El domingo los paraguayos comenzamos un camino de elecciones que nos llevará indefectiblemente a elegir un nuevo mandatario para el quinquenio 23/28, así como nuevas autoridades en el Congreso y en las Gobernaciones departamentales. Llega el momento en que un acto (mecanizado, es cierto, por las maravillas de la informática) nos ayuda a tener un país diferente. Donde si vamos o no vamos a elegir es la diferencia entre el que queda sentado en su casa criticando desde el teclado otros cinco años, quejándose en corrillos de amigos o de compañeros de trabajo, peleando en reuniones familiares, o, por el contrario, entrar al grupo donde el protagonista de esa elección es uno mismo con su decisión. Pero esa decisión ¿es siempre pensada y evaluada, o, por el contrario, es más bien visceral o emocional?
La gente que desarrolla marketing político sabe que el voto es casi siempre emocional. De hecho, construyen sus plataformas en base a la movilización de las emociones más básicas e instintivas de la gente. Cuando te amenazan de que vas a perder tu trabajo o de que el candidato tal va a venir de la mano poco más o menos de la destrucción apocalíptica de nuestra sociedad tal y como la conocemos, el cerebro manda el mensaje de alerta y votamos por miedo que es la emoción más básica y conservadora. A esta emoción contribuyen muchas veces los medios de prensa aliados (siempre, no hay prensa independiente, se los afirma una persona que está en medios hace tiempo) con los diferentes intereses en juego. Ninguna voz que se levante en cualquier entorno lo hace pensando en la persona de a pie, la que espera el colectivo que no viene bajo el sol o la lluvia, la que se atemoriza al oír el sonido de una motocicleta pensando que le van a asaltar sus magros guaraníes y su preciado aparato celular, la que se desespera a veces para llevar el pan a la casa.
Pero ¿qué sucede en el cerebro del elector mientras escucha a los candidatos o las informaciones que recibe en los días previos a las eleccione? Cuando sucede esto, la actividad cerebral registra movimientos en varias de sus áreas y estructuras. Una de ellas es la corteza cerebral, concretamente los lóbulos frontales, que tienen la capacidad de generar modelos de la realidad futura y de construir las imágenes concretas de lo que está por venir. Las palabras de los candidatos modelan la forma del mundo en la mente de los votantes. Además, por acción de las neuronas espejo, un conjunto de células que parece ser el sustrato neurológico de la empatía, los votantes experimentan en el plano subconsciente las emociones, los sentimientos y las acciones de los candidatos que están observando. Aunque se sabe que la toma de decisiones ocurre en una red cerebral ampliamente distribuida en la que intervienen múltiples regiones, es el sistema límbico el centro en que se crean y procesan las emociones. El sistema límbico está compuesto por un conjunto de estructuras repartidas y distribuidas por el encéfalo. Una de estas estructuras es la amígdala, cuyo papel en la respuesta emocional que le damos a las situaciones es esencial. La información de los estímulos llega antes a la amígdala que a la corteza cerebral. Esta es la razón por la cual sentimos primero y después pensamos, aunque nos parezca que el proceso sea al contrario. Cuando aparece la preferencia o el rechazo ante un candidato, estamos recibiendo un mensaje de la amígdala.
Pero si hay candidatos que nos ofrecen más de lo mismo,y pese a ello, seguimos votándolos, ¿qué pasa en el cerebro de la gente que lo hace?. Obviamente, dando por descontado el factor miedo ("vas a perder tu trabajo si no ganamos nosotros" o "te vamos a echar si gana el otro candidato", frases del "arreo" infeliz con el que nos quieren "asustar" a muchos que trabajamos en sitios de dependencia estatal o similares), esta conducta se explica por lo que, en Neurociencia Conductual se llama "sesgo cognitivo" y que les paso a explicar a continuación. Para entender estos sesgos cognitivos, debemos tener en cuenta que nuestro cerebro necesita una enorme cantidad de energía cuando realiza procesos cognitivos complejos. Esta energía que requiere el cerebro la adquiere en forma de glucosa y oxígeno. Para ahorrar energía y liberar presión, el cerebro crea atajos. Estas sendas o caminos mentales son necesarios para el cerebro, ya que no sería capaz de procesar toda la información sensorial que recibe de los estímulos externos y necesita filtrarla de manera selectiva. Los atajos, por tanto, son útiles para que el cerebro invierta menos recursos mentales en la resolución de problemas y en la toma de decisiones, algo así como mantenerse en "zona de confort".
