miércoles, 31 de agosto de 2022

NEUROCIENCIA DE LA LECTURA

 

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del domingo 28 de agosto de 2022. Todos los derechos reservados.


Ya lo dijo el gran filósofo italiano Umberto Eco: "El que no lee, a los 70 años habrá vivido solo una vida. Quien lee, habrá vivido 5.000 años. La lectura es una inmortalidad hacia atrás". Indudablemente, el hecho de poder poner por escrito un código de símbolos que representan imágenes mentales ha constituido una verdadera revolución (o sea, la re-evolución, una evolución superlativa) de la especie humana. Y es que la capacidad de hablar la hemos adquirido por procesos de mutaciones genéticas con el Homo habilis hace unos 2 a 3 millones de años, y es desde ese entonces que los humanos nacemos con los circuitos neuronales del lenguaje, aunque vale la pena aclarar que la acción de hablar solo se aprende en contacto con otros. Se podría decir que nacemos con un disco cerebral en el que poder grabar, pero que estará vacío si no se graba nada en él, para ser gráficos y directos. 

Sin embargo, la lectura nació hace apenas unos 6.000 años por la necesidad de comunicarnos más allá de la tribu propia, del corto alcance del boca a boca. Además, su base no es genética sino artificial o, mejor dicho, cultural. Leer es un proceso que, al no estar genéticamente codificado (y, por tanto, no transmitido por la herencia) se repite costosamente en cada ser humano y necesita cada vez del trabajo duro del aprendizaje y la memoria. Leer, y desde luego leer bien o muy bien, requiere un laborioso proceso de aprendizaje, atención, memoria y entrenamiento explícito que dura años e, incluso, gran parte de toda la vida si se aspira a leer de un modo altamente eficiente. Pero lo de "costoso" y "laborioso" no tiene por qué significar sufrimiento, sino todo lo contrario, se precisa de una verdadera revolución en el ámbito de la enseñanza para poder enseñar correctamente el arte de la lectura No olvidar que los niños son "verdaderas máquinas de aprender" ya desde el útero. Y como, por naturaleza, el ser humano necesita aprenderlo casi todo, no hay pensamiento sin el fuego emocional que lo alimenta. La lectura es uno de esos grandes hitos en el desarrollo infantil, uno que llena a los padres de orgullo… o de preocupación. Cuando una madre se da cuenta de que a su niño de 5 años todavía le cuesta mucho aprender a leer y que el vecinito de enfrente con 4 años ya lee de corrido, se puede preguntar: ¿es que mi niño es más torpe?. Sin embargo, la neurociencia ha demostrado que para aprender a leer, hay ciertas partes del cerebro que tienen que haber madurado previamente, algo que puede llegar a suceder a los 3 años, pero que por lo general culmina cuando tienen 6 o 7 años. Por eso, lo aconsejable es que la lectura se empiece a enseñar formalmente a los 7 años, edad en la que, casi seguro, las áreas cerebrales base de la lectura están en todos los niños lo suficientemente desarrolladas y maduras para captar en todo su sentido y emoción la tarea de comenzar a leer. Precisamente esa es la edad en la que se empieza a aprender a leer en ese país tan avanzado en la enseñanza que es Finlandia. Es que además de que forzar a un niño a aprender a leer prematuramente puede provocarle un sufrimiento y frustración innecesarios, que lo logre a los 3 o 4 años no tiene trascendencia alguna a futuro. En otras palabras, no le da una ventaja académica ni lo hace más inteligente. 

La maduración cerebral tiene un componente genético, pero también uno cultural, vinculado sobre todo, al hogar: crecer con padres que leen o te leen, tiene una dimensión emocional que facilita enormemente el aprendizaje de la lectura. Pero aquí surge un gran problema actual: la hiperconectividad. Nadie duda que internet ha supuesto una revolución cultural, creando una 'era digital' en la que la lectura no solo se hace más deprisa sino también de modo diferente. Sin embargo, diversos estudios sobre los efectos de internet en el cerebro de niños y adolescentes también empiezan a mostrar aspectos negativos, que van desde la disminución de la empatía hasta el decaimiento de la capacidad de tomar decisio­nes. Sobre la lectura en concreto, es necesario inhibir de forma temporal el 99% de todo aquello que normalmente pensamos o entra a nuestro cerebro y solo prestar atención al 1% de ello. Además, precisa de un cierto tiempo. En cambio, navegar en internet necesita de un foco de atención muy corto y siempre cambiante, lo que conocemos como memoria ejecutiva. Es la que tienes cuando diseñas un plan de trabajo, la que requieres para el estudio, un tipo de inteligencia y memoria sostenida y reposada. Incluso hay quienes hablan de una nueva forma de atención, a la que llaman digital. Hoy en día no tiene sentido retener la fecha de nacimiento de una figura histórica, dato que Google responde de forma rápida y correcta. Pero eso no quiere decir que la memoria haya dejado de importar en el aula. Necesitas memorizar y mucho, porque tus memorias son lo que somos. Incluso, memorizar frases célebres o trozos de poesía o canciones pueden usarse para embellecer el propio discurso, como una dimensión importante de nuestra individualidad, de lo que nos hace diferentes. 

