miércoles, 21 de diciembre de 2022

EL CEREBRO EN NAVIDAD Y AÑO NUEVO

 

Artículo correspondiente a la columna dominical del diario La Nación de los domingos 25 de diciembre de 2022 y 1 de enero de 2023. Todos los derechos reservados.

Decir que en estas épocas del año "nos sentimos diferentes" no es una simple acepción. Es realmente una buena forma de describir que, en determinadas fechas, sin tener una razón real sino más bien eminentemente emocional, el cerebro literalmente "cambia", se comporta diferente, actúa y funciona de manera distinta. Y es que estamos llenos de estímulos afectivos y sociales: calles y comercios adornados, promesas de reunión, cierre de ciclos que, si lo pensamos bien, son solo convencionalismos y nada racionalmente diferente al paso de los días (no hay "magia" que suceda simplemente por cambiar de año). Estos cambios, repercuten en el cerebro y las Neurociencias no han quedado ajenas a eso. Un estudio científico ha verificado que, en efecto, esta época propicia una actividad cerebral diferente y que los cambios en los hábitos y en el entorno modifican la mente. 

Un grupo de científicos de la Universidad de Copenhague llevó a cabo una investigación sobre los efectos de la Navidad en el cerebro. Su objetivo fue ubicar el “espíritu navideño” dentro de la actividad cerebral, y para ello emplearon imágenes de resonancia magnética funcional. Para el estudio se partió de dos grupos de personas. Uno de ellos correspondía a quienes habían celebrado la Navidad desde la infancia y tenían una actitud positiva hacia estas fechas. El otro grupo no tenía por costumbre hacer festejos navideños. En el primer grupo se detectó una activación de ciertas zonas cerebrales ante imágenes o estímulos que evocaban la Navidad. En concreto, se observaban cambios en la corteza motora sensorial, la corteza motora primaria y premotora y el lóbulo parietal. En el otro grupo no se veían estas reacciones. ¿Qué significa esto? Que quienes tienen presentes las tradiciones navideñas reaccionan a estas poniendo en juego aspectos como la memoria y las sensaciones motoras, activando evocaciones y recuerdos profundos. 

Las variaciones en el entorno provocan modificaciones en el estado de ánimo y, por supuesto, esto tiene un referente en el cerebro. Durante la Navidad cambian las costumbres, los eventos, la actitud de las personas e incluso la apariencia de las casas y de las calles. Así que, en mayor o menor medida, hay una transformación en la mente. No se puede hacer una generalización sobre la forma en la que la Navidad cambia el cerebro. Depende de cada entorno y de cada persona. Sin embargo, lo que sí es posible es establecer los factores que tienen el potencial para producir modificaciones. Por ejemplo, las compras y compromisos sociales que se generan de manera más habitual que de costumbre Es habitual que durante la Navidad se tengan más compromisos sociales que de costumbre. Hay más reuniones, despedidas, fiestas y toda suerte de eventos. Así mismo, lo común es que en esta época se destine tiempo a las compras de regalos, en medio de tiendas repletas de gente. Todo esto en conjunto hace que se incremente el estrés. Igualmente, es muy común que, quienes experimentan una sensación positiva con la Navidad, también sientan una cierta tristeza cuando esta se terminan. Puede haber una sensación de agotamiento o de vacío, acompañada por la obligación de regresar a la rutina. 

La Navidad y los regalos son como el pan con manteca: suelen ir juntos. Tanto dar como recibir obsequios produce satisfacción emocional. La generosidad se asocia con la liberación de dopamina y endorfinas, lo cual incrementa la sensación de bienestar. También, durante la Navidad se establece más contacto con otras personas, lo cual debe ser bien regulado para que no sea agobiante, en especial para quienes no se sienten cómodos socializando con tanta intensidad. Por lo demás, resulta excelente para llenarse de la buena actitud navideña de otros. 