Lo que sucede es que no siempre los atajos desembocan en una buena conclusión. Cada vez que dan como resultado un juicio incorrecto se incurre en un sesgo, que nos lleva a extraer una conclusión alterada, distorsionada o ilógica. Aunque hay catalogados más de cien, vamos a describir algunos de los sesgos más comunes y fáciles de reconocer:
- El sesgo de la comprobación nos induce y lleva a buscar y encontrar toda información que corrobore y confirme la opinión que tenemos sobre algún asunto, mientras evitamos la información que ponga en tela de juicio nuestras ideas. En este sentido, le concedemos una extrema importancia a la información y a los datos que están en concordancia con nosotros y ninguna a todo lo que la contradiga. Por eso, obviamos los datos contenidos en las declaraciones de los candidatos contrarios a nosotros, aunque esta información esté en línea con nuestro pensamiento. Censuramos a la persona porque convenimos que no corrobora ni representa nuestra opinión.
- El sesgo de proyección es la inclinación inconsciente a pensar y asumir que las demás personas tienen creencias, pensamientos, visiones o valores similares a los que nosotros tenemos. Nos proyectamos en los políticos, creyendo que están hechos a imagen y semejanza de nosotros y creemos que los conocemos como si fueran personas de nuestro entorno más cercano.
- El efecto marco indica que las personas se sienten más inclinadas a valorar la forma en la que se presenta la información que la información misma. En esta línea, las palabras usadas tienen un gran poder. Los términos positivos son más valorados que los negativos y pueden hacer que, ante dos propuestas parecidas, las personas se decanten por la que emplea palabras con enfoques positivos, amables y favorables. Por ejemplo, los datos del desempleo tienden a compararse con otros datos más desfavorables del pasado para que resulten más positivos.
- El efecto arrastre es la inclinación a creer algo solo porque muchas otras personas lo creen. Este efecto tiene que ver con la dimensión social del ser humano y la tendencia a crear grupos. Las tendencias, las modas y ciertos movimientos de opinión se sirven de este efecto. Si nos sentimos identificados con un grupo, es fácil adoptar el criterio general. Por eso desde la política se habla de colectivos y se les atribuye unas características y una forma de pensar para que pasemos a considerarlos como una unidad.
- El sesgo de autoridad es la credibilidad que otorgamos a los políticos en los datos que presentan porque asumimos o presuponemos que están informados y saben de lo que hablan. Quizá este sesgo funcione menos que antes en política, ya que se ha comprobado cómo se maneja información incompleta o incluso tergiversada en mítines, debates y entrevistas. La correlación ilusoria hace acto de presencia cuando se establece una relación entre dos variables cuando no existe evidencia alguna acerca de su relación. Son las falsas causa-efecto tan usadas en política.
- El efecto halo hace que tendamos a extender los atributos o rasgos positivos de algo o de alguien, obviando los aspectos negativos. Es un efecto ilusorio mediante el cual permanecemos ciegos a parte de la realidad. Si un político genera efecto halo, se le perdonarán o pasarán faltas o errores y sus partidarios tendrán inclinación a minimizarlos. Como se puede apreciar, el procesamiento cognitivo y emocional están conectados.
Los sesgos hacen que varíe nuestra percepción y que sigamos tendencias y comportamientos inconscientes que condicionan el análisis de la realidad, y, como consecuencia, la toma de decisiones y el voto que emitimos. Los sesgos son difíciles de cambiar o de neutralizar, por eso, este domingo cuando vayas a votar, antes, sería interesante reflexionar y tratar de comprender la acción de los sesgos en su posicionamiento y elección. En un mundo tan complejo y turbulento como el actual conviene parar y tratar de obtener la imagen completa del cuadro, en lugar de conformarnos con los bocetos rápidos que nos ofrece nuestro cerebro por acción de los sesgos.
Quizá debemos asumir que no somos tan racionales e imparciales como pensamos. Somos mas DE LA CABEZA.
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