Sucede que, aunque no lo crean pero como ya he dicho en otras entregas de esta columna, leer cambia al cerebro (y a uno mismo) Si bien el cerebro no está genéticamente diseñado para leer, este órgano posee una propiedad clave para lograrlo: la plasticidad. La palabra proviene del griego "plastikós", que significa "cambio" o "modelado". Quizás el máximo ejemplo sea que aprender a leer modifica la función de un área del cerebro principalmente programada para identificar formas y detectar caras, la cual también pasa a procesar y construir palabras. Pero las transformaciones no son solo a nivel fisiológico. Lo que enseña (el maestro) tiene la capacidad de cambiar los cerebros de los niños en su física y su química, su anatomía y su fi­siología, haciendo crecer unas sinapsis o eliminando otras y conformando circuitos neuronales cuya función se expresa en la conducta. Cada persona cambia no solo en función de lo vivido, sino también de lo leído. Leer no es un acto pasivo de absorción de lo que hay escrito en un determinado documento o libro, sino un proceso activo, o recreativo ('volver a crear') si se quiere, de lo que allí se describe. Implica activar un amplio arco cognitivo que involucra la curiosidad, la atención, el aprendizaje y la memoria, la emoción, la consciencia y el conocimiento. Y cambiar, estar DE LA CABEZA. Gracias por leerme y modificar tus estructuras cerebrales. Nos LEEMOS en una semana.

¿QUERÉS MEJORAR TU MEMORIA E INTELIGENCIA? LEÉ ESTE ARTÍCULO.

 

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del domingo 4 de setiembre de 2022. Todos los derechos reservados.

Si nos guiamos por lo que se publica, sabremos que el cerebro humano es capaz de almacenar la información que aprende cada día mediante diversas experiencias, pero sin embargo, tiene que decidir entre qué detalles vale la pena recordar y cuáles no. Si son asiduos lectores de esta columna semanal sabrán que les suelo comentar que existen diferentes tipos de memoria, como la de corto plazo, que almacena información por unos pocos segundos o minutos; o la memoria de largo plazo, la cual almacena por un período más largo de tiempo. La jalea real contiene silicio, potasio y fósforo que puede ayudar al rendimiento intelectual. Pese a ello, la memoria no siempre funciona a la perfección, ya que ciertos detalles pueden ser olvidados sin que ello necesariamente implique la existencia de un problema neurológico. Por supuesto, en caso de que los olvidos se vuelvan demasiado constantes o impliquen una importante cantidad de información, es recomendable acudir a un especialista médico para recibir un diagnóstico acertado. Y es que a medida que se envejece, el recordar algunas cosas puede tomar más tiempo que antes. 

Existen diversos consejos que les puedo dar para mejorar memoria y ser más inteligente aprovechando más lo que se aprende. Estos implican tres elementos fundamentales: el primero de ellos es intentar recordar el nombre de una persona o repasar detalles de algún hecho que haya sucedido recientemente. La dinámica es similar a los ejercicios de memoria que hacen los estudiantes cuando intentan memorizar datos como capitales del mundo o fórmulas matemáticas, por ejemplo. Una posibilidad para desarrollar este ejercicio es sentarse en la noche, antes de ir a dormir, y hacer un repaso por lo hecho durante el día, intentando recordar el máximo de detalles como sea posible. Es durante este proceso donde sugiere su segundo tip: la técnica denominada ‘elaboración’, la cual consiste en usar la total atención del cerebro para conectar nueva información con recuerdos que ya existen, lo cual hace que se vuelvan más complejos y detallados. Finalmente, viene el proceso llamado ‘consolidación’, donde se busca guardar la información y los recuerdos a largo plazo, lo cual implica formar conexiones entre conjuntos específicos de neuronas que codifican elementos de la memoria, reproduciendo la actividad cerebral específica.