Sin embargo, también esta época es tiempo de excesos, principalmente  en el gastar, en el comer y en el beber. Pasar el límite suele tener consecuencias, que al final solo se notan en enero. Mejor controlarse un poco y disfrutar de estas festividades con moderación. Recordemos lo que dijimos antes: tenemos una “red espiritual navideña” que comprende varias áreas corticales en el cerebro humano. Esta red tuvo una activación significativamente mayor en personas que celebran la Navidad con asociaciones positivas en comparación con personas que no tienen tradiciones navideñas y asociaciones neutrales. Se estima que millones de personas son propensas a mostrar problemas psicológicos importantes en Navidad, como una gran tristeza y hasta angustia. Incluso aún después de muchos años de celebrar la Navidad. La localización precisa del espíritu navideño es un primer paso fundamental para poder ayudar a pacientes con este síndrome. La ubicación del espíritu navideño también podría contribuir a una comprensión más general del papel del cerebro en las tradiciones culturales festivas, haciendo una contribución a las festividades interculturales y al espíritu de buena voluntad para todos.Otro estudio mostro que las personas que invirtieron su dinero de forma generosa para beneficiar a otras personas, mostraron más actividad en el área del cerebro vinculada al sentimiento de felicidad. En otro estudio similar, dos psicólogas de la Universidad de British Columbia y uno de Harvard, le pidieron a los participantes que calificaran su nivel de felicidad. Luego se les entregó a los participantes un sobre con dinero que debían gastar antes de las 5pm de ese mismo día. Pero los investigadores dividieron a los participantes en 5 grupos diferentes, con base en el uso que le darían al dinero Unos lo debían usar para hacer un pago pendiente Otros lo debían usar para un gasto necesario Otros lo debían usar para un regalo para sí mismos Otros lo debían usar para un regalo para alguien más Después de las 5pm, los participantes debían regresar a reportar su nivel de felicidad de nuevo. Los participantes que recibieron la indicación de usar el dinero para un regalo para otra persona reportaron los mayores índices de felicidad. 

Los problemas cardiacos aumentan durante las fiestas de fin de año. Si bien este dato no es sobre la actividad del cerebro en Navidad, lo cito porque es un aspecto que se puede abordar (solucionar) desde la Economía Conductual. Diciembre es el segundo mes con más fallecimientos por problemas cardiacos Durante navidad y año nuevo existe un menor control de factores de riesgo cardiovascular. La emotividad y la nostalgia son factores psicológicos que tienen un impacto en el funcionamiento del corazón. El estrés típico de la temporada navideña y de año nuevo también es un factor a considerar. Uno de los sentimientos que se apodera del cerebro en navidad, y que repercute en otros órganos, es la tristeza y la melancolía, sobre todo en personas que están separadas de sus seres queridos. Sin embargo, estos elementos pueden ser más perjudiciales si ya se sufren problemas cardiacos o un riesgo alto de padecerlos. Pero ante esta información preocupante, quiero terminar con un hallazgo científico positivo: cantar juntos disminuye el estrés e incrementa la vinculación social. Si alguna vez cantaste a todo pulmón en un concierto, o simplemente cantaste con un grupo de amigos, es probable que no necesites una base científica para saber que cantar juntos fomenta la identificación y el sentido de pertenencia. Un estudio de la Western Michigan University mostró que esta tradición puede incrementar el bienestar físico y fisiológico así como generar vínculos sociales. En el estudio, los autores investigaron la neuroquímica y dinámicas sociales de cantar en grupo. Cantar juntos es una forma inusual pero muy efectiva de generar buenos lazos entre personas. Encontraron que cantar en grupo disminuía los niveles de la hormona adrenocorticotrópica, (ACTH) que está asociada a la producción de estrés y excitación. El estudio propone que el cantar en grupo reduce el estrés. Un dato curioso es que cantar improvisadamente en grupo parece aumentar la oxitocina, una hormona que ha sido asociada a la vinculación social en humanos. Así que, cantar villancicos, karaoke o lo que fuera, aumenta enormemente el bienestar cerebral.

