entorno dominado por las nuevas tecnologías mientras que otros hablan de riesgos potenciales. El primer riesgo es el de la dependencia. Si se ha creado una memoria tecnológica externa a la nuestra, inevitablemente sentimos la necesidad de estar el mayor tiempo conectado a ella, y esta sensación puede causar estrés y ansiedad, incluso siendo un posible colapso tecnológico algo que podría ser terrible para las personas más dependientes de la tecnología donde muchos perderán años de información y conocimiento irrecuperable si ocurre algún error técnico. 

El segundo riesgo es una ausencia de pensamiento crítico. Las personas pueden aprender a creer la primera información que encuentren online, y que por ello se pierda la facultad de saber leer entre líneas o conectar datos aparentemente dispares para sacar nuevas conclusiones. Hay un tercer riesgo que aún se está estudiando: la perdida de información visual. 

¿Cómo evitar el efecto Google? Hay 3 estrategias simples que mejorarán la memoria en tiempos modernos. 

1. Hacer un esfuerzo consciente por buscar información: tomar total atención de la información que se está procesando en lugar de leer mientras haces otras cosas a la vez. Evitar la actividad multitarea. 

2. Tomar notas a mano en lugar de imprimir la página de la Wikipedia con todos los datos. El proceso de sintetizar y escribir información fuerza a la mente a ir más lenta y prestar atención, lo que ayudará en el procesamiento y recuerdo de datos.

3. Dejar los dispositivos en casa o buscar formas de usar menos los celulares o computadoras. Si nos distanciamos de la tecnología, nos forzamos a recurrir a la mente y capacidad de aprendizaje. 

Eso sí: todos los extremos son malos. No se debe cortar toda comunicación con Google o apagar por siempre tu móvil. A día de hoy, distanciarse demasiado de la tecnología también tiene efectos negativos. No olvidemos que la tecnología también nos tiene DE LA CABEZA. Nos leemos en siete días.


CHAT GPT: EL NUEVO CEREBRO NO HUMANO

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 29 de enero de 2023. Todos los derechos reservados.

Nunca pensé en preguntarles esto, pero: ¿están seguros que yo escribí este artículo hoy?. Probablemente piensen que estoy loco si les pregunto esto, pero hoy en día nos encontramos con una nueva maravilla de la ciencia que, como todo en la vida científica, tiene claros y oscuros. Hoy les hablo del ChatGPT.

ChatGPT, es un modelo de procesamiento de lenguaje desarrollado por OpenAI en 2018, basado en el modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial GPT-3 que ha sido entrenado con un gran volumen de texto en diversos idiomas, lo que le permite generar textos coherentes y naturales. Al igual que en las novelas de Isaac Asimov, en el desarrollo de GPT-3 se tuvo en cuenta la ética en la programación, ya que se trata de un modelo de procesamiento de lenguaje que puede ser utilizado en una amplia variedad de ámbitos, y debe estar diseñado para garantizar la justicia y la transparencia en su uso. La inteligencia artificial es un campo en constante evolución, con orígenes remontándose a la década de 1950. Sin embargo, ha sido en las últimas décadas cuando ha experimentado un auge en su desarrollo y aplicación en diversos ámbitos, incluyendo el sector laboral. En este ámbito, las tecnologías de inteligencia artificial han demostrado su capacidad para automatizar tareas repetitivas y mejorar la eficiencia en el proceso de toma de decisiones. Este nuevo programa puede ayudar a ahorrar tiempo y esfuerzo en la revisión manual de documentos, lo que se traduce en una mayor eficiencia y una reducción de costos. Esto se hace con el uso de algoritmos y procesos que la Inteligencia Artificial va "aprendiendo" e internalizando, alimentándose de las interacciones con la gente y evolucionando en sus conocimientos en ese interín. Está al alcance de todos en casi todos los idiomas y usted mismo lo puede experimentar ahora si tiene una conexión a internet.

Pero como todo en la tecnología, tiene sus bemoles. Una de las principales preocupaciones a este respecto es la falta de transparencia en la toma de decisiones de los algoritmos, lo que puede llevar a resultados injustos. También existe el riesgo de reemplazar el juicio humano con la automatización, lo que puede tener consecuencias negativas. Siguiendo con las referencias a la literatura de ciencia ficción, otro posible riesgo inherente a estas tecnologías de procesamiento del lenguaje es convertirse en una suerte de dispositivo como el «hablaescribe» de la novela «1984» de George Orwell utilizado por el gobierno totalitario del libro para controlar la información y la comunicación de la sociedad, registrando así todas las conversaciones y escritos de las personas. 