Para esta incógnita, lo primero es entender que la inteligencia es algo flexible, por lo cual se pueden adquirir ciertos hábitos y comportamientos que van a permitir incentivarla, al igual que hicieron las personas que se consideran más inteligentes. Sin embargo, se necesita desarrollar tres variables mentales para que al momento de aprender cómo ser más inteligente, esto sea mucho más fácil. Cada una de ellas será indispensable para este objetivo: lo primordial es entrenar el proceso mental, tener muchas fuentes de información y referentes, y enfocarse en un problema, área de interés o campo de trabajo. Aquí algunos consejos que te doy, sencillos, fáciles y gratuitos, que se pueden hacer todos los días para ser más inteligente:

- Tomar dos vasos de agua dentro de los 30 minutos luego de despertar: debido a que el cuerpo lleva muchas horas durmiendo, no se ha hidratado de la manera correcta por un largo periodo de tiempo. Se encontró un mejor rendimiento en niños que bebieron agua a esas horas antes de ir al colegio. 
- Leer el resumen de un libro durante el desayuno: Leer libros es algo grandioso, pero al momento del desayuno, con el poco tiempo que la mayoría de gente dispone, es preferible algo más corto como un resumen.  
- Escuchar pódcast o audiolibros :así sean tan solo diez minutos camino al trabajo, auto, colectivo o en el baño,, mantener en el celular algún audio que estimule el aprendizaje. 
- Tomar té verde mientras se trabaja: mientras que la cafeína vuelve a las personas ansiosas, el té verde contiene L-teanina. Este aminoácido genera un incremento en las ondas alfa cerebrales. Esto quiere decir que, mientras que el café puede inducir a la ansiedad, el té verde de calidad induce a un estado de enfoque tranquilo sin producir sueño. 
- Tomar siestas durante el día: esto le permite al cerebro estar fresco. Incluso, está demostrado que las siestas durante el día incrementan la velocidad de aprendizaje y, por ende, contribuye en cómo ser más inteligente. La siesta hará que el cerebro sea más productivo y que rinda a un mayor nivel durante el día. 
. No tomar azúcar durante el día:  los altos niveles de azúcar, seguido de unos bajos, no son recomendados para que la mente funcione inteligentemente. 
- Leer un libro en vez de ver televisión: la lectura de un libro exige la construcción de imágenes mentales de lo que está leyendo. Los beneficios de leer son los mismos, no importa lo que se lea: logra volver a las personas más inteligentes, reduce el estrés e incrementa los tres tipos de inteligencia–cristalizada, fluida y emocional. 
- Practicar ejercicios simples: esto no significa ir al gimnasio todos los días. Hacer algunas flexiones y abdominales durante el día, caminar y subir las escaleras del edificio o trabajo puede tener un impacto positivo.

No les digo más nada. Hoy si que la columna estuvo DE LA CABEZA. Nos leemos en una semana.


lunes, 22 de agosto de 2022

NEUROEDUQUEMOS EN LAS AULAS!!!

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 11 de junio de 2022. Todos los derechos reservados.

No es una moda. La Neuroeducación es el nuevo norte en las aulas. O debería serlo. Aunque tengamos clases sin techos o bajo un mango, se pueden usar recursos neuroeducativos de bajo presupuesto o incluso gratuitos, totalmente dependientes del grado de creatividad del docente... justamente creatividad que nunca enseñamos ni aprendimos pero que debemos desarrollar en un camino autodidacta pero satisfactorio, donde los límites los ponemos nosotros y nadie mas. 

Dice Damasio que aprender y generar memoria es simplemente el proceso de tallar, modelar, dar forma, hacer y rehacer los diagramas de conexión de nuestro cerebro, y nada más certero que esto. Conocer que el cerebro es como un barro amorfo o un bloque de piedra sin atisbos de nada que se parezca a una obra de arte, es reconocer que ese barro, esa piedra o ese cerebro están allí esperando ser moldeados, tallados o enseñados. La neuroeducación se refiere a la dotación de un sustento científico para el arte de la enseñanza que posibilita nuevas formas de encarar los desafíos presentados por la educación del siglo XXI. Ha acercado a las ciencias neurológicas y a las psicológicas a la pedagogía y permite establecer un nuevo paradigma de investigación denominado neurociencias de la educación, aplicable a la psicopedagogía. 

Uno de los puntos críticos para el origen de este paradigma ha sido la disponibilidad de herramientas no invasivas para la obtención de imágenes del cerebro humano, lo cual ha permitido a los investigadores estudiar cómo cambia el cerebro a lo largo del desarrollo. Este avance sin precedentes ha impulsado los esfuerzos para forjar mayores vínculos entre neurocientíficos y educadores en un esfuerzo por mejorar el aprendizaje. El reto está, entonces en que a partir de una mayor comprensión sobre las bases neuronales y cognitivas de las competencias académicas se estructuren mejor los entornos de aprendizaje, favoreciendo la adquisición de las competencias cruciales en nuestra sociedad occidental moderna. 

