lunes, 4 de julio de 2022

EL ARTE DE HABLAR CON LAS MANOS

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 14 de mayo de 2022. Todos los derechos reservados.

La mímica es el arte de hablar con las manos. Para las personas que no oyen, ese pequeño recuadro en la parte inferior izquierda de la pantalla con una señora que gesticula con sus manos “como pájaros en el aire” al decir de la música, es un medio de comunicación que los hace reír y emocionarse como si estuviesen escuchando un relato o un chiste. Y es que la mímica es un lenguaje propio con sintaxis, semántica, retórica, y hasta ironía. Su construcción se basa en los mismos principios que el lenguaje hablado, es decir, una serie de símbolos convencionales a los que se les da significado. Pero la diferencia es que aquí no existe sonido alguno. 

Cuesta creer que hasta hace poco, algunos países prohibían el lenguaje mímico. Los alemanes, incluso, pusieron en boga el llamado “método alemán”: ataban las manos a la espalda de los niños que intentaban comunicarse con gestos. Esto originó una verdadera “epidemia” de jóvenes que egresaban de la escuela secundaria en Alemania, absolutamente incapaces de comunicarse con el entorno, e incluso considerados en muchos casos como infradotados cognitivamente. Esto duró, aunque pueda parecer irreal, hasta el año 2002, cuando el gobierno alemán reconoció al lenguaje de señas como un idioma. Hoy en día, gracias a Dios, tenemos desde poesía hasta coros mímicos. Sin ir más lejos, en uno de los episodios de la serie juvenil “Glee” muy popular hasta hace unos diez años y que aún puede verse en algunas plataformas de streaming, y que cuenta la historia de un coro de una secundaria en los Estados Unidos, presenta la integración con un coro de sordomudos que interpretan muy emotivamente en lenguaje de señas, nada más y nada menos que “Imagine” de John Lennon. 

Las zonas del habla comprenden el área de Broca y el área de Wernicke , que en los diestros y en la mayoría de los zurdos se encuentra en el hemisferio izquierdo. Cuando se lesiona la primera, el habla no fluye aunque la comprensión de la palabra está intacta, conformando la llamada afasia de Broca . Cuando se lesiona la segunda, la comprensión es nula, y aunque la persona pueda articular las palabras, estas no tienen sentido ni orden, y la persona experimenta algo similar a que le hablen en otro idioma, conformando la llamada afasia de Wernicke . En el caso del lenguaje mímico, las lesiones en el área de Wernicke llamativamente no repercuten en el mismo, pudiendo los pacientes con este trastorno expresarse en el lenguaje de señas sin ningún tipo de inconvenientes. En cambio, los pacientes que presentaron afasia de Broca encuentran gran dificultad para efectuar posiciones de señas con la mano, como si sus extremidades “tartamudearan” para producir palabras por el lenguaje de señas, aunque no tuvieran ningún tipo de problemas para los movimientos finos requeridos, sino hasta el momento de expresarse con mímica, donde no eran seguros. Esto demuestra que, pese a correr por canales diferentes dentro del sistema nervioso, tanto el lenguaje hablado como el de señas, sin embargo ambos se procesaban en el mismo lugar. No existe una zona cerebral para cada idioma, sino que existe un centro del lenguaje único, sea este verbal en cualquiera de sus orígenes, o por señas. Por lo que vemos, el lenguaje si ocupa lugar y, obviamente, nos tiene DE LA CABEZA. Nos leemos en una semana.

EL CEREBRO Y EL TALENTO

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 30 de abril de 2022. Todos los derechos reservados.

 ¿Qué tiene el cerebro de Lionel Messi que no tiene el mío? ¿O el de Joaquín Sabina o el de Joan Manuel Serrat, mis ídolos (a tal punto que mis mellizos se llaman como ellos)? Talento. Esa es la respuesta. Pero… ¿cómo lo veo, lo mido o lo localizo? Muchos científicos donaron sus cerebros para el estudio frenológico que era el método disponible en épocas pasadas: Broca, Gauss, Pavlov entre otros. Sin embargo, poco se podía hacer más que pesarlos y examinarlos con las rudimentarias técnicas disponibles. Pero cuando falleció Albert Einstein en 1955 a los 76 años en Princeton, y su cerebro fue extraído, luego de pasar por un tortuoso camino que incluyo estar guardado en un armario por años (historia que se las he contado en esta columna hace ya algún tiempo), se examinó para ver en qué se diferenciaba respecto a los cerebros comunes del resto de los mortales. El resultado fue sorprendente: su cerebro no tenía diferencias con otros cerebros tipo, salvo en la zona de los lóbulos parietales donde se procesan los conocimientos de la información visual en relación al espacio y del razonamiento matemático, llegando a tener hasta un centímetro más de espesor. Pero eso no es todo: cada uno de sus lóbulos parietales posteriores tenía un compartimiento totalmente diferenciado en vez de los dos separados por la cisura de Silvio. Además, el examen del lóbulo parietal izquierdo correspondiente al área 9 de Brodmann de Einstein tiene un 77% más de células gliales por neurona que otros cerebros examinados, lo cual indica una respuesta metabólica más alta a las necesidades de las neuronas de dicha localización cerebral. El cerebro de Einstein tenía más mielina que otro cerebro. 