Nuestro cerebro no es la excepción cuando hablamos que todo cambia en estas fechas. Porque, al fin y al cabo, todo es DE LA CABEZA. Que tengan un hermoso 2023.

viernes, 16 de diciembre de 2022

EL CEREBRO A LA HORA DE VOTAR

 

El domingo los paraguayos comenzamos un camino de elecciones que nos llevará indefectiblemente a elegir un nuevo mandatario para el quinquenio 23/28, así como nuevas autoridades en el Congreso y en las Gobernaciones departamentales. Llega el momento en que un acto (mecanizado, es cierto, por las maravillas de la informática) nos ayuda a tener un país diferente. Donde si vamos o no vamos a elegir es la diferencia entre el que queda sentado en su casa criticando desde el teclado otros cinco años, quejándose en corrillos de amigos o de compañeros de trabajo, peleando en reuniones familiares, o, por el contrario, entrar al grupo donde el protagonista de esa elección es uno mismo con su decisión. Pero esa decisión ¿es siempre pensada y evaluada, o, por el contrario, es más bien visceral o emocional?

La gente que desarrolla marketing político sabe que el voto es casi siempre emocional. De hecho, construyen sus plataformas en base a la movilización de las emociones más básicas e instintivas de la gente. Cuando te amenazan de que vas a perder tu trabajo o de que el candidato tal va a venir de la mano poco más o menos de la destrucción apocalíptica de nuestra sociedad tal y como la conocemos, el cerebro manda el mensaje de alerta y votamos por miedo que es la emoción más básica y conservadora. A esta emoción contribuyen muchas veces los medios de prensa aliados (siempre, no hay prensa independiente, se los afirma una persona que está en medios hace tiempo) con los diferentes intereses en juego. Ninguna voz que se levante en cualquier entorno lo hace pensando en la persona de a pie, la que espera el colectivo que no viene bajo el sol o la lluvia, la que se atemoriza al oír el sonido de una motocicleta pensando que le van a asaltar sus magros guaraníes y su preciado aparato celular, la que se desespera a veces para llevar el pan a la casa.

Pero ¿qué sucede en el cerebro del elector mientras escucha a los candidatos o las informaciones que recibe en los días previos a las eleccione? Cuando sucede esto, la actividad cerebral registra movimientos en varias de sus áreas y estructuras. Una de ellas es la corteza cerebral, concretamente los lóbulos frontales, que tienen la capacidad de generar modelos de la realidad futura y de construir las imágenes concretas de lo que está por venir. Las palabras de los candidatos modelan la forma del mundo en la mente de los votantes. Además, por acción de las neuronas espejo, un conjunto de células que parece ser el sustrato neurológico de la empatía, los votantes experimentan en el plano subconsciente las emociones, los sentimientos y las acciones de los candidatos que están observando. Aunque se sabe que la toma de decisiones ocurre en una red cerebral ampliamente distribuida en la que intervienen múltiples regiones, es el sistema límbico el centro en que se crean y procesan las emociones. El sistema límbico está compuesto por un conjunto de estructuras repartidas y distribuidas por el encéfalo. Una de estas estructuras es la amígdala, cuyo papel en la respuesta emocional que le damos a las situaciones es esencial. La información de los estímulos llega antes a la amígdala que a la corteza cerebral. Esta es la razón por la cual sentimos primero y después pensamos, aunque nos parezca que el proceso sea al contrario. Cuando aparece la preferencia o el rechazo ante un candidato, estamos recibiendo un mensaje de la amígdala.

Pero si hay candidatos que nos ofrecen más de lo mismo,y pese a ello, seguimos votándolos, ¿qué pasa en el cerebro de la gente que lo hace?. Obviamente, dando por descontado el factor miedo ("vas a perder tu trabajo si no ganamos nosotros" o "te vamos a echar si gana el otro candidato", frases del "arreo" infeliz con el que nos quieren "asustar" a muchos que trabajamos en sitios de dependencia estatal o similares), esta conducta se explica por lo que, en Neurociencia Conductual se llama "sesgo cognitivo" y que les paso a explicar a continuación. Para entender estos sesgos cognitivos, debemos tener en cuenta que nuestro cerebro necesita una enorme cantidad de energía cuando realiza procesos cognitivos complejos. Esta energía que requiere el cerebro la adquiere en forma de glucosa y oxígeno. Para ahorrar energía y liberar presión, el cerebro crea atajos. Estas sendas o caminos mentales son necesarios para el cerebro, ya que no sería capaz de procesar toda la información sensorial que recibe de los estímulos externos y necesita filtrarla de manera selectiva. Los atajos, por tanto, son útiles para que el cerebro invierta menos recursos mentales en la resolución de problemas y en la toma de decisiones, algo así como mantenerse en "zona de confort". 