El futuro del lenguaje humano ejecutado por máquinas, sin duda, ya está aquí. Con unas pocas indicaciones (o «prompts» como se les suele llamar en la jerga anglosajona), son capaces de generar un texto con un alto nivel de coherencia y precisión. No obstante, este no está exento de imprecisiones y errores por lo que siempre será necesario la revisión y verificación de la información por parte de un especialista, tal y como lo necesita el famoso Wikipedia. Y el primer campo en el que uno puede pensar es en el mundo de los contenidos y la educación en salud creando por ejemplo coachs de salud operados por IA, el desarrollo de tableros personales de estados de salud que sean utiles como monitores de comportamiento, por supuesto interconectados con dispositivos wearables o asistentes inteligentes para equipos de salud y pacientes. En una fase posterior es posible que estos desarrollos puedan ayudar en tareas más complejas como detección de patrones específicos de texto o voz que puedan predecir enfermedades como los sindrome demenciales o trastornos del movimiento e inclusive incursionar en salud mental con base en patrones de búsqueda.

El problema es que un desarrollo completo de la Inteligencia Artificial se re-diseñaría a un ritmo cada vez mayor. Los humanos, que estamos limitados por la lenta evolución biológica, lo tendríamos cada vez más difícil para competir y el miedo del reemplazo se tornaría real. Algunos dirán que exagero y estoy DE LA CABEZA, pero les repito para termina ¿qué me dirían si les digo que este artículo no ha sido escrito por mí? Nos leemos en siete días.

EL CEREBRO Y LA REALIDAD

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 8 de enero de 2023. Todos los derechos reservados.


A medida que pasa el tiempo, lo que creemos saber sobre el cerebro queda corto. Más días pasan, más sabemos, pero más ignoramos. Y uno de los ítems más difíciles de comprender es acerca de lo que es real, lo que no lo es, lo que yo, en mis libros llamo "Neuromátrix". ¿Cómo crea el cerebro nuestra realidad? Según los expertos en neurociencia, nuestras neuronas trabajan para crear lo que denominamos experiencia consciente o consciencia. El propio cerebro hace una diferencia entre la inteligencia y la consciencia, pues la segunda tiene que ver directamente con la naturaleza en la que vivimos. Algunos investigadores afirman que somos seres que, constantemente, estamos alucinando de forma más o menos controlada. Cuando aceptamos esas alucinaciones las llamamos “realidad”.¿Qué es realmente la consciencia? Habrían dos formas de comprenderla. En primer lugar, las experiencias que vivimos a partir del mundo que nos rodea formado por sonidos, aromas o sensaciones que crean una panorámica multisensorial 3D. Es decir, como si se tratara de una película interior. Y en segundo lugar, está el “yo consciente”, el sentirse o no parte de esa película interior que conforma el mundo a nuestro alrededor. nuestra realidad. 

El cerebro como organismo único ni ve, ni oye, sino que crea conjeturas gracias a todas las señales que recibe del mundo exterior. Aunque lo más curioso es que las percepciones no se crean de fuera hacia dentro, sino al contrario. Los neurocientíficos determinan que los humanos construimos nuestra realidad a partir de alucinaciones que controlamos, siempre que no haya una enfermedad mental previa. Incluso el “yo” se construye a través de esas alucinaciones. Nuestras experiencias del mundo y de nosotros mismos como parte de él son diferentes tipos de alucinaciones controladas. Y que, como seres humanos, las hemos ido moldeando a lo largo de los siglos para mantenernos vivos ante los peligros. realidad De este modo, cuando una persona sufre una enfermedad mental, como la depresión o la esquizofrenia, percibe el mundo de forma errónea y, por ende, se percibe a sí mismo de manera inexacta. Esto es porque los mecanismos de predicción no están funcionando correctamente. 

Sin embargo,haber podido llegar a entender que hay personas a las que les sucede esto, abre puertas a la investigación, tanto en psiquiatría como en neurología. Porque no se trata de síntomas de percepción, sino del propio mecanismo del cerebro, que tiene esa función en nuestro cuerpo.¿La realidad, es eso que vemos? ¿Es el mundo tal y como lo percibimos? ¿Percibimos todos la misma realidad? Este es uno de esos temas apasionantes a los que la neurociencia ha intentado dar respuesta. Es una de esas áreas sorprendentes que los neurocientíficos conocemos y estudiamos y que me encantaría seguir hablando en otros domingos neuromágicos que compartiremos en este 2023 como desde hace 4 años. Feliz año para todos y nos encontramos todos los domingos de este 2023...!!!