Sin embargo, al examinar el talento de otros seres humanos, como por ejemplo los músicos, nos damos cuenta que ostentan varias funciones sobresalientes comparativamente con otros cerebros estudiados: oído, percepción, apreciación, memoria y ejecución. Para el oído se implica la corteza auditiva primaria que asienta en el lóbulo temporal y estudios en cerebros de músicos han demostrado que este giro es hasta 2 o 3 veces más grande en los cerebros de estos respecto a la población general. Para que esto se produzca, se consideran mecanismos que comprenden la creación de nuevas sinapsis entre neuronas existentes y el aumento de la eficiencia de las sinapsis que ya están establecidas, a lo que sumamos también la génesis de nuevas neuronas demostrada a la luz de los nuevos conocimientos. Los concertistas de piano son ejemplos de un cerebro modificado en pos del talento. A más de la zona auditiva descrita, estos ejecutantes poseen un flujo sanguíneo aumentado a la zona de la corteza motora prefrontal correspondiente a los dedos, la mano y el brazo a ambos lados, lo cual sugiere una mayor actividad metabólica en esa zona, con mayor consumo de oxígeno para satisfacer la actividad alta que existe para movilizar diestramente las manos sobre el teclado. Un cerebro entrenado tiene igualmente mayor flujo sanguíneo a la zona de mayor despliegue funcional.

El talento, entonces, también tiene bases anatómicas y funcionales: mayor cantidad de conexiones entre las neuronas involucradas en las zonas "talentosas", mayor tasa de actividad revelada en un mayor consumo de energía (o sea, mayor metabolismo) y un incremento en la irrigación sanguínea de dichas zonas, ya que, obviamente, el talento si requiere gasto por parte del cerebro. Al fin y al cabo, el talento también es algo DE LA CABEZA. Nos leemos en una semana.

SI NO LEO ME A-BURRO

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 23 de abril de 2022. Todos los derechos reservados. 

El 23 de abril recordamos el fallecimiento de dos grandes de la literatura universal: Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Y por ende, en muchos países recordamos el día consagrado a la lectura. En este contexto, es interesante saber que la revista Science publicó no hace mucho un artículo más que interesante respecto a las zonas cerebrales activadas en adultos y niños en respuesta a la lectura. En él se describe que la lectura provoca cambios anatómicos en el cerebro humano, favoreciendo el aumento de las conexiones nerviosas e incrementando notoriamente la actividad cerebral, sobre todo en el hemisferio izquierdo. El mecanismo es así: cuando leemos una palabra aislada, se estimulan numerosas zonas del cerebro, y cuando tratamos de leer un texto, nuestro cerebro completa la frase con experiencias propias almacenadas en él, y con la imaginación. Al leer, podemos recrear situaciones emocionalmente cargadas de contenido, rostros, escenas o estados emocionales, y al hacerlo, se estimulan zonas del cerebro similares a las que se activarían si lo que estamos leyendo sucediera en realidad. 

