Artículo correspondiente a la columna semanal DE LA CABEZA del Diario La Nación del sábado 29 de mayo de 2021. Todos los derechos reservados.
"Bueno pero no te enojes..." La archifamosa frase de Quico, el eterno niño marinerito del Chavo , nos viene a la mente cada vez que alguien se enoja en exceso y de sobremanera. Cuando alguien se altera o se enoja, sufre en realidad física y psicológicamente. Pero... realmente ¿por qué nos enojamos? ¿Por qué las emociones nos manejan? ¿O nosotros manejamos a las emociones?
Hace 50 años entendíamos que cualquier emoción era una actividad puramente cognitiva. Sin embargo, algunos investigadores cuestionaron que las respuestas fisiológicas no tuvieran ninguna importancia en la generación de una emoción. El análisis científico mostraba que muchas veces distintas emociones generaban reacciones fisiológicas similares, por lo que estos estudiosos propusieron la llamada teoría bifactorial de la emoción: según ellos el origen de las emociones proviene, por un lado, de la interpretación que hacemos de las respuestas fisiológicas periféricas del organismo (mi corazón late más acelerado, siento palpitaciones, estoy acelerado), y, por otro, de la evaluación cognitiva de la situación que origina tales respuestas (estoy bailando como loco en una fiesta, estoy en medio de la barra brava de mi club y vamos perdiendo, estoy en un semáforo y el idiota de atrás no para de tocar la bocina aunque el semáforo aún no cambia a rojo). Habría un aspecto cuantitativo, la intensidad de la emoción, que dependería de la forma en que cada persona interpreta sus respuestas fisiológicas ("el insulto fue para mi", "acaban de ofender a mi país") y un aspecto cualitativo, el tipo de emoción, que estaría determinado según la forma en que cada persona evalúa cognitivamente la situación en la que se encuentra y que ha podido provocar esas respuestas ("estan hablando mal de mi familia y yo estoy presente"). De esta teoría surgen diversas dudas: si se induce de forma encubierta un cambio fisiológico en un sujeto, ¿asignará cognitivamente un estado emocional al notar una mayor excitación de su cuerpo cuando no tiene una causa aparente para sus cambios corporales? Y si la persona tiene una razón causal, es decir, sabe que está recibiendo un fármaco por ejemplo, o si sabe que está siendo provocado por comentarios buscando que reaccione, entonces ¿puede racionalizar la experiencia y no tendrá una reacción emocional? Por el contrario, si se inhiben los cambios fisiológicos como palpitaciones, sudoración, ¿podría una persona estar en peligro extremo y, sin embargo, no tener una respuesta emocional? En otras palabras, ¿una persona reacciona emocionalmente sólo cuando experimenta cambios fisiológicos? ¿Y su reacción variará si sabe el motivo de esos cambios fisiológicos o si no lo sabe?
En los estudios se observó que parece claro que las personas asignan una emoción a un cambio fisiológico en función de las emociones disponibles en la situación social Es decir, dado un estado de activación simpática, para el que no se dispone de una explicación inmediatamente apropiada, los sujetos humanos pueden ser fácilmente manipulados hacia estados de euforia, ira o diversión según el caso, lo cual indica claramente que la estimulación conduce a la percepción de la emoción y de ahí a la interpretación de esa emoción. Por ejemplo, si notamos que nuestro corazón late más rápido, podemos mirar alrededor para ver qué está causando esta respuesta. Si estamos en una fiesta con amigos, es más probable que interpretemos este sentimiento como felicidad, pero si alguien nos ha insultado, es más probable que interpretemos este sentimiento como ira. Por supuesto, muchas veces este proceso ocurre rápidamente y fuera de nuestra conciencia, pero puede volverse consciente, especialmente si no hay un factor situacional inmediatamente obvio que explique cómo nos sentimos.
Resumiendo lo que les quiero contar hoy: las emociones pueden ser manipuladas. Para bien o para mal. Si racionalizamos eso, si internalizamos esa posibilidad siempre, entonces sabremos reaccionar DE LA CABEZA a cualquier emoción externa y no nos dejaremos influir ni manipular por nadie. Ni amigos, enemigos, políticos o cualquiera que nos intente manejar para su propio provecho. Nos leemos el otro sábado.
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