Lo que sucede es que no siempre los atajos desembocan en una buena conclusión. Cada vez que dan como resultado un juicio incorrecto se incurre en un sesgo, que nos lleva a extraer una conclusión alterada, distorsionada o ilógica. Aunque hay catalogados más de cien, vamos a describir algunos de los sesgos más comunes y fáciles de reconocer: 

- El sesgo de la comprobación nos induce y lleva a buscar y encontrar toda información que corrobore y confirme la opinión que tenemos sobre algún asunto, mientras evitamos la información que ponga en tela de juicio nuestras ideas. En este sentido, le concedemos una extrema importancia a la información y a los datos que están en concordancia con nosotros y ninguna a todo lo que la contradiga. Por eso, obviamos los datos contenidos en las declaraciones de los candidatos contrarios a nosotros, aunque esta información esté en línea con nuestro pensamiento. Censuramos a la persona porque convenimos que no corrobora ni representa nuestra opinión. 

- El sesgo de proyección es la inclinación inconsciente a pensar y asumir que las demás personas tienen creencias, pensamientos, visiones o valores similares a los que nosotros tenemos. Nos proyectamos en los políticos, creyendo que están hechos a imagen y semejanza de nosotros y creemos que los conocemos como si fueran personas de nuestro entorno más cercano. 

- El efecto marco indica que las personas se sienten más inclinadas a valorar la forma en la que se presenta la información que la información misma. En esta línea, las palabras usadas tienen un gran poder. Los términos positivos son más valorados que los negativos y pueden hacer que, ante dos propuestas parecidas, las personas se decanten por la que emplea palabras con enfoques positivos, amables y favorables. Por ejemplo, los datos del desempleo tienden a compararse con otros datos más desfavorables del pasado para que resulten más positivos. 

- El efecto arrastre es la inclinación a creer algo solo porque muchas otras personas lo creen. Este efecto tiene que ver con la dimensión social del ser humano y la tendencia a crear grupos. Las tendencias, las modas y ciertos movimientos de opinión se sirven de este efecto. Si nos sentimos identificados con un grupo, es fácil adoptar el criterio general. Por eso desde la política se habla de colectivos y se les atribuye unas características y una forma de pensar para que pasemos a considerarlos como una unidad. 

- El sesgo de autoridad es la credibilidad que otorgamos a los políticos en los datos que presentan porque asumimos o presuponemos que están informados y saben de lo que hablan. Quizá este sesgo funcione menos que antes en política, ya que se ha comprobado cómo se maneja información incompleta o incluso tergiversada en mítines, debates y entrevistas. La correlación ilusoria hace acto de presencia cuando se establece una relación entre dos variables cuando no existe evidencia alguna acerca de su relación. Son las falsas causa-efecto tan usadas en política. 

- El efecto halo hace que tendamos a extender los atributos o rasgos positivos de algo o de alguien, obviando los aspectos negativos. Es un efecto ilusorio mediante el cual permanecemos ciegos a parte de la realidad. Si un político genera efecto halo, se le perdonarán o pasarán faltas o errores y sus partidarios tendrán inclinación a minimizarlos. Como se puede apreciar, el procesamiento cognitivo y emocional están conectados. 

Los sesgos hacen que varíe nuestra percepción y que sigamos tendencias y comportamientos inconscientes que condicionan el análisis de la realidad, y, como consecuencia, la toma de decisiones y el voto que emitimos. Los sesgos son difíciles de cambiar o de neutralizar, por eso, este domingo cuando vayas a votar, antes, sería interesante reflexionar y tratar de comprender la acción de los sesgos en su posicionamiento y elección. En un mundo tan complejo y turbulento como el actual conviene parar y tratar de obtener la imagen completa del cuadro, en lugar de conformarnos con los bocetos rápidos que nos ofrece nuestro cerebro por acción de los sesgos. 

 Quizá debemos asumir que no somos tan racionales e imparciales como pensamos. Somos mas DE LA CABEZA.

LO QUE SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO DAMOS UNA BUENA CLASE

  Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación correspondiente al domingo 10 de setiembre de 2023. Todo...