COMIENZAN LAS CLASES: ¿HACIA DÓNDE NOS ENFOCAMOS?

 

Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 2 de febrero de 2023. Todos los derechos reservados.

Una de las cosas que me van a leer o escuchar siempre es mi eterna protesta contra los programas educativos de cualquier nivel de enseñanza, desde la primera infancia o nivel inicial hasta cualquiera de las carreras universitarias (aunque menos en estas). Siempre me quejo sobre lo que me imagino: que los programas están hechos por burócratas trajeados encerrados en una habitación sin ventanas, con aire acondicionado, sin comunicación con los seres vivos, aislados y encerrados a cal y canto, solo transcribiendo programas y programas de otros lados y otras realidades, sin contactar con nadie y, lo que es peor, sin haber pisado nunca (o al menos, hace años) un aula de enseñanza. Los programas de estudios, principalmente de la educación de los niveles medio y superior, son una oda a la desconexión de la realidad, una completa sarta de inutilidades que, contra un año de programa, pueden ser resumidos en 1 minuto de búsqueda en un teléfono de los que tienen los alumnos. Son SOLO CONTENIDOS. 

¿Cuándo será el día en el que los docentes dejemos de ser cargadores de contenidos y pasemos a ser ADMINISTRADORES de ellos? No tenemos que enseñarle al alumno cosas que busca en Google, porque es inútil, ya hemos perdido esa batalla con el motor de búsqueda (ahora se viene el Chat-GPT del cual les hable el domingo pasado). Entonces, debemos, de una buena vez, aprender a ser los que les indican qué buscar y, sobre todo, prescindir del contenido por el contenido, alimentando en ellos el bicho voraz (si lo estimulamos correctamente) de la curiosidad: ¿para qué sirve esto? ¿qué utilidad tiene? O apelar a la anécdota: ¿qué sucedió aquí y cuándo? Incluso para las matemáticas, podemos usar esa tentación irresistible a la porción emocional de los cerebros de nuestros alumnos que son los cuentos, historias, fábulas... por ejemplo, recomiendo fervientemente leer a cualquier docente de matemáticas "El hombre que calculaba" de Malba Tahan, una obra increible. 

Alguna vez daremos el golpe de timón y entenderemos que, más que una computadora por alumno, el objetivo tiene que ser cargar esa computadora, no solo dársela. Pero la mejor carga que podemos hacer es la del conocimiento útil y práctico de lo que enseñemos. Debemos, de una buena vez, dejar de enseñar lo que creemos importante para pasar a lo que es verdaderamente RELEVANTE. Pero ¿quién determina eso? No son los señores trajeados dentro de la pieza hermétia con aire acondicionado, somos nosotros los docentes. Nunca antes la educación estuvo más en nuestras manos que ahora. Debemos, obviamente, primero formarnos, alimentar nuestro criterio, abrir la mente, amigarnos con la tecnología y, en un mundo inundado de un inagotable mar de conocimientos, ser el faro vigía de la relevancia de los mismos para nuestros alumnos. Hoy en día, el compromiso del docente no es cargar de conocimientos el cerebro del alumno, sino administrar el caudal de información, enseñar a discriminar, formar los criterios, no unificar el pensamiento ("another brick in the wall" u otro ladrillo en la pared como decía Pink Floyd), sino fomentar el análisis, la creatividad, de la que hablaremos algún otro domingo.

Ser docente es algo DE LA CABEZA. Apasiona. Se ama. Es una hermosa droga el enseñar. Docentes: déjense llevar por el amor por la profesión que, hace tiempo, dejo de serla para convertirse en un arte: el arte de esculpir cerebros. Nos leemos en siete días.

"...HAY MENTIRAS EN LOS LABIOS, HAY MENTIRAS EN LA PIEL..."

 

Articulo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 12 de febrero de 2023. Todos los derechos reservados.

Arrancar mi columna semanal con una letra de Maná y Shakira no es común pero tampoco casualidad. Digamos que me viene como anillo al dedo porque hoy la columna habla de eso, de la mentira. Según expertos, la mentira cumple una función adaptativa, es decir, que tiene importancia para el desarrollo de las personas. No es de extrañar que, estudios mediante, hoy sepamos que todas las personas dekl mundo (si, todas, incluso el Papa o tu abuelita santa) expresamos de una a dos mentiras cada día. Algunos científicos consideran que ha sido la evolución la que a través del engaño inconsciente ha permitido al individuo sobrevivir. Citan como ejemplo el caso de los chimpancés, que ocultan objetos, se muestran amables y engañan a sus cuidadores o a otros chimpancés con el objetivo de lograr supervivencia, sexo e, incluso, diversión. 