Además de las razones metodológicas también existe una razón práctica para recurrir a la neurociencia en búsqueda de las respuestas a preguntas educativas pendientes. La base de la neurociencia está representada por colaboraciones interdisciplinarias, constituyéndose como un espacio de investigación en el que situar esfuerzos para generar enfoques educativos basados en la evidencia como se refleja en el gran número de inversiones en programas de investigación interdisciplinarios. La originalidad de este aporte de las neurociencias a la psicopedagogía ha sido investigar los puntos de contacto y de interacción entre la biología del sistema nervioso central y los estímulos culturales, verbales y emocionales con las estrategias pedagógicas. La posibilidad de obtener imágenes de los efectos neurales del aprendizaje nos está ayudando a entender tanto las trayectorias típicas como atípicas del desarrollo, caracterizando los límites de plasticidad de los circuitos cerebrales implicados en el aprendizaje. 

Es evidente que se ha avanzado mucho en la comprensión de los mecanismos neuronales subyacentes a las competencias básicas de la educación formal,tales como la lectura y las matemáticas. Y eso que aún no hablamos del aporte de la socialización a los entornos educativos, la alimentación, el ejercicio físico, el buen sueño, los hábitos correctos, etc. La Neuroeducación nos debe tener DE LA CABEZA y debemos imponerla lo antes posible para tener resultados óptimos y favorables en el desarrollo de nuestras nuevas mentes. Nos leemos la semana que viene. 

EL CEREBRO Y EL DOBLE SENTIDO

 

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 4 de junio de 2022. Todos los derechos reservados.

Una de las cosas que siempre se "des-atribuyen" al "cerebro paraguayo" es la baja comprensión de la ironía y el doble sentido, hecho a mi criterio errado, ya que muchos (muchísimos diría yo) connacionales disfrutan el humor de sutil ironía de Les Luthiers o de genios de la comedia que usan este recurso buscando la mal llamada "risa inteligente". La risa es risa independientemente de lo que la origine, y es saludable como alguna vez dijéramos en esta columna sabatina. 

Sin embargo, el doble sentido suscita opiniones dispares en el ámbito de la comedia. Los críticos aducen que es la menos ingeniosa de las ocurrencias para arrancar risas. Pero algunos escritores, como el mismísimo Shakespeare, recurren a él sin mesura. El propio cerebro parece dividido por los juegos de palabras, según un reciente estudio publicado en "Laterality: Asymmetries of body, brain and cognition". Los resultados apuntan a que el hemisferio derecho y el izquierdo, las dos mitades en las que se divide nuestro cerebro, cumplen cometidos distintos en el procesamiento de estos juegos de palabras, y que la comunicación entre ambos es imprescindible para rematar el chiste. 

Para comprobar de qué modo maneja el cerebro este tipo de humor, investigadores de la Universidad de Windsor, en Ontario, mostraron a los participantes un vocablo relacionado con un juego de palabras en el campo visual izquierdo o derecho (regidos por el hemisferio opuesto del cerebro, derecho e izquierdo). Seguidamente analizaron el tiempo de reacción de los sujetos en cada situación a fin de averiguar qué hemisferio era el dominante. El izquierdo, el hemisferio del lenguaje, es el encargado de procesar la mayoría de los aspectos lingüísticos del juego de palabras, mientras que el derecho se pone en marcha un poco más tarde para revelar el doble sentido de la palabra. Esa interacción permite entender el chiste, como una forma de juego de palabras, pues completa la fórmula básica del humor: la suma de expectación e incongruencia da como resultado la risa. 

En los dobles sentidos, donde las palabras adquieren significados ambiguos, el contexto de la frase nos prepara para interpretar la palabra de forma específica, un proceso que tiene lugar en el hemisferio izquierdo. La risa se desata cuando, un poco más tarde, el hemisferio derecho nos da pistas acerca del otro significado inesperado de la palabra, una especie de "reinterpretación sorpresiva". El estudio concuerda con las observaciones precedentes de que las lesiones cerebrales que afectan al hemisferio derecho pueden acarrear déficits en el sentido del humor de algunas personas, que entienden el significado de la broma pero "opinan que no es graciosa".

Estudios como estos nos muestran que el humor es cosa seria, una verdadera cuestion DE LA CABEZA. Nos vemos en siete días.

LO QUE SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO DAMOS UNA BUENA CLASE

  Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación correspondiente al domingo 10 de setiembre de 2023. Todo...