La lectura es un proceso que requiere de una coordinación altísima entre retina y cerebro. Su aparición en la evolución de la especie humana es de hace “apenas” 5.400 años, y ello ha implicado que nuestro cerebro y nuestro sistema visual se hayan adaptado de una manera sorprendente a la nueva asignación de tareas que trajo consigo el mecanismo de lecto-escritura. Gracias a este trabajo conjunto de retina y cerebro podemos entender a la escritura y descifrar su significado. Para ello, el área central de la retina recibe la información visual en su porción central denominada fóvea. Pero, por qué la fóvea es la encargada de captar la información de la lectura, y no toda la superficie de la retina?. Sencillo: la fóvea es la que contiene la totalidad de los fotorreceptores sensibles al color, mientras que el resto de la retina contiene predominantemente fotorreceptores sensibles al movimiento. Por ello, la fóvea es la porción de la retina encargada del “HD”, es decir, de la visión con alta resolución. Posee solamente un ancho de 0,5 milímetros, por lo que solo alcanza un ángulo de visión de 15 grados, lo cual implica que solo somos capaces de reconocer un total de entre 7 y 9 letras al mismo tiempo. Por ende, y aunque somos inconscientes de ello, leemos con un movimiento rápido de los ojos de entre 20 y 200 milisegundos, conocidos como movimientos sacádicos, que nos permiten obtener las imágenes relevantes, y de esa manera, proporcionar al cerebro las herramientas para obtener nuestro mapa mental de la situación. Cada movimiento sacádico transmite información al cerebro a través del nervio óptico, a la cual adosa información relativa al brillo y al contraste. Para que nuestro campo visual captara la totalidad de una imagen en alta definición, el ancho de nuestro nervio óptico debería ser muchísimo mayor de lo que actualmente es. En el aprendizaje de la lectura, la porción occipito-temporal izquierda del cerebro juega un papel sumamente importante. Los estudios muestran que todos los seres humanos, independientemente del idioma en el que estén leyendo (aún el árabe o el hebreo que se leen de derecha a izquierda, o el mandarín que se lee en sentido vertical), activan esta zona del cerebro de manera exclusiva en el momento de la lectura.

Debemos fomentar la lectura. Madura el cerebro. Crea conexiones. Moldea el entramado neuronal. Leer cambia literalmente la estructura cerebral. Leer, en resumen, es una cuestión DE LA CABEZA. Nos leemos en una semana.

LAS NEURONAS QUE CANTAN

Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 5 de marzo de 2022. Todos los derechos reservados.

La especialización cerebral es sumamente alta y lo que descubrimos día a día en el cerebro nos sorprende cada vez más. Ahora, un equipo de neurocientíficos del Instituto de Tecnología de Massachusetts ha identificado, por primera vez, una población de neuronas en la corteza auditiva del cerebro humano que responde únicamente a la voz cantada, y no a la voz hablada o la música instrumental. Estas neuronas, que se encuentran en la corteza cerebral auditiva, parecen responder a la combinación específica de voz y música (o voz melodiosa cantada), pero no al habla normal ni a la música instrumental. Los investigadores afirman que se desconoce qué es lo que hacen exactamente y que habrá que seguir trabajando para descubrirlo. El trabajo también sugiere que las representaciones de la música se fraccionan en poblaciones neuronales distintas que responden selectivamente a diferentes tipos de música. El trabajo, que usó imágenes de Resonancia Magnética Funcional de personas que oían música, demostró que hay una población de neuronas que responde al canto, y muy cerca hay otra que responde ampliamente a gran cantidad de música.

Esa población de neuronas tenía respuestas muy débiles al habla o a la música instrumental, y por lo tanto es distinta de las poblaciones selectivas para la música y el habla identificadas en estudios anteriores, que demostraron la existencia de seis patrones de respuesta diferentes, dos de los cuales respondían selectivamente al habla y a la música, y cuatro de los cuales tenían respuestas que se correlacionaban con medidas acústicas estándar (por ejemplo, la frecuencia del sonido). Aquí, además, se ha descubierto una respuesta neural que respondía selectivamente al canto. Su localización sugiere que estas neuronas pueden responder a rasgos como el tono percibido, o la interacción entre las palabras y el tono percibido, antes de enviar la información a otras partes del cerebro para su posterior procesamiento, explican los científicos. Los investigadores esperan aprender más sobre qué aspectos del canto impulsan las respuestas de estas neuronas.

Entonces, hoy sabemos que tenemos neuronas específicas para las conversaciones y otras para la palabra "cantada". Por eso, no solamente es importante LO QUE decimos, sino CÓMO lo decimos, las formas, los tonos, los giros vocales, y esto no es nada despreciable en campos donde la persuasión por la palabra es sinónimo de éxito: el neuromarketing, la docencia, la neuropolítica. Ya vemos: hablar y cantar también nos tiene DE LA CABEZA. Nos leemos el próximo sábado.

LO QUE SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO DAMOS UNA BUENA CLASE

  Artículo correspondiente a la columna dominical DE LA CABEZA del Diario La Nación correspondiente al domingo 10 de setiembre de 2023. Todo...