Ahora... ¿el cerebro miente para sobrevivir o es algo innato, tanto que no podríamos considerarla como algo malo? Si vemos lo que sucede en el neocórtex, la parte más desarrollada del cerebro humano, la que nos da el razonamiento, la moral, la enseñanza, el concepto de leyes... bah, lo que nos hace humanos,evolucionó a la velocidad de un bólido, siendo capaz de controlar a las porciones emocional (el cerebro límbico) y, en cierta medida, a la instintiva (el cerebro reptiliano). Igualmente, razona, interpreta, descifra, asocia ideas, crea hipótesis de acción, genera pensamientos, crea soluciones y, dentro de esa vorágine de acciones, se convierte en el arma más potente de la mentira: la genera, la crea, la mantiene y la perfecciona. Cuando la persona miente hay un aumento en la actividad cortical de los lóbulos frontal y temporal y del sistema límbico. 

Pero, ojo, no nos sale gratis. La mentira se puede manifestar fisiológicamente por aumento de la presión arterial, la frecuencia cardiaca y respiratoria y la sudoración de la piel. Este incremento de la actividad cerebral es, a la vez, un estímulo para desplegar más interconexiones neuronales que contribuyen a expandir la inteligencia. Cuando se miente interesadamente, la amígdala produce una sensación negativa que limita el grado de las mentiras. No obstante, esta respuesta se reduce a medida que se continúa mintiendo, aumentando la escala de los engaños; esto conduce a una espiral desde los pequeños actos de falta de sinceridad hasta una vida llena de ilusiones y autoengaños. Lo que todavía no se sabe es si esta respuesta de la amígdala es innata o nace del aprendizaje como una adaptación del organismo humano. Perdón por darle tantas vueltas, pero lo digo ahora sin tanta rimbombancia: la mentira nos hace más creativos. OJO: creativos no significa inteligentes. Ya se los explico.

En el cerebro humano (así como en el de otros animales como los primates), existen unas células de las cuales hable en alguna entrega de esta columna: las neuronas espejo. Estas son fundamentales para las acciones de imitación y para las interacciones con los demás, incluso fundamentales para el desarrollo del lenguaje. Gracias a ellas el cerebro entiende lo que ve y lo que ve determina lo que siente y es posible que la imitación funcione en ambos sentidos, positivamente (lo que consideramos cierto o bueno) o negativamente (recurriendo a la mentira), es decir, más de acuerdo a lo que haga la sociedad que a lo que ella diga. Es por eso que, en esta época de campañas políticas donde se miente descaradamente dañando sin ningún sonrojo a otras personas, los frontales de muchos paraguayos (no de bien, dicho sea de paso) estarán activando sus redes de la mentira con una asombrosa rapidez. Ya lo dice la misma música de Shakira y Maná: "hay doctrinas y oradores que gobiernan sin piedad, hay mentiras en los diarios, en las redes, en la radio"... y así nos va.

Si bien les dije que mentir nos hace más creativos, también la mentira sistemática reduce nuestra capacidad cognitiva, simplemente porque acarrea consecuencias emocionales como el rechazo o el descreímiento que desgastan el sentimiento de las personas, causando estrés. Y ya me leyeron innumerables veces diciéndoles que el estrés es el peor enemigo del cerebro.

Cuando nos mienten, no tenemos que quedarnos solo con lo superficial sino que hay que acudir a la esencia: ¿cuál es la causa por la que nos mienten? O sea, hay que mirar el porqué está ocurriendo esto. Si mentimos lo hacemos fundamentalmente por evitar un castigo o para aprovechar una oportunidad. Pero detrás de esto está la ética personal de cada uno. Aunque eso ya es "harina de otro costado" como dijo alguna vez un "gran pensador" autóctono. Está demostrado que los individuos que más mienten son los narcisistas, aquellos que tienen altos rasgos de psicopatía, los deshonestos y los egoístas que solo buscan su propio beneficio. Cuando sus mentiras son frecuentes los tornan inseguros y con altos niveles de ansiedad. Cualquier parecido con la realidad que vivimos a diario leyendo algunos diarios, viendo algunos canales, escuchando algunas radios o hartándonos del parafraseo de algunos políticos, no es culpa de esta columna. Simplemente, estamos DE LA CABEZA. Y espero que se nos pase el 1 de mayo. Nos leemos en siete días.


LO QUE SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO DAMOS UNA BUENA CLASE

  Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación correspondiente al domingo 10 de setiembre de 2023. Todo...